La derecha de tres cabezas que trajo Susana Díaz

Las derivas neoliberales del ejecutivo socialista y el descontento social creciente han facilitado que Vox haya crecido un 2.200% en Andalucía en cuatro años

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Susana Díaz y la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, durante su último encuentro oficial en mayo en el Palacio de San Telmo en Sevilla.

La derecha gobernará Andalucía por primera vez después de 37 años ininterrumpidos de ejecutivos autonómicos socialistas. La comunidad más poblada, la segunda más extensa, la que ostenta una de las tasas de paro más elevadas de toda la Unión Europea, la que espera sentencia para dos ex presidentes autonómicos y una veintena de ex consejeros y ex altos cargos de la Administración andaluza por delitos relacionados con la prevaricación y la malversación de fondos públicos empezará su XI Legislatura con un gobierno bipartito de Partido Popular y Ciudadanos apoyado por los ultraderechistas de Vox, que han entrado por primera vez en un parlamento español y han escandalizado a medio mundo con sus propuestas contra los derechos de los inmigrantes, la mujer y el sistema autonómico avalado por la Constitución Española de 1978, entre otros aspectos destacados.

Desde un primer momento, la lideresa socialista miró a su izquierda con sumo recelo y con inusitado aprecio a su más inmediata derecha

Sus 12 diputados serán decisivos durante los próximos cuatro años para la acción de gobierno que el futuro presidente, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla, quiere implantar en Andalucía para lo que llama la “regeneración” de la vida política en esta comunidad.

Esta cuadratura del tridente tiene un vértice díscolo. Ciudadanos aparenta no querer saber nada del pacto que PP y Vox han alcanzado pese a la batería de medidas claramente anticonstitucionalistas que los ultraderechistas exhiben sin pudor ante sus potenciales votantes de cara a próximas citas electorales.

Este mismo Vox que el pasado 2 de diciembre de 2018 logró un total de 395.978 sufragios de los andaluces, un 10,97% del total, es el mismo y con el mismo candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía que ya tuvo en los comicios autonómicos de marzo de 2015, el abogado y juez en excedencia Francisco Serrano, que fue apartado durante años de la carrera judicial tras ser condenado por prevaricación culposa. En aquella cita electoral, la primera que ganó la socialista Susana Díaz, Vox no pasó del 0,45% de los votos, 18.017 respaldos en total. Su crecimiento ha sido del 2.200% en apenas cuatro años.

Francisco Serrano, líder andaluz de Vox, en su escaño del Parlamento autonómico.

Nada se produce en política por designio divino o combustión espontánea y sí más probablemente por la tercera ley de Newton, que estipula que “para cada acción existe una reacción igual y opuesta”. La actual mayoría parlamentaria conservadora y ultraconservadora por primera vez en la Cámara andaluza se produce justo después de los cinco años de gestión de Susana Díaz, la lideresa socialista que desde un primer momento miró a su izquierda con sumo recelo y con inusitado aprecio a su más inmediata derecha, representada entonces, en 2015, por una formación en pleno proceso de despegue y cuyo crecimiento se ha consolidado ahora tras el 2-D.

Ciudadanos permitió que el PSOE de Andalucía gobernara en una comodísima minoría hasta el pasado 2018, pero con una consigna muy clara: favorecer políticas en clave liberal que se han traducido en todo este tiempo en un alejamiento progresivo de la ciudadanía andaluza hacia los postulados que durante décadas ha mantenido al PSOE en el poder en su fortín por excelencia. Susana Díaz vio en Ciudadanos el aliado ideal, mucho más accesible para confluir con su concepto del socialismo que cuando formó anteriormente un gobierno de coalición con Izquierda Unida, una entente que duró poco por el pánico que siempre ha tenido la lideresa socialista andaluza a políticas nítidamente de izquierdas.

Las multitudinarias manifestaciones de ciudadanos afectados por la sanidad pública, de profesores descontentos, de alumnos soportando temperaturas extremas en aulas sin acondicionar, de servicios de dependencia ineficaces e insuficientes y el claro volantazo a la derecha impulsado directamente por Susana Díaz se cimentó desde un primer momento en el acercamiento a la cúpula financiera del Ibex35 para que le sirviera de apoyo básico en una defensa de cartón piedra de las que ella denominaba sus Joyas de la Corona.

Bajo la apariencia de dotar a Andalucía de servicios públicos básicos y de calidad, en realidad se estaba tejiendo bajo cuerda por el propio gobierno socialista una estructura paralela de externalizaciones y privatizaciones que hacían las veces de una Administración pública potente, cuando en realidad estaba siendo desmembrada desde dentro por las políticas emprendidas por el propio ejecutivo.

Esa forma de gestionar la política, que en muchas ocasiones no se diferenciaba un ápice de propuestas neoliberales, ha llevado a Andalucía a una deriva constante hacia el voto conservador promovido de forma negligente por los propios dirigentes socialistas.

Algo falla cuando durante décadas sucesivos gobiernos del mismo color político no han sabido sacar del marasmo a esta tierra potencialmente rica

Por un motivo u otro, el PSOE en Andalucía no ha sabido durante casi cuatro décadas calar realmente entre las clases más desfavorecidas pese a su amplísimo aparato de propaganda, que ha enarbolado cansinamente y de forma completamente improductiva –a tenor de los últimos resultados, con una sangría de votos que se lleva produciendo en las filas socialistas desde hace casi dos décadas– la defensa de los pilares básicos del Estado de bienestar y de lo público.

La irrupción en tromba de las derechas en el escenario político andaluz no ha sido casual, se produce por un efecto de reacción a unas acciones políticas que, lejos de ejecutar de facto sus principios basados en el ideario socialdemócrata, han aplicado las dotaciones presupuestarias con más ahínco a fines políticos y partidistas que a objetivos para luchar contra las desigualdades o las necesidades de la educación y la sanidad públicas.

La consecuencia de todo ello se ha ido larvando poco a poco en el sentir de una ciudadanía andaluza que ha aumentado su ira, hartazgo y descontento hacia una clase política gobernante inoperante e ineficaz, porque los datos son tozudos pero contundentes. Andalucía nunca ha dejado de cerrar el furgón de cola del empleo en este país. Evidentemente, también a nivel comunitario despunta en desempleo. En una tierra potencialmente rica, algo falla cuando durante décadas de sucesivos gobiernos del mismo color político no ha sabido sacarla del marasmo.

Y en esta tesitura llega la sangría de votos al PSOE, la elevadísima abstención de los andaluces el 2-D, el incremento exponencial de la ultraderecha en apenas cuatro años, la caída constante de votos del PP, la subida de Ciudadanos, el pacto PP-Vox, el pacto PP-Ciudadanos y el no pacto Ciudadanos-Vox.

Esta derecha de tres cabezas sabe bien quién le abrió la puerta de Andalucía. Muchos más allá de Despeñaperros han caído ahora en la cuenta de que el Sur también existe. Qué duda cabe que fue Susana Díaz quien les puso la alfombra roja y les dio la bienvenida a esta tierra con una tasa de paro del 22,9% de la población activa.

1 COMENTARIO

  1. A que coño viene sacar una foto de esta vaga, 11 años para aprobar la carrera de Derecho con la ladrona.
    Ay madre, indirectamente el banco de santander. ?

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