¿Entonces nos quedamos con que la situación es propicia para volver a subir los tipos o que mejor debe primar la paciencia? Pues la respuesta, tan propia del comunicado de la Reserva Federal, es la ambigüedad. El que se constate una ralentización oficial de la actividad es un argumento lo suficientemente poderoso como para no proseguir con la normalización de la política monetaria tan pronto como en junio.

Sin embargo, también hay argumentos de no llegar demasiado tarde a este proceso. Concretamente la menor incidencia de los desestabilizadores políticos internacionales, ahora con el Brexit como máximo exponente, o la mejora del mercado laboral de EEUU, el cual sigue necesitando pasar de la cantidad a la calidad.

Son varios los factores que la Fed debe tener en cuenta a la hora de tomar una decisión:

  1. La inflación no es un problema, ni por la banda alta ni por la baja, aunque su debilidad sigue siendo patente.
  2. El consumo se mantiene, si bien a pesar de que la confianza no pierde fuelle, comenta la Fed que los gastos de las familias se han frenado ligeramente.
  3. Y lo que más rápido se puede notar pero no se dice en voz alta, no es otra cosa que provocarle un corte de digestión a los mercados financieros, tan acostumbrados a que todos los bancos centrales ejerzan de soporte de última instancia.

Precisamente en la línea de esto último, el Banco de Japón ha roto los pronósticos al no implementar nuevas medidas en forma de estímulos, lo que ha tenido su lógica consecuencia en los mercados de valores. Ni empeorando sus propias previsiones de crecimiento e inflación, ni retrasando en el tiempo el límite para alcanzar el objetivo de inflación tampoco ha tomado partido el BoJ. Quizás porque la falta de utilidad de la gigantesca expansión de balance hasta la fecha ha quebrado las esperanzas de que sea suficiente con la política monetaria para revertir una crisis mayor de edad. O quizás porque aún no quiera el banco nipón quemar el último de sus cartuchos.

En materia de indicadores económicos destaca la confianza de los consumidores alemanes Gfk, una referencia positiva después de que otras del mismo país hayan cedido unas décimas recientemente. Los efectos contraproducentes del Brexit sobre el Reino Unido son esperados y así se refleja en la lectura del PIB del primer trimestre, el cual, a pesar de no saber si la pertenencia a la UE tiene fecha de caducidad, disfruta de un sector servicios lo suficientemente potente para seguir permitiendo tasas de cierto crecimiento.

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