La chulería de Froilán

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Felipe Juan Froilán en una imagen de archivo.

Aquel que es chulo lo es porque quiere, pero sobre todo porque puede. Eso es así. Aunque no todos los chulos son iguales, no crean. A veces lo parece porque todos son despreciables, pero algunos lo son más que otros. Desde luego no es lo mismo ser un gallito que se enfrenta a pecho descubierto y asumiendo las consecuencias de sus actos, que alguien que chulea desde la cobardía de la impunidad. Eso lo aprendimos algunos en el colegio. ¿A quién no le vaciló alguna vez en la escuela el típico niñato media hostia que tenía un hermano mayor que le protegía? Daba rabia, ¿verdad? Pero bueno, uno al final acaba olvidándose de esas cosas porque claro, son chiquilladas. Y se crece, y después se envejece, y  si todo va correctamente, uno se olvida de las peleas. Aunque hay personas que no crecen -o crecen de otra forma-, y siguen toda la vida buscando gresca, bien por no saber hacer algo más constructivo, o bien porque son conscientes de que tienen barra libre para hacer lo que quieran, y porque aunque hayan dejado el colegio hace ya bastantes años, siguen teniendo muy cerca a ese hermano mayor que les ampara en sus fechorías.

Froilán es uno de esos personajes raros que desde la más tierna infancia saben que siempre tendrán a un hermano mayor para defenderles. Bueno, en realidad el chico es el primogénito de su casa y no tiene hermano, pero sin duda tiene algo mucho mejor que eso. No todos podemos presumir de un tío y un abuelo inviolables, y de vivir en un país en el que el resto de los ciudadanos seguimos siendo súbditos de su familia. Eso tiene que marcarte, no lo niego. Así que lo mismo Froilán es hasta una pobre  víctima de su propia vida de privilegiado. Porque sí. Eso es una carga aunque no lo parezca. Pues si encima de saberte intocable, tienes la mala suerte de no haber sido precisamente agraciado en eso del intelecto, además de tripitir el 2º de la ESO, es muy posible que acabes convirtiéndote en un chulo.

Sí. Froilán es un chulo. Y tela. Eso ya lo sabemos desde que se descubrió como se las gastaba en las puertas de una discoteca con otro chaval al que vaciló sabiendo que no podían tocarlo por ser el sobrino del rey… Vamos, el chulo del colegio del que les hablaba. La semana pasada, un medio incluso publicó que sus escoltas estaban hartos de él. Y es que no tiene que ser fácil ir de niñeros de un muchacho que se mete en problemas todo el rato sabiendo que tiene unos guardaespaldas carísimos para defenderle. Según dice la prensa, parece ser que el muchacho se «cree Dios» por haber nacido con esa sangre azul tan contaminada por esa endogamia que tanto daño hace a la genética. Y claro. Esa chulería tiene que fastidiar y mucho a unos escoltas, tan plebeyos como preparadísimos, y que -por cierto-, pagamos usted y yo con nuestros impuestos para que Froilán salga seguro a la calle y haga de las suyas.

 El pasado domingo, Froilán tuvo la mala suerte de encontrarse en la cafetería del AVE a Málaga con unas personas de esas de las que a él no le gustan nada, por eso de que han descubierto que lo de los reyes es un cuento para mantener los privilegios de algunos.  El chico, se encontró nada menos que con cuatro demonios como lo son el secretario general del Partido Comunista de Andalucía, dos concejales comunistas malagueños y una dirigente federal de Izquierda Unida. Estos, estaban echando unas risas hablando del ingenio popular por los memes que habían salido en los últimos días sobre el encontronazo entre Letizia y la reina Sofía, y Froilán, alterado, interrumpió la conversación llamándoles lindezas tales como «hijos de puta», «dais asco», o incluso -y causa hasta risa el insulto viniendo precisamente de él- «flojos de mierda».
Cabría esperar más educación de alguien al que se le han costeado unos estudios elitistas a pesar de su poca afición a eso de aprender; y también podríamos preguntarnos por qué un tipo es capaz de reaccionar de una manera tan violenta ante una conversación que ni siquiera ofendía a su familia; pero, ¿saben?, eso ya me da igual. Porque llegados a este punto, mi duda principal es por qué permitimos esto; y por qué tenemos que estar aguantando ya no solo a un rey como jefe de estado, sino a toda una familia parasitaria a la que tenemos que costear gran parte de sus impertinencias. No. No puedo entender que a esa gente le aumenten el presupuesto mientras que a nuestros jubilados apenas les suben la pensión después de toda una vida trabajando… vamos, que esto hace hervir la sangre a cualquiera con dos dedos de frente, pero sigue pasando sin que a casi nadie parezca removerle las tripas. Aunque bueno… En el fondo, pensándolo bien, a lo mejor hasta tendremos que agradecer a Froilán su chulería y su egocentrismo, pues quién sabe, lo mismo, esto acabará despertando a mucha gente, acercándonos a esa República en la que esperemos que ningún imbécil pueda hacer uso de nuestro dinero para jugar a ser el chulo del colegio.
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Docente en educación secundaria e historiador. Especialista en historia del movimiento obrero andaluz. Es autor de numerosos artículos de investigación y ha publicado las monografías históricas José Díaz, una vida en lucha (Almuzara, 2013); ¿De qué se nos acusa? (Utopía Libros, 2014); y La lucha por la unidad (Utopía Libros, 2015), además de la novela "En el panel derecho de El jardín de las delicias" (Leibros, 2017) El autor escribe habitualmente en prensa escrita y digital y ha colaborado en medios como Viva Sevilla, Cuarto Poder, El Correo de Andalucía, Infolibre, Tercera Información o eldiario.es. Actualmente es jefe de opinión de El Común.

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