Ana Justel, en un momento de su trabajo en la Antártida

La presente entrevista ha sido publicada en la revista mensual Diario16, dentro de una nueva sección, «Ni cristales en el techo, ni techo que te limite», a la que se dio comienzo el mes pasado y donde se defiende que no debe haber ninguna clase de techo que limite a ninguna persona (mujer u hombre) en su desarrollo personal ni profesional. De lo que se trata es de conversar con mujeres que han sido capaces, que han tenido el coraje de luchar, trabajar y demostrar que no hay imposibles. Queremos dar visibilidad a mujeres que pueden ser una referencia para cualquier persona (mujeres u hombres, dentro del marco de la igualdad real), para que nos hablen de su trayectoria, del camino que han seguido y en el que continúan.

En esta ocasión presentamos a una investigadora que, además, ha demostrado que no debe haber fronteras ni para la investigación, ni para lo que se investiga, ni para los investigadores ni las investigadoras.

Presentar a Ana Justel es la oportunidad de volver a encontrarme con una buena amiga, capaz, inteligente, incansable… Una viajera de las matemáticas y una exploradora en los confines del mundo y de los números.

Ana Justel Eusebio es Matemática, Profesora Titular de Universidad en el Departamento de Matemáticas de la Universidad Autónoma de Madrid.

En el momento de iniciar esta entrevista me recuerda que, hace poco más de veinte años, coincidimos haciendo un curso en la Universidad en Garpenberg (Suecia). Entonces me contaste que tenías la oportunidad de hacer un proyecto en la Antártida, en la Península Byers, pero en condiciones extremas.

A mí me sonaba a ciencia de alto riesgo, pero menos mal que al final hiciste el viaje…

¡Qué recuerdos! La vida allí se presentaba difícil y yo tenía muchas dudas. Byers es un lugar especialmente protegido de la Antártida en el que casi todo está prohibido. Allí vivimos en un campamento sin alimentos frescos durante semanas, dormimos en el suelo y no tenemos ducha, ni tele, ni un simple sofá. Recogemos todos nuestros residuos y los sacamos de allí cuando nos vamos… Y lo que ahora no habría quien resistiese: ¡sin wifi!

Tampoco hay fines de semana y se trabaja a cualquier hora del día y de la noche, en cuanto el tiempo lo permite salimos a muestrear, a veces recorriendo varios kilómetros con unas botas que cada una pesa kilo y medio. Con este panorama, menos mal que el resto del equipo decidió por mí, creían que la persona que iba a tratar los datos debía entender el lugar que estábamos estudiando en primera persona. Así no me faltaría implicación para hacer todo lo posible y lo imposible para exprimir los datos.

Y en esas condiciones has hecho ya ocho campañas. Parece que nunca te arrepentiste de dar aquel paso.

Bueno, hay momentos de dudas. En marzo, cuando cerré la puerta de casa con nosotros dentro para iniciar la cuarentena, reviví el momento más difícil en Byers. Despedir a la zodiac del Buque Hespérides que nos deja en la playa, solos y aislados durante semanas, angustia un poco. Allí no tenemos médico y, lo que nos hayamos olvidado, no se puede salir a comprarlo. Lo bueno es que el lugar es tan especial que cuando escuchas los primeros ronquidos de los elefantes marinos y ves el primer pingüino, ya no quieres que vuelvan a por ti. Es un lugar de una belleza un poco marciana y con un montón de información científica que solo en lugares tan alejados de la influencia humana se puede explorar.

Una investigación con un marcado carácter internacional. Después de tanto tiempo allí, ahora diriges el proyecto MICROIRPOLAR y se te conoce como Lady Byers. Un nombre que demuestra respeto a tu trabajo y también cariño hacia ti, pero que también pone de manifiesto que hay pocas mujeres realizando trabajos como el tuyo…

Cada vez somos más investigadoras polares, pero hay bastantes menos proyectos dirigidos por mujeres que por hombres. Nada muy distinto a lo que sucede en otros ámbitos científicos. En la Antártida tenemos un pasado del que sentirnos orgullosos ya que la primera persona que dirigió una base española fue la oceanógrafa Pepita Castelví. Aunque no ha vuelto a ocurrir que la máxima autoridad recaiga sobre una mujer, y desgraciadamente todavía sea un hecho casi anecdótico en el continente, en los próximos años esto tiene que cambiar después de que tantas mujeres hayamos demostrado que nuestro lugar de trabajo está en cualquier espacio de la ciencia y del mundo.

Ahora tu vida se comparte entre la Antártida y Madrid, aunque por medio estás siempre viajando. ¿En qué consiste MICROAIRPOLAR?, ¿qué es lo que estáis logrando?

Como su propio nombre indica, estudiamos los microorganismos que están en el aire de las regiones polares. Es un proyecto que codirigimos Antonio Quesada, que es biólogo, y yo, que soy estadística. Tenemos un equipo fantástico formado por investigadores de distintas disciplinas, instituciones y países. Muestrear el aire para recoger partículas biológicas es muy complejo y, además, los datos que conseguimos nos enfrentan a retos estadísticos difíciles. Nos movemos entre los habituales problemas del small data que ha enfrentado la Estadística desde hace muchos años y los más recientes del big data, que nos obligan a desarrollar métodos estadísticos computacionales de nueva generación. Así que, entre otras muchas cosas, tenemos que inventar nuevos instrumentos porque los que ya existen y se pueden comprar no nos están funcionando. Para la expedición del Trineo del Viento que recorrió la zona más extrema del interior de la Antártida tuvimos que inventar un colector nuevo. Tanto a éste como a los instrumentos estadísticos les vemos muchas posibilidades de aplicación fuera de nuestro proyecto y del ámbito polar.

¿Qué estáis encontrando en la Antártida?

De las muchas investigaciones que tenemos en curso, lo que nos tiene más emocionados estos días es que hemos conseguido recoger microorganismos del aire donde nadie antes lo ha conseguido. Llevamos meses trabajando en su identificación. Esta información es muy importante porque nuestros modelos nos dicen que la Antártida no es un continente tan aislado como se creía. La conexión interplanetaria de los dos polos a través de la atmósfera es posible y, con el cambio climático, también se está poniendo en riesgo a los microorganismos nativos de las zonas polares por la llegada de especies invasoras procedentes de otras latitudes.

Has recibido el premio Talent Woman a la mejor trayectoria científica. Enhorabuena. Por la importancia del premio y también porque refleja la calidad de la trayectoria y del trabajo que has venido realizando. Cuéntanos algo del premio y del impacto social que tiene.

Es un premio que se concede en el marco de los encuentros Talent Woman Spain, donde se expone el trabajo y liderazgo de las mujeres en profesiones STEAM (del acrónimo inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas). Queremos ser un referente que atraiga a los más jóvenes hacía un futuro profesional que nosotras hemos vivido con pasión y que va a demandar muchos profesionales en los próximos años. Llegar a dirigir un proyecto como MICROAIRPOLAR me ha hecho aprender muchas cosas nuevas de disciplinas que no eran la mía originalmente. Creo que algo debe tener que ver con el premio el haber tenido el coraje de salir de mi zona de confort y recorrer casi todas las letras de STEAM para llegar a liderar este proyecto.

Gracias y enhorabuena otra vez, Ana. Quizás podríamos terminar esta conversación animando a quienes la lean al trabajo y a la investigación, especialmente entre la juventud.

A veces pensamos que ya está todo descubierto y que nosotros no podemos inventar nada nuevo, pero no es cierto, quedan muchas preguntas que resolver en todas las disciplinas científicas. En mi recorrido por varias de ellas he aprendido que todavía quedan problemas y lugares en la Tierra que no se han explorado y que son muy importantes. Por ejemplo, lo que está pasando en el interior de la Antártida es crucial para entender algo tan crítico para todos como es la evolución del cambio climático y sus consecuencias en todo el planeta. Necesitamos la implicación de los más jóvenes, con sus conocimientos y su visión nueva de las cosas para construir un mundo que cada vez sea mejor para todos. Y, por supuesto, no nos podemos permitir desperdiciar el talento para la ciencia que tenemos las mujeres, que es el mismo que el de los hombres.

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Profesor Titular de Universidad de la Universidad de Cádiz, en el Departamento de Estadística e Investigación Operativa, adscrito a la Facultad de Ciencias del Trabajo. Ha sido Vicerrector de Alumnos de la Universidad de Cádiz (desde el año 2003 hasta el 2013) y Vicerrector de Responsabilidad Social y Servicios Universitarios de la Universidad de Cádiz (desde 2013 hasta 2015). Durante estos doce años, ininterrumpidamente, ha tenido entre sus competencias el Área de Deportes de la Universidad de Cádiz. Ha promovido la creación del Aula Universitaria de Fútbol de la Universidad de Cádiz, y en estos momentos ocupa el cargo de Director del Aula de Fútbol. Tiene el título de Entrenador Nacional de Fútbol con Licencia UEFA-PRO. Ha entrenado en las categorías Infantil y Cadete del Cádiz C.F. desde el año 2010 hasta la actualidad. Además, en el Cádiz C.F. ocupa el cargo de Coordinador de Delegados y Auxiliares de Fútbol Base desde el año 2014.

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