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La deriva totalitaria del “procés”

Cortar estaciones y carreteras de forma indefinida, impedir el paso a la universidad a los estudiantes no independentistas y tratar de imponer el terror en la calle con barricadas y hogueras va más allá de la simple libertad de expresión

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análisis

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Los encapuchados mandan ya en Cataluña. Torra les ha dicho que la libertad de expresión no tiene límites y les ha dado vía libre, con total impunidad, para que puedan imponer su santa voluntad allá donde les plazca. Que se les antoja cerrar la universidad la cierran. Que el cuerpo les pide bloquear la estación de Sants, impidiendo el paso a miles de viajeros o dejándolos tirados en la terminal, lo hacen. Que se les pasa por la cabeza cerrar el tránsito a los camiones de mercancías en la Junquera, generando cientos de millones de euros en pérdidas a la economía catalana y española, no hay ningún problema. Saquear un supermercado es libertad de expresión. Asediar una Comisaría es la expresión máxima de la libertad. Romperle la cabeza a un policía es el gran ejercicio de la democracia.

Cualquier cosa es posible en esta Cataluña surrealista que ni Dalí hubiese imaginado y que ha decidido retroceder al menos cien años, hasta los inicios del movimiento anarco. Algunos comentaristas políticos aseguran que el “procés” ha mutado hacia un movimiento revolucionario y eso es precisamente lo que estamos viendo estos días convulsos. Ya no se trata de una manifestación de protesta ante una sentencia que se considera injusta. Los más violentos han tomado las calles y el control de las acciones subversivas. Lo que queda es un Gobierno que aviva la revuelta desde las instituciones, un país paralizado y un ejército de cachorros mal criados que se han propuesto imponer su ideología, totalitariamente, a los demás.

Y mientras tanto los responsables políticos se sientan a mirar cómo avanza el incendio. Pedro Sánchez está maniatado por la inminencia de las elecciones. Torra ha empezado su propia “caza de brujas” contra el conseller Buch por mamporrero y “botifler” y todo aquel mosso d’Esquadra que se haya empleado con excesivo celo profesional contra los que le han metido fuego a Barcelona ve peligrar su puesto de trabajo. Tras los doscientos policías heridos que han costado las algaradas callejeras de la Semana Trágica llegarán sin duda los expedientes disciplinarios, las persecuciones internas y las sanciones a aquellos agentes que se les vea el plumero españolista. La policía autonómica dice sentirse “abandonada” pero esa la forma que tiene Torra de depurar a su gente para tenerla limpia e intacta, con un pedigrí soberanista fuerte, de cara a lo que está por venir.

Lo que está por venir no es más que la cronificación de la violencia en Cataluña, la liquidación de las libertades para todo aquel que no profese la ideología separatista, el régimen de la amenaza, el chantaje y el terror. Lo que ocurrió ayer en la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona fue especialmente preocupante y muy significativo de la enfermedad totalitaria que se extiende por Cataluña. Grupos de encapuchados vestidos de negro (esa parafernalia militar indepe es el último grito en moda) impidiendo por la fuerza el paso a aquellos alumnos que querían ejercer su derecho a asistir a clase. Al final el rector Jaume Casals claudicó ante la tropa de robustos chiquillos consentidos y les ofreció un examen extra adaptado a todos aquellos estudiantes que quieran participar en las protestas contra la sentencia del “procés”. Es decir, el aprobado político y general a final de curso para los imberbes héroes de la revolución catalanista. La medalla, la condecoración, la roja insignia al valor por la contribución al nacimiento de la República catalana.

Ellos mismos, los eminentes catedráticos y profesores que durante años promovieron y fomentaron en claustros secretos la revisión de la historia, la lengua como arma arrojadiza y el odio contra España, han convertido un espacio de libertad y conocimiento como debería ser toda universidad en un cuartel militar donde imperan las arengas patrioteras, el código castrense, la testosterona descontrolada y el régimen de apartheid contra todo aquel que no siga ciegamente la doctrina procesista y la estelada. Triste, muy triste ver las barricadas con sillas, mesas y otros materiales apilados en los accesos a los edificios de la universidad, como si se tratara de una trinchera. Descorazonador para una sociedad que se supone pretende educar a hombres y mujeres en valores humanistas libres de prejuicios contemplar los bloqueos, los piquetes, los fanatizados CDR campando a sus anchas por el campus e imponiendo su ley.

La violencia ideológica y cultural produce todavía más miedo que la violencia física. Un contenedor ardiendo en Vía Laietana se apaga con un simple extintor. Pero el odio inculcado a las futuras generaciones perdurará durante décadas, si es que llega a superarse algún día. Dice el inefable rector que se trata de “grupos minoritarios” en una población universitaria de 15.000 alumnos. Como queriéndole quitar importancia a uno de los episodios más desoladores e inquietantes de todo el “procés”.

Los comandos juveniles que Torra despliega en la Pompeu Fabra van a ser unos grandes soldados y unos buenos patriotas en el futuro, gente capaz de morir por la bandera, de eso no cabe la menor duda. Otra cosa es que mucho nos tememos que regalando aprobados y títulos universitarios en compensación por la aportación a la causa, tal como hace el rector, será imposible encontrar un buen médico en Cataluña en los próximos años.

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4 COMENTARIOS

  1. Todos los que cantan por una ideología con el puño levantado o la mano, terminan con esta manchada de sangre, Musolini, Hitler, Stalin, Franco, Sadam Hussein, etc etc.

  2. 1 «Los fanatizados CDR…», 2 «Triste, muy triste…» 3 «…será imposible encontrar un buen médico en Cataluña en los próximos años…»!

    Pero hombre de Dios, no me sea Vd (1) tan objetivo en el adjetivo, (2) tan sentimentaloide depresivo, y sobre todo (3) no se preocupe: me sé de un juez español que continúa ejerciendo tras ufanarse de «haberse cargado su (de los catalanes) sistema sanitario», o sea, que lo de los buenos médicos… «el fiscal te lo afina».

    Y ya lo ve: lo de los CDR no es fanatismo militaroide. Se llama antifascismo.

  3. Sr. Antequera y usted se cree lo que esta escribiendo , vamos haber lo que paso en Burgos con el alcalde del PP. eso era normal o era unas simples manifetaciones de rechazo, lo de Murcia fue una gincama con lo del Ave, vamos vamos que se nos ve el plumero sr. Antequera el odio que estais sembrando es demencial y esperar que cuando la pareja feliz govierne os enterareis de lo que vale un peine, lo jodido es que cobraremos todos, entre estos articulos. (Porcierto no solo suyos sino tambien de la Razon ,Mundo,ABC,el Periodico por cierto el trabajo de su exdirector ya se lo esta cobrando,el sr.) Estais dejando un pais de pena no teneis verguenza por espanya todo vale hasta robar ,destruir discos duros, companyias de aguas, eres y un sin fin de manipulaciones claro que en catslunya hay ladrones cobardes que no tiran de la manta y esos mismos diarios tapan, si son ellos los que nos consideran un pais ocupado ,no quieren que seamos espanyoles, ya no os acordais del a por ellos; sinverguenzas, de ahi biene todo el problema ,si somo tan malos y una carga para espanya hacer el referendum .

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