jueves, 28marzo, 2024
12.8 C
Seville

¡Es la ciudadanía, estúpidos!

Gorka Maneiro
Gorka Maneiro
Nací el 11 de noviembre de 1974: tengo, por tanto, 42 años. Soy Diplomado en Ciencias Empresariales, Técnico en Gestión Fiscal y Técnico Especialista en Administración y Dirección de Empresas. Milité desde muy joven en diversos movimientos sociales que se enfrentaron al terrorismo de ETA, como Denon Arten-Paz y Reconciliación (durante los primeros años de los años 90) y Basta Ya (desde finales de los años 90). Milité posteriormente y durante unos tres años en el PSE, partido político que abandoné en 2006 al comprobar que dejaba de ser un partido nacional y de defender la igualdad y por su política en relación a ETA. Me afilié a UPYD el 29 de setiembre de 2007, el mismo día en que se presentó públicamente en Madrid. Desde el 1 de marzo de 2009 hasta el 20 de octubre de 2016 fui parlamentario vasco por UPYD. He estado en la Dirección de UPYD desde 2009 y soy exportavoz nacional del partido. Portavoz de la Plataforma Ahora
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Fernando Savater ha vuelto para regalarnos un panfleto indispensable por didáctico, divertido y emocionante donde explica los males del separatismo que pretende romper la unidad cívica de España: “Contra el separatismo”, donde “sin complejos ni miramientos, defiende la sede histórica de nuestros derechos: lo que aún se llama España”, frente a los independentistas catalanes que pretenden levantar muros entre conciudadanos y romper nuestra ciudadanía compartida. Fernando Savater defiende desde la primera palabra hasta la última que lo progresista no es disgregar o separar sino unir a los ciudadanos en torno a un proyecto común… frente a lo maligno de todo separatismo: “el diablo es, etimológicamente, el separador, dia-bolum, el que desune y rompe lazos establecidos. La tarea diabólica es la fechoría antihumanista por excelencia, separar a los que conviven juntos y obligarlos a detestarse unos a otros, a alejarse: sembrar la discordia y el desgarro de los corazones”.

En el libro, de menos de 100 páginas, Fernando Savater resume las razones fundamentales para oponerse a los separatistas… y para defender, en coherencia, la unidad cívica de España, garantía de nuestros derechos ciudadanos y de la convivencia pacífica entre quienes, cada cual con sus deseos, anhelos y múltiples identidades, compartimos espacio cívico y leyes comunes que a todos nos afectan y nos igualan.

El libro, lleno de citas y el clásico sentido del humor de Fernando, nos hace reír, nos hace pensar y nos hace llorar, como cuando, al explicar las razones para volver a escribir un libro, apunta esa razón que le toca el corazón y el sentimiento: recuerda a su mujer fallecida apenas hace dos años y promete que “nadie la echará nunca de allí (Cataluña), ni a ella ni a los que son como ella, mientras yo pueda seguir luchando”. Es, sin duda, el Fernando Savater humano que lo invade todo y a nadie deja indiferente.

Fernando distingue el nacionalismo, con el cual se puede convivir mejor o peor “con algo de paciencia y sentido del humor”, de los separatistas, con quienes “no hay más arreglo posible que obligarlos a renunciar a sus propósitos”. “El separatismo no es una opinión política o un ensueño romántico, como el nacionalismo, sino una agresión deliberada, calculada y coordinada contra las instituciones democráticamente vigentes y contra los ciudadanos que las sienten como suyas sin dejar por ello de considerarse catalanes”.

Fernando critica a los intelectuales españoles, cuyo papel en muchos casos califica de “pura pastelería”, y a quienes siempre prefieren mantenerse en un punto neutral cuando la situación requiere mojarse y tomar partido: “nada de compromisos salvo con los que no quieren comprometerse con nada”, continuando de ese modo su larga trayectoria de rechazo a la postura de quienes anteponen el bienestar particular al compromiso cívico que caracteriza al ciudadanos comprometido. Frente a quienes defienden beatíficamente que “hay que llevarse bien, charlar amigablemente sobre cualquier cosa y no llegar nunca el enfrentamiento”, Fernando vuelve a mojarse y a hablar claro, aportando argumentos de peso para ser mejores ciudadanos y, por lo tanto, ciudadanos más comprometidos con la denuncia valiente de los males que a todos nos afectan, condición sine qua non para, a continuación, resolverlos.

“E pluribus, unum: con los muchos, formar uno. Nos reunimos por necesidad, para asumir retos que no podríamos afrontar solos”. Es decir, que es mejor vivir juntos que separados y derribar fronteras que levantarlas. Y resalta el surgimiento de la idea de ciudadanía moderna: “nace así, a tientas, a trancas y barrancas, la virtud política que caracteriza al ciudadano demócrata: la isonomía, la aceptación de la ley igual para todos, junto al ser capaces de persuadir y ser persuadidos, o sea, el debate que la establece y puede cambiarla”. Porque, “una vez aceptada la ley común, cada cual es libre de buscar la excelencia o la felicidad como desee”, en brillante alegato de la comunidad política que permite a los ciudadanos ser iguales en derechos y obligaciones pero también libres.

Al ciudadano “nadie podrá arrebatarle su derecho de ciudadanía que le faculta para decidir junto con los demás, pero él tampoco podrá prohibir ese derecho a nadie ni prohibir a otros tomar decisiones sobre las cuestiones generales del país que afectan a todos”, justo lo que han pretendido y pretenden los separatistas catalanes y los bienquedantes, despistados o perezosos intelectuales: decidir el modelo territorial de España, la reforma de la Constitución o el futuro del país por su cuenta y riesgo y contra el resto, saltándose además el ordenamiento jurídico vigente. Y es que “la ciudadanía democrática moderna no la da el terruño en que se vive sino la aceptación de una ley común”. Y defiende, claro, la descentralización autonómica, dado que “los Estatutos de Autonomía son la forma de administrar la diversidad de situaciones geográficas, económicas y de otra índole que se dan dentro de la nación que compartimos”… pero “no el permiso para despedazarla”.

Fernando Savater apunta las siete razones fundamentales por las que el separatismo es un achaque político que hay que evitar y combatir: es antidemocrático, es retrógrado, es antisocial, es dañino para la economía, es desestabilizador, crea amargura y frustración y crea un peligroso precedente. Y tras las siete razones, nos regala diez estocadas políticas en forma de artículos ya publicados que no dejarán indiferente a nadie.

Sin duda, nos encontramos ante una nueva joya, la penúltima obra maestra de Fernando Savater. ¡Es la ciudadanía, estúpidos!, nos viene a decir.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

1 COMENTARIO

  1. Fernando Savater debe dar charlas en las televisiones y otros jubilados que tengan las ideas claras y gran cultura pagadas por el Gobierno para que aumente el número de personas que tengan valores de calidad humana alta.
    Inés Arrimadas es la mejor presidenta que podría tener Cataluña,pero la ley no se aplicará en esa Comunidad Autónoma si no se aplica la Fuerza.Imagínense que un Estado Federal alemán se quiera independizar de Alemania.¿Cuánto tardaría en ir el Ejército alemán a impedirlo? Habría algún País decente del Mundo en decir que Alemania habría ejercido una fuerza desmesurada? Dejémonos de majaderías comunistas que quieren deshacer España.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído