La cuerda se va tensando entre Oriol Junqueras, desde prisión, y Carlos Puigdemont quien eludió la cárcel al huir a Bélgica. Ayer el vicepresident de la Generalitat destituido le lanzó un dardo envenenado al que todavía considera su president: “yo no me escondo”.
ERC y PDeCat, de cuyos líderes se dice además que no acabaron proclamando la DUI en una muy buena sintonía personal, viven momentos de tensión aunque tienen claro que ambos se necesitan para volver a formar Gobierno si tras el 21D los partidos independentistas vuelven a tener la mayoría en el Parlament.
Aunque las fuerzas están muy empatadas entre el bloque independentista y el constitucionalista, lo cierto es que algunas encuestas internas de ERC les dan una esperanza para el triunfo.
La pugna entre ambos partidos se ha recrudecido de puertas para dentro como consecuencia del cese del Ejecutivo de Puigdemont por parte de Rajoy en virtud del 155, y se centra en la disyuntiva sobre si aceptar que el expresident vuelve a serlo aunque no gane, o aceptar que otro independentista gane, sea quien sea, y pueda reclamar el derecho a ser investido en función de los apoyos que obtenga. Junqueras y Puigdemont chocan ya abiertamente en este punto tan esencial.
La entrevista en RAC1 al exvicepresidente, Junqueras reclamaba para sí claramente el derecho a acudir al debate de investidura en caso de ser el ganador en las urnas, e incluso de ser investido y obtener el título de 131º president de la Generalitat de Catalunya. Consciente de que su permanencia en la cárcel puede acortarse y la causa tomar otra índole de la actual si así fuera, Junqueras tiene claro que nunca renunciaría a la posibilidad de presidir la Generalitat. Pero también había dejado una rendija abierta para restituir el antiguo Govern, tal y como comentaba en su carta a la militancia del pasado 15 de noviembre, cuando aseguró que Carles Puigdemont, en estas elecciones, también era su candidato.
