Juego de Españas

Soy pesimista

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A Manuel de la Fuente,

Catedrático en Frank Zappa

 

Gana las elecciones VOX, sin dudarlo; aunque pierda fuelle y no gobierne directamente, hay una España sociológica que le pertenece, aunque no les vote porque, maquiavélicamente, ese país sólo quiere mantener su forma de vida y sólo aspira a que los partidos gobernantes les dejen tranquilos cazar, meterse farlopa los findes viendo al Madrid o al Barça, follar en un baño de bar con alguien inesperado, tener un coche medioqué y, eso, coño, una vida tranquila, normal, como todo el mundo, sus copitas, sus ferias, sus vacaciones de alquiler u hotel en oferta, sus romerías o sus movidas, si son de la ciudad…

Todo esto, en realidad, no se puede conseguir con un exaltado que reconquista a nado Gibraltar, es peligroso; Nicolás, el citado arriba, lo tenía claro: estabilidad como fin sin importar los medios, cualquier cosa menos cambios que alteren lo de siempre, lo natural, lo normal… toca ganar al PSOE porque el PP pasará ahora la quemadera y la pseudopurga que ha sufrido el socialismo, habiéndose recuperado hasta de haber abandonado la izquierda y de sus propias tramas de corrupción estructural denunciadas por el mismísimo máximo dirigente del partido y Presidente del Gobierno actual… pero todos nos engañamos y hay quien habla incluso del nuevo PSOE… imposible mentira mayor, y la ciudadanía española se aferra con ¡esperanzas!

Al PP le queda intentar recomponer sus fuerzas, ahora trinitarias: porque su debilidad es haberse fragmentado en PP-C’s-VOX, y eso le impide mayorías directas, puede gobernar pero siempre con gentes remotas cuyos rostros ni siquiera son conocidos por sus gobernados; está enflaquecido pero el sector no ha perdido ni un voto de esa derecha tradicionalista patriotera: unos les obligan a mostrarse en su pijerío neoliberal (sólo para lo que conviene), los otros en su extremosidad filocatólica integrista rozando la frontera del esperpento de la corte de los milagros. Es tanta la podredumbre que alberga y tanta la debilidad de unos líderes sin aparente capacidad, sin proyecto ni ideas, sólo imagen repleta de caspa, que podría llegar a desaparecer, pero no sufran: ahí están Rivera y Abascal para dividirse la finca de don Manuel Fraga, ex-Ministro, y, si fuera necesario, explotarla juntos.

En toda esta farsa consentida por una prensa que jamás pregunta, sino que construye imagen para unos u otras, quien lleva la peor parte es Unidas Podemos, porque no eran una metamorfosis del PSOE ni de IU sino un instrumento de renovación política que inspiró un cambio que ha durado el tiempo, perfectamente calculado por los equipos de demolición, de que la sociedad asuma la crisis económica y las pérdidas sobrevenidas como la nueva realidad, el horizonte inevitable: una vez construida esta “novedosa” realidad y promovida la propaganda, el 15M está condenado a su disolución progresiva en favor de partidos conservadores apenas camuflados como el PSOE. Y esto no quita ni un ápice de responsabilidad a sus máximos dirigentes actuales, que deberían dimitir esta misma semana y sabiendo que abandonan un barco que se hunde… a ver cuánto tardamos en verlos aferrarse a las barandillas de los que siempre flotan, pase lo que pase.

Ha perdido la ocasión histórica ese Pablo Iglesias (simbólico, son casi la totalidad de sus dirigentes) que se mostraba transversal, políticamente a la izquierda pero sin débitos a revoluciones ni teorías, aquel 15M pragmático que entendía a la pequeña empresa, que tenía sus dudas sobre Europa y que ejercía un progresismo pegado a la realidad de la calle, que tenía más que denunciar en la férrea IU y en el laxo PSOE que en el PP o C’s porque la batalla política era por despertar a la ciudadanía de su letargo conservador, no elegir entre la madura Venezuela o el Madrid de Esperanza Aguirre, no optar entre la España española o la catalana… al final, Podemos ha terminado siendo el ovillo de juego del gato periodístico-político hispano y ha renunciado a sus opciones pensando que podía ocupar el lugar de zorros de partido como Susana Díaz o este Pedro Sánchez finalmente felipegonzalizado… y no, claro, en ese mundo de locos sólo puede ganar un loco: quizá veamos algún día a muchos de estos anticasta militando en las filas de la socialdemocracia de mentira que sólo aspira a ser rociero-progresista.

Y esos nacionalismos reprimidos, ganando elecciones en mitad de la brutal represión, jugando al destino histórico en lo universal y aspirando a la plotiniana hipóstasis de la República inscrita en el adn evolutivo de sus pueblos…

Soy pesimista. Creí, yo y tanta gente, que Podemos era otra cosa y que abría una vía nueva. Y ahora me encuentro con un país que, lejos de aprender la lección de la crisis, se adecua a su miseria sin importarle las crisis venideras (colapso ecológico, nuevo colapso de una economía especulativa no regulada, burbujas económicas como las de la gentrificación, prolongación de la corrupción generalizada de partidos que han situado a la democracia como tablero de juego de sus negocios, mafias internacionales, crisis de refugiados, crisis educativa, crisis en la Justicia, crisis en el sistema sanitario, pensiones…).

A mí Unidas Podemos me importa un carajo (término naval). Yo veía con ilusión el despertar de la consciencia de una parte importante de la población que decía basta a la desvergüenza, y nada más. Pero, reiteramos, era preciso que todo cambiara para que nada cambiara. Y ya estamos igual, ea. El VOX sociológico se impone, aunque estos faranduleros del malvivir no venzan ni convenzan. Los responsables que dimitan… poco a poco, no es sensato el vacío de poder.

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