viernes, 29marzo, 2024
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La Cumbre del Clima y el Parto de los Montes

Francisco Javier López Martín
Francisco Javier López Martín
Licenciado en Geografía e Historia. Maestro en la enseñanza pública. Ha sido Secretario General de CCOO de Madrid entre 2000 y 2013 y Secretario de Formación de la Confederación de CCOO. Como escritor ha ganado más de 15 premios literarios y ha publicado el libro El Madrid del Primero de Mayo, el poemario La Tierra de los Nadie y recientemente Cuentos en la Tierra de los Nadie. Articulista habitual en diversos medios de comunicación.
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análisis

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La Cumbre del Clima ha terminado. La que algunos habían denominado como la más importante, determinante, la cumbre de la ambición. Durante un par de semanas nos hemos olvidado de las guerras que contaminan el mundo y destruyen a las personas y sus espacios naturales, o artificiales.

De los shuar amazónicos que vencieron a los incas y a los españoles y hoy están siendo masacrados para asegurar el negocio de las grandes corporaciones. Ven su agua convertida en pantanos productores de electricidad, sus recursos mineros de cobre expoliados, sus árboles talados, sus selvas convertidas en pastizales para ganado, o campos de agrocultivo de las multinacionales alimentarias. Su petróleo, su gas, sus vidas, su patria.

Hemos dejado a un lado la violencia del nunca desaparecido pinochetismo contra su pueblo que ya ha producido agresiones sexuales, detenciones arbitrarias, torturas, maltratos, uso indiscriminado de la fuerza, disparos directos a los ojos de los manifestantes. Son ya 300 los ojos perdidos en las refriegas. El informe de la ONU es demoledor, pero no existe si no se conoce.

Han desvanecido a Bolivia de las noticias. ¿Quién era Evo Morales? El golpe de estado, la impunidad con la que el nuevo gobierno quiere asegurar la barbarie ejercida por el ejército y la fuerza pública contra los indígenas, los pobres, los condenados de la tierra. Dejaron de ser noticia los incendios de la Amazonía brasileña promovidos de facto por Bolsonaro.

Se acabaron los naufragios de pateras en el Mediterráneo, los asesinatos de líderes populares en cualquier parte del mundo. Hasta las muertes de mujeres a manos de sus parejas, las agresiones sexuales, parecen menos, porque aparecen menos.

Incluso lo más cercano ha dejado de ser noticia importante. Durante dos semanas los documentales, los noticiarios, los programas de debate, los expertos universitarios y medioambientales, los tertulianos y hasta los cortes publicitarios se han llenado de naturaleza, compromisos, buenas intenciones, alternativas viables,

-Greta Thunberg es nombrada persona del año por la revista Time.

La propia Greta abandonó su tono irritado y desafiante, para entonar un discurso más asentado en las cifras, los demoledores datos científicos. No ha evitado con ello que Trump, o su Darth Vader estepario, de secano y patriotero hayan cargado contra ella mandándola al cole, con la misma inquina con la que los hooligans gritan desde las gradas a la mujer que arbitra,

-Zorra, vete a fregar.

Pero nada. Convertir la cumbre en tema monográfico, convertirla en la cumbre más ambiciosa, no ha servido de nada, o ha servido de poco. Los compromisos escasean y, cuando alguno se concreta, ni es general, ni pasa de constituir una mera recomendación,

-El año que viene, presentaremos planes nuevos y más ambiciosos.

Pero lo que no sobran son los años. Este mismo año, se baten records de emisiones de gases contaminantes de efecto invernadero y de temperaturas planetarias. En la propia cumbre, de los casi 200 países, sólo 83 declaran la necesidad de ser realmente más ambiciosos y los responsables del 55 por ciento del desastre (China, Estados Unidos y Rusia), no están entre ellos.

El ritmo de nuestras preocupaciones e intereses, al parecer, no lo marcamos nosotros, sino unos algoritmos que deciden las tendencias sociales, en función de las necesidades de los poderosos. Sin solución de continuidad guían nuestras decisiones cotidianas.

Acudimos a trabajos cada vez más precarizados, respiramos aires cada día más contaminados, comemos alimentos sobresaturados con todo tipo de sustancias, que indefectiblemente producen cáncer. Sin pensarlo dos veces, compulsivamente, compramos más, consumimos más productos, toda clase de productos, además de arte, ocio, viajes, devoramos personas, consumimos líderes, descargamos aplicaciones, usamos y desechamos artefactos.

Todo acaba pronto arrojado en la basura. El planeta, desolado, nos lo devuelve tarde o temprano. Lo que ayer era la cumbre mundial de la ambición se transforma hoy en decepción y desolación. Eso sí, los hosteleros y hoteleros madrileños están contentos con unos inusitados índices de ocupación y negocio.

La fábula de Esopo, Horacio, Samaniego, ante el estruendo espantoso de las montañas,

-Parieron los montes y nació un ridículo ratón.

Y en su versión, Fedro, concluye,

-Esto ha sido escrito para ti, que, aunque amenazas con grandes males, no haces nada.

Poco que esperar de las grandes compañías, corporaciones, sociedades mundiales, internacionales, multinacionales. Se han paseado por la Cumbre y han encargado riadas de anuncios, a cual más sugerente, para convencernos de que, si esto va mal, la culpa es nuestra, porque ellas son campeonas de la protección ambiental.

Hay poderosas petroleras que crean cátedras universitarias, imparten cursos, promueven conferencias, para luchar contra el cambio climático y fomentar la responsabilidad civil, al tiempo que son sancionadas por verter petróleo en los océanos, queman gases de efecto invernadero y excedentes tóxicos, o talan selvas para instalar nuevos campos petroleros.

El dinero y el poder, el poder del dinero, el amor al dinero, el amor al poder. Da igual que lo dijeran Naguib Mahfuz, o Karl Marx. El dinero corrompe a los seres humanos y destruye la Naturaleza. Aniquila a sus propios servidores. Forma parte de su manera de ser, de su genética.

Los ricos, los poderosos, los políticos ineptos, han convertido esta Cumbre en el parto de los montes. De nuevo la fábula anónima, aunque como toda fábula de origen desconocido, termina siendo atribuida a Esopo, viene en nuestra ayuda, El escorpión y la rana.

Si nos descuidamos, si no hacemos nada, si les dejamos hacer y sucumbimos a sus cantinelas, estos personajes, hijos del rey Escorpión, terminarán clavándonos el aguijón en mitad del río que nos lleva hacia el desastre,

-Lo siento ranita. Ya lo sé. Yo también moriré. Pero no puedo evitarlo, es mi naturaleza, mi costumbre, cuanto me enseñaron a ser.

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