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La crisis perpétua

Miguel Ángel Cerdán
Miguel Ángel Cerdán
Licenciado en Historia. Profesor de Secundaria en la enseñanza pública. Articulista en diversos medios digitales e impresos de la Comunidad Valenciana.
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análisis

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Enero será un mes nefasto para el empleo, y cuando se conozcan las cifras oficiales los datos serán dantescos. Y no sólo serán porque las grandes empresas han iniciado el año anunciando el despido de más de 13.500 personas, con 1.200 en Vodafone o casi 3000 en el Santander; es que el fin de la campaña navideña tendrá un resultado catastrófico

El 2019 tiene todas las papeletas para que la crisis perpetua en la que vive la economía española, con una recuperación que nunca se ha visto, se adentre en los caminos de una nueva recesión de consecuencias incalculables. Veamos, como factores nacionales tenemos los indicativos de que las empresas del IBEX perdieron un 15 % de su valor en bolsa el año pasado, el ahorro de las familias españolas, según el INE, es el menor en 20 años, o los cada vez más numerosos ataques bajistas, señal de que han olido sangre, contra numerosas empresas cotizadas de nuestro país. Y como factores externos tenemos que el acuerdo comercial China-USA tarda en llegar, un Brexit que promete ser duro o los malos datos comerciales de Alemania, algo que parece confirmar la recesión que el sector industrial teutón vaticinaba para el 2019. Esto es por lo que se refiere a la coyuntura.

Si nos fijamos en factores estructurales, la cosa pinta todavía más negra para nuestro país. Así, se puede afirmar que hemos agotado las tres oleadas sobre las que cabalgó nuestra economía, y que no habrá una cuarta. La primera oleada, sin duda, se basó en las remesas de los dos millones de emigrantes españoles en Europa, y en la invención y primer desarrollo del turismo de masas en los años sesenta del pasado siglo. La segunda oleada, en los años ochenta del siglo XX, fue fruto de nuestra entrada en la UE, los cientos de miles de millones que mandó Europa, y el salto adelante que dio nuestra industria turística. La tercera y última oleada fue la de la primera década de este siglo XXI, y fue fruto, por un lado de un nuevo salto adelante del turismo en España, y por otro del dineral en forma de crédito que dio la UE del Euro completamente dominada y al servicio de una Alemania que tenía una necesidad imperiosa de un superávit exportador que le ayudase a superar su crisis interna y de colocar en la periferia de Europa sus productos y capitales. Pues bien, no habrá nueva oleada. Al menos en las próximas décadas. En primer lugar porque, con ochenta millones de turistas al año, España no puede dar un nuevo salto adelante en turismo. Es imposible. Y en segundo lugar porque no habrá una nueva oleada de dinero ni europeo ni americano hacía España. Ya no queda apenas, por otro lado, España que vender.

Pues bien esta es la situación de España. Y lo peor, lo más grave, es que estas tres oleadas de crecimiento han sido total y brutalmente desaprovechas, y han sido además acompañadas por una desindustrialización creciente, por una corrupción galopante y por una apuesta descarada por convertir a nuestro país en suministrador de servicios basados en mano de obra barata. Es por ello por lo que la inversión en I+D es ridícula y siempre ha estado muy alejada de la media de la UE y no digamos de los países punteros de Europa, y por lo que nunca se ha intentado atraer talento y convertir, con nuestro clima privilegiado, a nuestro país en la California de Europa. Si tenemos además en cuenta que la demanda interna está derrumbada a base de precarizar el empleo, de bajos salarios, y de apostar por ganar competitividad únicamente devaluando condiciones laborales y sociales, tendremos un retrato bastante completo.

A la crisis pues de los últimos años, le va a suceder una crisis perpetua, una crisis que por supuesto no afectará a las élites globalizadas españolas que han esquilmado el país, ni a unas contra-elites más interesadas en su propia condición que en cambiar la situación de un país, que como decía Gil de Biedma tenía la historia más triste de todas las historias tristes porque siempre acaba mal.

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2 COMENTARIOS

  1. es lo quetiene votar a unos imopresentables años tras año, la corrupción la trajo este buen mozo llamado FELIPE, éste buen actor representando un papel de izquierdas siendo un fascista de tomo y lomo, pero cada país tiene lo que se merece, a disfrutar de lo votado, aquí en ésta penica de país la plebe no se ha enterado de que cada 4 años hay que echar con mayorias absolutas al que ha estado mandando 4 años, pero creo que o se suprimen las autonomias, este reino de taifas que tenemos montados o ésto se va a pique en un par de años.

  2. Se ha olvidado al autor que es profesor de historia la gran solución que ha sido la única para salir de las crisis: La Emigración. En una estado fallido y en una sociedad fallida, no queda mas remedio que un 30 ó 40% de la población salga del pais y busque un medio de vida decente, porque aqui no hay nada que hacer. Quedaran ciudades vacias y millones de viviendas vacias, y un estado arruinado y desolador, con millones de inmigirantes aficanos acostumbrados a vivir como en sus países.

    Hasta en Polonia hacen falta trabajadores en todos los sectores, y es que vaciar el pais es la solución ante la grave situación de extrema pobreza que se avecina. Salgamos y que se queden solos los corruptos que seran engullidos por las masas de inmigrantes que tendrán que dejar entrar, para ser los camareros del siglo XXI.

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