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Juan Carlos I, dos años después

Manel Mas
Manel Mas
Estudié contabilidad y economía, fui perito y profesor mercantil, ejercí de profesor en Alesco (Altos Estudios Comerciales) en Barcelona dando clases de contabilidad, cálculo y derecho mercantil.
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análisis

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Cuando se cumplen dos años de la fuga del rey emérito en los Emiratos Árabes, el juez instructor del caso Nóos, José Castro, se muestra convencido que Juan Carlos I «morirá sin rendir cuentas con la justicia» porque «inviolable es equivalente a impune». Por eso él ya desistió » de investigarlo […] a pesar de tener elementos que pudieran avalarlo», ha afirmado este miércoles en una entrevista en Catalunya Radio.

Castro fue el primer juez que se atrevió a imputar un miembro de la Casa Real, la niña Cristina, y todavía ahora se hace cruces que «un tribunal aceptara el argumentario que no sabía nada» cuando era socia al 50% con su marido, Iñaki Urdangarin, de la empresa Aizoon, clave en la trama Nóos.

A parecer suyo, el tribunal habría tenido que exclamar: ¿»Usted se piensa que nosotros somos bobos?». Pero el desenlace fue otro: la hermana de Felipe VI solo fue condenada a una multa de 265.000 euros, como partícipe a título lucrativo, una cifra que el Tribunal Supremo rebajó después a 137.000.

El juez, que ha publicado el libro Barrotes retorcidos. Memorias de un juez, donde repasa su trayectoria, no ha dudado nada al cargar contra la Constitución: «Nos la dieron hecha en lo que realmente les interesaba. El caudillo siguió vivo muchos años, o al menos su espíritu, que quizás todavía sigue vivo de alguna manera», ha concluido.

Castro se ha mostrado especialmente crítico contra la actitud «cortesana» que impregna parte de la judicatura española, que cree que «se pasará el resto de la vida agradeciéndole a Juan Carlos I que llevara la democracia» y que «nos salvara del golpe de estado». Lo de la democracia, después de la dictadura, parecía incluso lógico, aunque de forma controlada por miembros del antiguo régimen, reconvertidos en demócratas de toda la vida.

En cuanto a que Joan Carles nos salvó del golpe de estado del 23-F tengo mis dudas. Que los dos generales más monárquicos del país estuvieran al frente me resulta bastante extraño. Se trataba de Jaime Milans del Bosch y de Alfonso Armada, que había sido preceptor del monarca. Las declaraciones de quienes había sido el jefe de la casa real, Sabino Fernández Campo ponen muy en entredicho que Joan Carles no tuviera nada a ver en el asalto en el Congreso.

Y ha estado especialmente crítico con el hecho que la carta magna se aprobara, sin que nadie supiera qué quería decir «inviolabilidad» del rey. Una prerrogativa que, según ha ejemplarizado el caso del emérito, ha permitido que no todo el mundo sea «igual ante la justicia». «Cuando se da un trato de favor a alguien, la idea que todos somos iguales ante la ley se pierde», ha rematado.

Sobre el archivo de las causas que lo asediaban en España, ha criticado que tanto la Fiscalía como la Abogacía del Estado y la Agencia Tributaria hayan sido paradas «a la espera» que el antiguo monarca «regularizara» su situación fiscal, lo cual le supuso el pago de cinco millones, la pregunta es: ¿de dónde venía este dinero, estaba en España o en el extranjero? La agencia tributaria lo sabe, pero no lo ha hecho público. ¿Todavía tiene dinero el emérito y donde lo tiene?

Castro ha defendido que la sala segunda del Tribunal Supremo «tenía que instruir» las investigaciones sobre el emérito porque «está capacitada para abrir de oficio unas diligencias». A pesar de que ya no sea inviolable, ha sentenciado, Juan Carlos I «sigue arrastrando la impunidad de facto».

¿Qué piensan ustedes, queridos lectores? ¿No creen que el Juez José Castro tiene razón? Joan Carlos quedará en la retina de la mayoría de españoles como un vividor, estafador, que ha eludido el pago de impuestos y que ha hecho lo que le ha dado la gana desde siempre. ¿Es lógico que un personaje así haya estado protegido por una Constitución que él nunca prometió ni jurar cumplirla?

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1 COMENTARIO

  1. En el Imparcial, sin embargo, un acreditado periodista, como Ason, nos cuenta que este tipo comentarios “se trataba de liquidar la Transición y se utilizó como chivo expiatorio a Don Juan Carlos, al que apalearon sin piedad desde algunos espacios de televisión”. Al que no se le puede siquiera contestar porque no brinda la oportunidad en sus páginas mostrando el estilo de imparcialidad que se titula, tras introducir el comentario enunciando que “en la democracia pluralista plena de España, en la Monarquía de todos, algunos partidos separatistas, bilduetarras y de extrema izquierda, pusieron en marcha una descomunal campaña contra la Corona”, que prepara el caldo de cultivo de la historia; nos cuenta que por su parte, “Don Juan Carlos soportó el aguacero de forma elogiable y se marchó voluntariamente al exilio, aguantando la tormenta de injurias y calumnias sin hacer declaraciones, preocupado solo por la estabilidad de la Institución”.
    Sería aconsejable leer el contenido del artículo completo, todavía colgado en ese diario, para poder interpretar a la luz de un pensamiento que no sea sumiso, el contenido absolutamente contradictorio con este de hoy aquí, a mi forma de ver está fuera de toda realidad, en defensa de que el máximo representante de los españoles, sentado ante nosotros, en nuestras televisiones, mencione aquello de “todos los españoles somos iguales ante la ley”, demostrando a continuación, en su persona, absolutamente lo contrario sin que quede inhabilitada la moral reaccionaria que siegue encontrando razones para la impostura.

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