“Ni marca España ni leches”. La frase de un directivo de OHL, uno de los socios del consorcio Al Shoula, que desarrolla el proyecto de tren de alta velocidad que va de Medina a La Meca, es reveladora de la situación actual que atraviesa el mismo. Situación que desembocó en la dimisión de Santiago Ruiz, consejero delegado, harto, ya, de los verdaderos navajazos que se están dando Renfe, Adif y OHL en este asunto, que, para colmo de desgracias sufre un considerable retraso y problemas técnicos tan graves como el de una tormenta de arena que amenaza periódicamente, con enterrar la vía.

Santiago Ruiz ha aguantado año y medio en el cargo. Es el cuarto CEO que pasa por el verdadero potro de tortura en que se ha convertido el Consorcio. Santiago Ruiz, que contaba con todas las bendiciones gubernamentales e institucionales, era un hombre bien visto por el cliente, la Saudí Railway Organization, SRO. Había trabajado para FCC en las obras del metro de Riad y era una apuesta personal de la ministra de Fomento, Ana Pastor.

Pero en el mismo momento en el que el gobierno pasó a ejercer “en funciones”, la propia debilidad de la situación política provocó nuevas divisiones en el seno de Al Shoula. OHL volvió a la carga. Sus directivos calificaron de “desastrosa” la gestión. Para contentarlos se decidió crear una nueva estructura de gobierno corporativo a través de comisiones de trabajo. Santiago Ruiz, se quedaba sin funciones que ejercer. Y ese fue su argumento para dimitir. Que ya no era necesario en el grupo.

Si el todavía consejero delegado no ha abandonado su puesto es porque se está negociando su finiquito. El consorcio ha designado al despacho de abogados Herbert Smith para negociar la indemnización. El problema vuelve a surgir desde el mismo momento en que dos socios, Ineco y Renfe, mantienen diferencias sobre la cuantía de dicha indemnización.

Si no se tuercen las cosas, la salida de Santiago Ruiz se hará efectiva en los próximos días. El problema es que ni Ana Pastor ni nadie, ni en el gobierno ni las instituciones, y mucho menos las empresas asociadas, se atreven a proponer al que sería el quinto CEO que debería inaugurar el primer tramo del AVE: el que transcurre entre Medina-KAEC y Yeda, a principios del año que viene.

Y todo ello en un momento en el que Renfe ha señalado que este proyecto va a costar al consorcio 1.000 millones de pérdidas mientras que las autoridades saudíes se van quejando, en público y en privado, del desastre que ha significado para su país un modelo de transporte de cuya eficacia, ahora, se duda.

El consorcio Al Shoula está formado por las empresas públicas Renfe, Adif e Ineco, y las privadas OHL, Cobra-ACS, Dimetronic, Inabensa, Indra, Imathia, Consultrans, Copasa y Talgo.

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