viernes, 29marzo, 2024
11.3 C
Seville

Juventud… divino tesoro

María I. Clemente Martori
María I. Clemente Martorihttp://www.mariamartori.com
Licenciada en Psicología Clínica (Blanquerna. Ramón Llull - UOC). *Postgrado en Neurorehabilitación (U.B - Institut Guttmann) *Master en Sexología ( Universidad Camilo José Cela) *Otros estudios : Ingeniera Informática (Universidad Autónoma de Barcelona). Actualmente combino mi faceta profesional de atención psicoterapéutica y sexológica en consulta, con la de Gerente de la Asociación Tandem Team Barcelona (dedicada a la atención de las personas con Discapacidad), y cuya misión es la defensa de la diferencia y la diversidad en cualquiera de los dominios de la expresión humana. De orientación ecléctica me especialicé en la atención a la discapacidad, transitando hacia la mirada individual y social de la sexualidad de este colectivo, situándome finalmente y hasta el día de hoy, en un espacio que reviste grandes vacíos, como es el reconocimiento y el derecho de la sexo-afectividad de las personas con diversidad funcional Aficiones: natación y la practica de técnicas de meditación que me ayuden a expandir la conciencia del SER.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Pasamos por el plano de esta existencia, inmersos en una ilusión de la que no despertamos, hasta que ya es demasiado tarde.

Nos creemos eternamente jóvenes, eternamente fuertes. Eternamente bellos…. ETERNAMENTE VIVOS. Y la muerte esa gran verdad. Esa losa que tanto pesa y que nos recuerda la esencia de todo este embrollo, la escondemos cual ladrón con su motín, para no topar de bruces con nuestra culpabilidad. Si… culpabilidad de nuestra ceguera mal intencionada que nos nubla la vista y la mente y nos convierte en seres inconscientes. En eternos “viejóvenes” que se creen inmortales.

….
La vida es corta.
Y el tiempo se acaba…
….
Que rápido se escriben estas dos frases, y que fuerte y doloroso es su significado.
Es doloroso por que no integramos. Por que miramos hacia otro lado. Por que no queremos que asi sea.

Y cuando uno cierra con cerrojo la peor de sus pesadillas, en realidad la está alimentando de negrura y de oscuridad. La encierra con la ilusa fantasía de pensar que aquello que no vemos no existe. Sin embargo yo no puedo ver las antípodas y aún y así se que existen. En mi noche no puedo ver el sol, y se que ahí está… En mi vida y en mi existencia no puedo sentir la muerte… pero inevitablemente esta me espera al final del camino.

¿No sería mejor abrirle la puerta y mirarla fijamente a los ojos? ¿A pesar de la parálisis que ello nos ocasionara?

Dicen los sabios que aquello a lo que no damos luz jamas podremos darle un significado, darle un espacio dentro de nosotros… integrarlo sanamente como una parte mas de nuestro ser.

¿Como podemos vivir de espaldas a la muerte y al final de nuestros días, cuando es la ÚNICA certeza, junto con la vida, que nos acompaña desde el mismo momento de la concepción?….

El miedo genera dos reacciones: la huída o el ataque. Si nos encontráramos de frente con un león hambriento, seguramente lo entederíamos rápidamente.

Lo mismo sucede con nuestro tiempo.

Sabemos que sus segundos un día dejarán de contar en nuestro reloj interno. Un día el “tic tac”, dejará de avanzar para siempre… y ante esa incomprensible realidad, para un cerebro tan limitado e insignificante como el humano, huímos o nos revelamos. Giramos la cara o nos desesperamos. Salimos corriendo o gritamos de desgarro por tanta incomprensión….

¿Que pasaría si en lugar de tener miedo del león, decidiéramos hacernos amigos de él?

Ah… ¿ que bueno verdad?

¿A quien se le ocurriría hacerse amigo de alguien que te puede devorar?… Bien. Quizás ese no es el planteamiento correcto. Quizás la premisa es otra: ante la inminencia de ser devorados por el león, ¿por qué no aprender de su hambre?, del porqué nos quiere comer, de como tiene planeado acabar con nosotros, del sentido de ese ritual… incluso de la posibilidad de elegir como queremos que sea ese final…

Quizás en ese acercamiento, acabaríamos encontrando cierta belleza en su imperiosa melena. Cierta ternura en su mirada… cierta paz en nuestro destino…
Pero mientras nuestra energía este focalizada en huir y en no mirar atrás… poco paz podremos hallar.

Un familiar muy cercano, me contó su experiencia cercana a la muerte. Su imagen postrada en la cama, era el epicentro de un drama familiar. Su SER levitaba por el aire, como quien instala cámaras en las esquinas del techo de una habitación. Las lágrimas brotaban y los llantos eran audibles… sin embargo la paz y la felicidad que le embargaba, le hizo tener el convencimiento de que el fin del tiempo, quizás no es tal y como nos lo imaginamos…

Es tan incomprensible, como intentar hacer entender a un gato la teoría de la relatividad.
Siempre que me cuenta esta historia siento cierto alivio y me acerco mas a ese león salvaje. Siento que quizás en ese acto de aparente violencia se esconde la mas bella de las experiencias que en nuestro camino vamos a poder vivir.

¿Paradójico verdad?… ¿Que quizás lo mas hermoso de nuestra vida sea el fin de la misma?. Juventud, divino tesoro….

Vida… tiempo, no te pares, o al menos cuando lo hagas dame la fuerza y la paz para comprenderte mejor…

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído