Bárcenas, Correa y Jesús Sepúlveda juntos tras un acto del Partido Popular

Y justo cuando el Partido Popular trataba de manipular a la opinión pública española con la supuesta caja B de Podemos que nunca existió resulta que es precisamente su caja B, la caja de siempre, la caja que llevó al juzgado y a la cárcel a conocidos cargos políticos populares, la que vuelve a abrirse de nuevo, dando que hablar y dejándonos suculentas sorpresas. Ese cofre secreto del PP es una especie de peligrosa caja de Pandora y cada vez que se destapa tiembla España.

En los últimos días, el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata, que investiga el caso de la contabilidad en negro del PP −causa también conocida como “los papeles de Bárcenas”− ha ordenado practicar nuevas diligencias para indagar en las adjudicaciones a empresas por parte de organismos dependientes de administraciones controladas por el PP. Esas sociedades habrían logrado contratos a cambio de donativos al partido, tal como ha informado Europa Press. O sea, la misma historia de siempre, el mismo modus operandi de esta auténtica banda organizada que ha sido el partido conservador durante décadas.

Por lo visto, la caja B del Partido Popular no tenía fondo, era un pozo infinito, y de ella van a seguir saliendo, durante años, negocios ilícitos como géiseres de negro chapapote. Han pasado siete años desde que se publicara la primera exclusiva sobre este escándalo político y las cuentas en B de la formación conservadora sigue dando hilillos de corrupción, que no de plastilina, como dijera el propio Mariano Rajoy en aquellos días de infausto recuerdo del Prestige. Siete años ya desde que en julio de 2013, estando Luis Bárcenas en prisión, Pedro J. Ramírez publicara su histórica entrevista con el tesorero más famoso de todos los tiempos. Según se recogía en aquel exclusivón bajo el sugerente título de Cuatro horas con Bárcenas, todo lo que se había publicado hasta la fecha sobre la financiación del PP era verdad: la autenticidad de los papeles filtrados por el diario El País, las entregas de dinero en concepto de sobresueldos a altos cargos del PP durante años, el escándalo en fin de un partido que había estado financiándose ilegalmente durante tanto tiempo que resulta imposible cuantificar. También quedaron al descubierto los estómagos agradecidos, los paganinis, los empresarios que a cambio de favores políticos y adjudicaciones financiaban el coste de sucesivas campañas electorales, de tal manera que el partido concurría dopado y haciendo trampas a cada cita con las urnas.

Ahora el juez de la Mata, un funcionario que lejos de los focos sigue haciendo su trabajo, hormiguita hormiguita, ha dado curso a un auto de abril de este año en el que acordaba solicitar a la Secretaría General de la Entidad Pública Empresarial del Suelo (SEPES) −dependiente del Ministerio de Fomento− el expediente de redacción del proyecto para la construcción y puesta a punto de la planta de tratamiento de aguas residuales EDAR Monte Boyal, en la localidad de Casarrubios del Monte (Toledo).

Según explica en su escrito el magistrado, ese proyecto fue licitado mediante resolución en noviembre de 2002 y adjudicado a la sociedad Ondeo Degrémont, del empresario Rafael Palencia, por un importe de 3,4 millones de euros. Ahora el juez quiere conocer las otras ofertas presentadas, el informe que las valora, las actas de la mesa de contratación, la resolución de adjudicación y la ejecución del contrato. De la Mata apunta en su auto que en esa adjudicación “existe una correlación objetiva, subjetiva y temporal con una entrega de 60.000 euros registrada en la contabilidad” gestionada por el que fuera tesorero del PP Luis Bárcenas, y que “equivale al 2 por ciento del importe de adjudicación sin IVA”, siempre según la información de Europa Press.

Una vez más, un asunto sobre aguas residuales puede estar detrás de un nuevo caso judicial. Y es que todo lo que se mueve alrededor del PP huele que apesta. Las aguas de Génova 13, por mucho que se renueven las caras y por mucho que Pablo Casado se esfuerce en dar una imagen de regeneración, no dejan de bajar turbias. Por ello, antes de ponerse a escarbar en supuestas e inexistentes cloacas de otros partidos, como Unidas Podemos, el líder del PP debería asegurarse de que sus cañerías están limpias. Hoy más que nunca, y por mucho que el líder popular quiera pasar página, la corrupción del PP no es cosa del pasado, sino cosa de Casado.

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