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La democracia imposible

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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Nuestra situación viene de cómo se configuran los estados nación en la modernidad. En el momento en que se originan se cree en un fundamento. Este fundamento había sido Dios, después la naturaleza, después la racionalidad, etc. Siempre hay un principio que justifica que las cosas son como deben ser.

En cambio, todos estos principios fundadores son un mito de la modernidad. No hay una naturaleza humana, no se puede decir lo que decía Hobbes, «como que somos muy malos debemos organizarnos de manera que la ley evite nuestra maldad», porque eso no está demostrado: nunca se ha dado una situación natural sin algún tipo de estado. Esto son mitos y ficciones que legitiman como están organizadas las cosas.

Como no hay fundación, lo que tenemos que hacer es abrir lo político a la ausencia de fundamento. La democracia es aceptar que no hay fundamento, y este principio vacío permite la movilización. Si cierras la democracia, por ejemplo, en nombre del estado de derecho, evitas el principio democrático.

La democracia es imposible porque vivimos con instituciones y las instituciones esclerotizan todo lo que es democrático. Pero imposible también significa que es una exigencia permanente. Menos mal que es imposible, porque esto permite que la democracia siempre esté abierta, que haya demandas nuevas. Era imposible que los gays se casaran, eran imposibles los cambios de género…  Este imposible (de un referéndum acordado) es lo que exige a lo posible una apertura permanente.

La democracia es el único sistema en que uno se arroga el derecho a criticarlo todo públicamente: incluida la idea de democracia, la autoridad absoluta del derecho, el paradigma constitucional, en fin, todo el orden jurídico. En democracia hay una tensión entre el principio de igualdad y el de libertad. La igualdad: cada hombre un voto, todos los votos valen igual y según este principio ganan las mayorías. Esto es un principio numérico, si es un principio numérico es calculable. Entonces sería ingenuo pensar que en la medida que tenemos algo calculable, los que dominan el cálculo no intervengan, no lo manipulen a través del márketing como podemos ver que sucede continuamente.

La libertad es lo incalculable. Y justamente la democracia se define por estar abierta a cualquier cosa incluso a autoliquidarse. El principio de libertad en una democracia siempre será aquello que altere la seguridad de la casa. Dentro de mi casa hay alguna cosa que la desborda. Esto es lo que hace posible “el proceso de independencia”.

En una democracia se debe poder plantear una pregunta por incomoda que sea. Allí donde hay una demanda de pregunta  está pregunta se tiene que poder plantear y se ha de poder responder. Lo inaudito es que el derecho vigente no lo permita.

Siempre hay un golpe de fuerza que establece un derecho. Cuando estás dentro de este derecho, hay una violencia conservadora de este derecho: a quien ya le va bien cómo funcionan las cosas, siempre intenta preservarlo. Pero al que no le va bien, debe ponerlo en cuestión. Lo interesante del proceso soberanista es que algunos han decidido que no les parece bien cómo funcionan las cosas, esta reivindicación los hace cuestionar que el derecho que habían instaurado por violencia sea lo más justo e intentan fundar un nuevo derecho.

¿Qué hace que pasamos de una forma de derecho a otra? Una demanda de justicia, el reconocimiento de que el derecho que hay no agota ni representa la demanda de justicia que ha generado.  

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