Un salón de juegos frente a un centro educativo

Como ya hemos indicado en Diario16, la proliferación del juego, tanto online como en las salas físicas, se está convirtiendo en un problema social. Los niveles de ludopatía se están incrementando, sobre todo porque, a pesar de que las estadísticas oficiales indican que España está entre los países que tiene una tasa menor de juego problemático, la realidad es que se está generando una pandemia oculta que no se refleja en las cifras.

El mayor problema lo encontramos en cómo los menores están cada vez entrando en el juego a una edad más temprana, sobre todo si se les pone un nuevo tipo de caramelo en la puerta de los colegios: las casas de apuestas en las que, según diferentes denuncias presentadas, los jóvenes entran a jugar a pesar de que los responsables de estos establecimientos tienen la obligación de impedir que los menores apuesten.

Ya son varias las iniciativas para evitar que las empresas del sector del juego, sobre todo del presencial, ubiquen sus salones o casas de apuestas en las inmediaciones de los centros educativos. La última que ha tenido trascendencia ha sido la de la Asociación de Madres y Padres del Instituto Miguel Servet, situado en el barrio madrileño de Carabanchel. Han iniciado una campaña en la plataforma Change.org para que en las zonas cercanas a los colegios no se abran salones de juego ya que, según la denuncia, los menores en la hora del recreo juegan y apuestan en los establecimientos que hay al lado del centro con la esperanza de conseguir ganancias rápidas por muy poco dinero.

En un testimonio recogido por la Cadena Ser, una menor cuenta cómo hacen para entrar en los salones de juego, cómo se les permite la entrada a pesar de que está absolutamente prohibido y lo fácil que es apostar. Además, lo grave es que esta situación se está normalizando, los jóvenes lo ven como algo habitual y no perciben el riesgo de caer en la adicción.

Sin embargo, fuentes del sector del juego consultadas por Diario16 nos confirman que la situación de los locales no tiene tanto que ver con que haya un colegio cerca sino porque lo que se va buscando es la ubicación en lugares donde hay mucho tránsito de personas. Evidentemente, la puerta de un colegio o de un instituto garantiza el paso diario de miles de personas, entre alumnos, profesores, personal no docente y padres. No obstante, una casa de apuestas o un salón de juego no es una tienda de ropa o una farmacia, sino que se trata de un tipo de negocio que está generando graves problemas de ludopatía en personas cada vez más jóvenes.

Si a esto le añadimos la publicidad agresiva en los medios de comunicación o en los espacios de mayor audiencia televisiva, tenemos una situación en la que los menores no pueden resistirse a buscar dinero fácil por muy poca inversión.

Existe una relación con las estrategias de captación desde la niñez de las tabaqueras y las casas de apuestas. Los anuncios de las páginas de juego son tan atrayentes, son tan agresivos, que los niños son víctimas propicias para caer en las estrategias de publicidad subliminal que llevan implícitos. Ver a su jugador de fútbol favorito, a famosos presentadores de televisión, a actores de éxito o a periodistas expertos siendo la imagen de una casa de apuestas es un reclamo al que el niño le genera sensaciones positivas que se quedan en su cerebro y le predisponen al juego a pesar de que, en ese momento, no tenga capacidad adquisitiva de apostar o no comprenda lo que realmente se está anunciando. Es una inversión a largo plazo. Cuando ese niño crece, cuando ya dispone de más capacidad adquisitiva, asociará ese recuerdo positivo con la marca de tal o cual casa de apuestas y apostará.

Hay casos muy relevantes. Una profesora de un colegio de primaria de Huelva se dio cuenta de que uno de sus alumnos (10 años) utilizaba en su lenguaje habitual expresiones propias de la jerga de las casas de apuestas como, por ejemplo, «cash out», un modelo de retribución por el cual se garantiza un beneficio, aunque el evento en el que se ha hecho la puesta no haya finalizado. La profesora le preguntó al niño que dónde había aprendido esa expresión, a lo que éste le respondió que lo decían mucho en los anuncios de las casas de apuestas.

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