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La Batalla de Barcelona: Conventio ad excludendum?

Jordi Sánchez Escrigas
Jordi Sánchez Escrigas
Licenciado en Ciencias Políticas por la Facultad de Ciencias Políticas i Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1994. Licenciado en Historia Contemporánea por la Facultad de Filosofía y Letras de la UAB en 1995. Trabajando en la empresa privada, en una multinacional francesa, hasta junio de 2015, cuando cojo una excedencia por ocupación de cargo público, a raíz de las elecciones municipales de mayo de dicho año, en las que me presento como candidato a la alcaldía de Montcada i Reixac en la candidatura de ERC. En el nuevo gobierno municipal constituido después de las elecciones, detento el cargo de Primer Teniente de Alcalde y Regidor de Urbanismo, Vía Pública, Servicios Municipales, Transporte i Movilidad, así como la portavocia de ERC en el Ayuntamiento de Montcada i Reixac.
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análisis

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La historia política italiana tras la Segunda Guerra Mundial se pude resumir, aún a riesgo de simplificar, como el intento de evitar que el comunismo llegara al poder. La pugna entre el Partido Comunista Italiano y la Democracia Cristiana (de un Giulio Andreotti diputado desde el mismo 1946 y que deja de ser primer ministro en 1992, después de más de 4 décadas pilotando el estado). Una extensión, en el tiempo y el espacio, del Don Camillo y Peppone, que escribió Giovannino Guareschi en 1948.

Más de 4 décadas de estrategia (públicas y no tan públicas) del poder, del estado, de las élites, para evitar un sorpasso que solo se produciría en 1984 tras la repentina muerte de Enrico Berlinguer. ¿Y cuáles fueron estas estrategias del sistema, del statu quo para evitar que el PCI accediese al poder del estado? Una de ellas, efectiva, fue la de crear nuevos partidos, estética y formalmente radicales, que erosionaran y dividieran el voto de la sinistra. Partidos que, en caso de urgencia histórica o necesidad nacional, podían unirse para evitar el acceso del PCI al gobierno. Unidos para excluir. El convento ad excludendum del Pentapartito: Democracia Cristina, Partido Liberal, Partido Socialista, Partido Social Demócrata y Partido Republicano gobernaron en coalición hasta 1991, no casualmente, una vez caído el muro de Berlín y a punto de estallar la política italiana por la corrupción sistémica conocida como Tangentopoli.

No hizo falta activar toda la Operación Gladio, ni llegar al golpe de estado diseñado y preparado por el MI6, la CIA y la OTAN. Hoy parece literatura sobre el género mafioso. Y con un lema como Silendo libertatem servo, (en silencio, preserva la libertad), Gladio supera la ficción para equipararse a la Omertá de la Cosa Nostra.

Parece ficción y teorías conspiranoicas. No pretendo llegar a tanto, ni confundir la escala y la transcendencia, ni forzar tanto el paralelismo. O sí. Al menos nos sirve para esto de la política comparada y el paralelismo histórico. Ahora oímos voces que quieren impedir que Ernest Maragall llegue a la alcaldía de Barcelona, por representar al independentismo. En el conventio ad excludendum local se está sumando un abanico aparentemente irreconciliable hasta el pasado domingo. Desde el PSC de Iceta, diciendo que harán lo que haga falta para evitar que el independentismo llegue al gobierno de la ciudad, pasando por representantes de las élites empresariales, por medios de comunicación tradicionalmente en sintonía con el poder, por supuestos rompedores del statu quo al menos hasta que llega el momento de hacerlo, hasta Manuel Valls, que ante una situación que tilda de excepcional, se erige en hombre de Estado. Del Estado del 78, claro, y de 40 años antes del 78.

¿Qué hará Ada Colau? ¿Sumarse a la exclusión de la fuerza más votada por ser independentista, como proponen algunos miembros de su partido y de su entorno? ¿Convertirse en el nuevo partido que adopte el establishment como mal menor, una vez se hayan demostrado insuficientes PP, PSC o C’s? ¿Dejar patente que la radicalidad del cambio y el salto a los cielos se queda en lo que Giuseppe Tomasi di Lampedusa puso en boca del Don Fabrizio del Gatopardo: “Que todo cambie para que todo siga igual”?

Aunque la decisión se pretenda justificar por atribución externa o se disfrace por múltiples carambolas, la conoceremos en breve. Y tendrá sus consecuencias.

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1 COMENTARIO

  1. No tenéis absoluta en el ayuntamiento y todo pacto vale. Si os fastidia que no se os deje gobernar a callar. Y por cierto, te recuerdo que por vuestra absurda regla de tres la president debería ser ARRIMADAS.

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