El culto a la personalidad tan característico de nuestra humanidad, tiene en España el refuerzo de que no son los valores los que prevalecen. Sí se atribuye a la figura del líder, en cambio, cierta taumaturgia para resolver los problemas cotidianos. No se suele escuchar de boca de estos dirigentes ninguna apelación al esfuerzo.

El resultado es el imperio de la mentira, la instauración de la impostura, o la consolidación de la corrupción. Todo es posible si el líder lo permite y la cohorte de mediocres lo convalida. La reunión del grupo parlamentario y una balbuceante cascada de medias palabras y pocas verdades fue coronada con un aplauso mayoritario. Parecían decir buena parte de esas señorías, que se trata de una remuneración que difícilmente obtendrían en la España real. De los principios, ya tal.

De los valores que distinguen a tu colectivo político podemos pasar, parecen afirmar. Máxime cuando esos valores pueden amenazar a tus mentiras, imposturas o corruptelas. Entonces se entienden ciertos episodios que nos han tenido como estupefactos espectadores.

La solución a las dificultades de los ciudadanos no es organizar explicaciones como justificación a nuevas complicaciones. Porque la utilidad de la política no es resolverle el futuro a los representantes ciudadanos. Aunque parezca lo contrario, su propósito es resolver los problemas de las personas. De aquellos que confiaron en ti.

¿Resuelven nuestros problemas? A juzgar por los anuncios que se están formulando, decididamente no. Porque los errores cometidos en los últimos treinta años nos han traído hasta aquí. Volverán a reafirmarse en su método para tapar los agujeros de las negligencias, o de las decisiones benéficas, sólo para los que financian el mantenimiento del statu quo.

El PSOE no se abstendrá en la votación de un candidato. Se abstendrá de sus valores identitarios. Lo cual es una traición esencial. No es táctica, como quieren hacer creer a la militancia. Ni tiene que ver con la gobernabilidad. Probablemente exista un pacto, más allá de lo éticamente razonable, que sea rentable para sus actuales dirigentes, en relación a la degradación que sufrirá todo el Partido Socialista Obrero Español.

Lealtad es sinónimo de nobleza, rectitud, honradez, honestidad, entre otros valores morales y éticos que permiten desarrollar fuerte relaciones sociales y/o de amistad en donde se creen un vínculo de confianza muy sólido, y automáticamente se genera respeto en los individuos. La fuente de la lealtad en democracia reside en el contrato pactado con los votantes. No con el dedo de la camarilla que se apropia de una organización. Porque si eso ocurre estamos en las antípodas y lo opuesto de lealtad es traición.

En este momento, cuando algunos medios llaman al cabecilla de la gestora del socialismo español, “líder”, es que nos hallamos en presencia de la tragedia que supone defraudar la voluntad de sus votantes. Estamos ante la degradación de la política. Consumada por mediocres bajo la dirección de cobardes que se ocultan tras eufemismos y ambigüedades. Sin paliativos.

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