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La Comisión Europea también se queda corta en su normativa contra la deforestación

Según Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace España y Mighty Earth, el proyecto de ley sólo afectaría a un número limitado de materias primas y productos, y tampoco garantiza los derechos de pueblos indígenas y comunidades locales afectadas

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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Toda una Cumbre del Clima no ha debido de servir a la Comisión Europea que acaba de presentar una propuesta legislativa para minimizar la deforestación y la degradación de los bosques causada por las materias primas importadas a la UE. Esta nueva normativa no acaba de convencer a las principales organizaciones ecologistas.

El proyecto de ley exigiría por primera vez que las empresas que venden determinadas materias primas en el mercado de la UE rastreen su origen y demuestren que no están vinculadas a la destrucción de los bosques. Pero la ley discrimina a otros ecosistemas como las sabanas y los humedales, que son de gran importancia para la acción climática y la biodiversidad, y que no recibirán protección.

La propuesta de la Comisión sólo afectaría a un número limitado de materias primas y productos, ignorando los importantes vínculos con la destrucción de la biodiversidad por parte del comercio internacional de carne de cerdo y aves, el caucho o el maíz.

Para Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace España y Mighty Earth, «por primera vez hay un rayo de esperanza de que la UE, uno de los mercados más grandes del mundo, pueda frenar su impacto destructivo en los bosques del mundo. Pero la Comisión Europea todavía ha dejado graves lagunas en la nueva ley que dejarían vulnerables ecosistemas vitales en muchas partes del mundo. Los gobiernos de la UE y el Parlamento Europeo deben endurecer la ley para que la gente pueda estar segura de que lo que hay en su cesta de la compra no está relacionado con la destrucción de la naturaleza o el abuso de los derechos humanos».

Las organizaciones ecologistas advierten que la propuesta de la Comisión Europea «no requiere que las empresas que comercializan materias primas y productos cumplan con las leyes internacionales que protegen los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, dejándolos expuestos a abusos y violaciones de sus derechos. La propuesta tampoco aborda el impacto de las inversiones del sector financiero europeo en la deforestación y degradación de los ecosistemas del planeta».

España, la soja y la deforestación

Otro de los asuntos que deberá ser tratado por la ley es la deforestación provocada por los cultivos de soja, cada vez más extensos en varios países de Latinoamérica. En Brasil o Argentina esa deforestación conlleva en muchas ocasiones el acaparamiento de tierras, la invasión de territorios indígenas y otras violaciones de derechos humanos. Esta expansión afecta a los ecosistemas con mayor biodiversidad en la tierra, como los bosques del Amazonas, Cerrado y Gran Chaco en América del Sur, y está contribuyendo a la crisis climática y de salud pública.

En 2019, España importó 2,4 millones de toneladas de soja brasileña, principalmente de los Estados de Mato Grosso y Matopiba, ubicadas en el bioma del Cerrado. Estas zonas son puntos calientes de biodiversidad devastados por la deforestación.

El cultivo de soja ha cambiado, incluso, el uso del suelo en amplias superficies que antes eran ecosistemas o fueron utilizados para la producción de alimentos a pequeña escala. Por esta razón, muchas poblaciones campesinas e indígenas han sido desplazadas forzosamente de su territorio y obligadas a buscar otras tierras para sobrevivir. Según el propio sector fabricante de soja, España apenas importa soja que pueda considerarse «libre de deforestación».

El 87 % de la soja importada por la UE se destina a la producción de piensos para la alimentación de ganado. Y España es dentro de la UE el líder en la producción de piensos, produciendo 34,5 millones de toneladas de piensos animales en más de 850 fábricas. Por este motivo, España es un punto estratégico para empresas que importan soja desde el continente americano para luego comercializar los subproductos (torta de soja y aceite) en el resto de Europa.

A partir de la soja importada se producen grandes cantidades de piensos destinados a la producción ganadera industrial orientada a la exportación a terceros países de carne, derivados y subproductos animales, junto a animales vivos. Las importaciones de soja para la alimentación de la ganadería industrial «es el principal motor de la deforestación inducida por el sistema agroalimentario español».

Próximos pasos

Se espera que las negociaciones en el Parlamento Europeo y entre los ministros de los países miembros den comienzo en la primera mitad de 2022, y que sean los eurodiputados de la comisión de medio ambiente en el Parlamento Europeo los que tomen la iniciativa a la hora de analizar el texto presentado.

En 2020 los miembros del comité de medio ambiente ya elaboraron un informe que detalla cómo debería ser una legislación exitosa para frenar el impacto del consumo y las inversiones de la UE en los bosques del mundo, otros ecosistemas y los derechos humanos.

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