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José Luis Ábalos, un amigo

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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Yo padezco el síndrome de Casandra. Es jodido, y no tiene cura. Casandra fue una sacerdotisa troyana del templo de Apolo (en Troya) a la cual Apolo le prometió conceder dotes proféticas a cambio de sus favores sexuales. Al tiempo, Apolo tuvo un calentón y solicitó a Casandra dichos favores; pero he aquí que Casandra, en un alarde de feminismo de la época, dijo que nanai (después de todo, conocer lo que va a ocurrir de vez en cuándo tampoco es para tanto si no se tiene el poder para evitarlo…); Apolo podía pues meterse sus poderes proféticos donde le cupiesen, ya que Casandra seguiría casta. Sin embargo, jugar con un Dios es un tema muy arriesgado, y todos los que lo intentaron, perdieron (esto es claramente en la mitología griega una defensa de la sociedad aristocrática patriarcal y estamental según la cual, los que están arriba, mandan, y los que están abajo, se aguantan…). Lo que Apolo decidió no fue quitarle a Casandra los poderes adivinatorios, sino condenarla a no ser creída nunca por nadie. Y esto es lo que me pasa a mí, que nadie cree mis predicciones, y llevo unas cuantas (lo de los “favores sexuales” lo estudiaría llegado el caso…).

En las pasadas primarias para la secretaría general del PSRM, hace un par de años, yo publiqué una serie de artículos en los que desgranaba lo que, a mi modesto entender, debía constituir la nueva política, y, por ende, el Nuevo Psoe. Me apalearon. Dije cosas como que “los partidos no deben ser los que lideren a la sociedad hacia ningún lugar”, por mucho que le llamen “la tierra prometida”, y, de hecho, cuanto más grande es la promesa, mayor es la mentira. No. Los partidos deben ser “instrumentos de transformación de la sociedad”, o lo que es lo mismo en una sociedad de la información, perfectamente formada, madura, y que sabe lo que quiere, los partidos deben ser el eslabón entre la sociedad y la administración en sus vertientes legislativas, ejecutivas, y punitivas. Es decir, los partidos deben recoger, no el sentir de la sociedad, sino SUS PROPUESTAS para la resolución de los problemas que le atañen (ya que, quien mejor conoce las soluciones a los problemas, son aquellos que los están sufriendo…). Así pues, yo propuse la necesidad de llegar a encuentros con la sociedad civil, no de un mes (con claro carácter mediático y electoralista) sino de dos o tres años. Se trataría de recoger las propuestas progresistas de todas y cada una de las organizaciones sociales (Tercera Edad, Maestras, Enfermeras, Organizaciones de Consumidoras, Colectivos de todo tipo, Empresarias…, y, naturalmente, Organizaciones Sindicales). El partido se encargaría de hilvanar y cuadrar todas esas propuestas progresistas en forma de Programa Político. Posteriormente, se volvería a hablar con todas esas asociaciones para comprobar y demostrar el grado de cumplimiento y el compromiso en la aceptación de esas resoluciones, y se pediría el apoyo electoral al Psoe para poder llevarlas a cabo. El Programa Electoral no sería el del Psoe, sino el de la Sociedad Civil instrumentalizado por el Psoe, que no es lo mismo. Esto es política moderna porque se le da el auténtico mando a quien es el auténtico sostén de la sociedad: la sociedad misma. Los partidos pierden protagonismo, y lo gana la ciudadanía. De la misma forma que la gente no necesita “dependientes” en una tienda que le orienten sobre qué producto comprar (como sucedía antes…), al incrementarse el nivel formativo de la población ya no es necesario el tutelaje en el consumo, ni tampoco en el “consumo político”. No necesitamos que nos lleven de la mano, o que nos resuelvan los problemas. Necesitamos información veraz y una administración honrada que funcione conforme los dictados de la ciudadanía, a través de los partidos políticos, que han de ser más “instrumento” y menos “elemento”. Deben ser un medio, y no un fin en sí mismos.

En el paroxismo de la argumentación se me ocurrió decir, emulando a Felipe González, “hay que ser murcianos, antes que socialistas”. Me cayó la del pulpo. Gracias a Dios, dos años después, el compañero José Luis, ha venido a darme la razón. José Luis Ábalos ha descubierto, después de 140 años, que la sociedad civil, existe. El otro día se reunió con el grupo de la Vivienda y, según dice, se sorprendió de las acertadas y oportunas propuestas que le hicieron, así como el nivel de compromiso expresado en la voluntad de participación. Lo que yo decía. Gracias José Luis, eres un amigo.

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