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La cárcel como espacio público

Jaume Prat Ortells
Jaume Prat Ortells
Arquitecto. Construyó hasta que la crisis le forzó a diversificarse. Actualmente escribe, edita, enseña, conferencia, colabora en proyectos, comisario exposiciones y fotografío en diversos medios nacionales e internacionales. Publica artículos de investigación y difusión de arquitectura en www.jaumeprat.com. Diseñó el Pabellón de Cataluña de la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2016 asociado con la arquitecta Jelena Prokopjevic y el director de cine Isaki Lacuesta. Le gusta ocuparse de los límites de la arquitectura y su relación con las otras artes, con sus usuarios y con la ciudad.
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análisis

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El patio de acceso de la Modelo de Barcelona se ha sumado a la lista de interiores de manzana públicos de la ciudad. Paseante asiduo de Barcelona como soy había cruzado infinidad de veces ante esta cárcel. Cuando iba a entrar me di cuenta de que jamás había pisado la acera de la calle Entença donde se sitúa la puerta de entrada principal, controlada por la visual de las cámaras que vigilaban el acceso y patrullada por la policía. La Modelo se apropiaba del espacio público impidiendo un uso normal de la calle. Ahora toda esta sensación ha desaparecido por completo.

Cruzas la puerta y te das cuenta de que el umbral debe de tener una buena quincena de metros, conformando un espacio de tránsito. Sientes el peso de los muros.

Entrar cuesta.

En el patio el espacio se abre: arquitectura claustral de bellas proporciones, tres plantas de buena altura, un deambulatorio en la primera (o una galería de tiro, si se quiere: para eso servía, también), columnas de hierro fundido… La cárcel Modelo es un proyecto de Josep Domènech i Estapà y Salvador Vinyals inaugurado el año 1904. Los principios que animaron su construcción son rousseaunianos: la sociedad ha corrompido a los hombres(1) y éstos deben de reflexionar sobre sus crímenes en soledad. El proyecto inicial quería hacer honor a su nombre: una cárcel concebida para rehabilitar a 300 hombres. Tan sólo 300.

Ya desde el primer año este número pasa a ser una entelequia.

En 1940 llegó a haber 13000 reclusos dentro de sus muros.

En estos momentos la cárcel modelo es víctima de su propia historia, un destilado salvaje del siglo XX español. En 1906, dos años después de su inauguración, se producirá ya el primer motín. En 1909 vivirá su primera prueba de fuego: la Semana Trágica(2). Dentro de sus muros se va a ejecutar a una persona inocente, el pedagogo Francesc Ferrer i Guàrdia, elegido como cabeza de turco al ser acusado falsamente como instigador de la rebelión: será el primer preso político célebre de la historia de la cárcel(3). Vendrán muchos más. Cientos. Miles. En 1975 es ejecutado su último preso, el militante anarquista Salvador Puig Antich, mediante el Garrote Vil: exactamente el mismo método que se usó para ejecutar a la primera víctima de esta cárcel, Joan Rull, em 1908. Los años pasaron. La barbarie se mantuvo intacta.

Los principios rousseaunianos que animaron la construcción de esta cárcel no sólo fallaron por parte de los presos: también, y más importante, por parte de sus promotores(4). La gestión de las cárceles es uno de los índices de civilidad más importantes de un país. Como también lo ha sido haberla convertido en un espacio público.

Cuando afirmo que la Cárcel Modelo es víctima de su propia historia lo digo porque si pensamos estrictamente en su arquitectura encontraremos que ésta tiene dos características importantes: una, su gran calidad. Dos, su flexibilidad(5).

Jamás derribaría la Modelo: la convertiría en lo que sea que la ciudad necesite. Una mediateca, un archivo, puntos de encuentro, salas de ensayo, un centro cívico. Obviamente debería de existir un memorial. Lo que allí pasó no debe de ser olvidado. Ciertos elementos, como las vallas exteriores, se podrán repensar: el perímetro es importante para su definición, pero éste ha quedado liberado de sus requerimientos de seguridad.

Para eso están los concursos de ideas.

La historia no debería de ser borrada (La Modelo es ahora el sueño húmedo de cualquier promotor que quiera dos manzanas bien situadas en el centro de Barcelona con, oh maravilla, una calle cegada y privatizada cruzándolas para construir chorrocientos pisos de lujo). Esos muros no deberían de ser pasto de la especulación. La decisión de abrir este patio y de abrir la cárcel a las visitas es una fantástica manera de empezar esta singladura: se evalúan casi sin coste las potencialidades del espacio para luego poder intervenirlo con propiedad. Debemos aplaudirla.

La Modelo es ahora una oportunidad para la ciudad: la oportunidad de combinar el respeto por la historia con la adecuación del espacio para nuevos usos cívicos. La oportunidad de convertir los patios en jardines. La oportunidad de que lo que ahora emane de este espacio sea, por fin, civilidad.

 

(1) Y digo hombres porque el porcentaje de población reclusa masculina supera el 95% del total.

(2) Tenemos que ponernos en contexto. Es la época del pistolerismo. Las diferencias sociales entre ricos y pobres son abismales. Se están reclutando reservistas masivamente para su uso como carne de cañón en la Guerra de Melilla. La ciudad, sencillamente, estalla: a finales de julio de 1909 más de 40 conventos son incendiados. Habrá más de 100 víctimas mortales. Antonio Maura, entonces Presidente del Gobierno, dimitirá. La brutal represión encarcelará a decenas de personas, 17 de las cuales serán condenadas a muerte, 5 de las cuales ejecutadas.

(3) Y ahora que lo pienso mejor se me está helando la sangre al establecer paralelismos. No puedo evitar pensar mientras escribo estas líneas que desde hace tres meses vuelve a haber presos políticos en el país. No hace falta estar de acuerdo con los ideales que defienden: éstos deberían de ser discutidos en sede parlamentaria, refrendados y aceptados. Los presos deberían de ser inmediatamente excarcelados e indemnizados.

(4) Cuando se preguntó a Napoleón III, emperador que funda el infame penal de la Guayana Francesa, que a quién iba a poner a vigilar a los prisioneros su respuesta fue “a los que son más peligrosos que ellos”. Esto ha sido demasiado frecuente en la historia de las cárceles.

(5) Los arquitectos entendemos por flexibilidad la capacidad de un edificio de admitir funciones para las que aparentemente no ha sido pensado. Un edificio es flexible si puede alojar una escuela, una biblioteca o un mercado (pongamos al azar). Una vivienda será flexible si es válida tanto para una familia convencional como para cualquier otro modelo familiar. Cualquier equipamiento público (escuelas, parques de bomberos, ambulatorios, hospitales) serán flexibles también si son capaces de conseguir que sus funciones puedan irse ejerciendo durante décadas y décadas sin que haya que someter al edificio a una reforma importante.

 

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