Un gran torneo futbolístico pierde grandeza si no está Italia. Ocurrió en el Mundial de Rusia 2018 que, además de su mediocre nivel futbolístico y por más que la final fuera un espectáculo de goles, demostró que faltó algo, y ese algo era la maglia azzurra.
Anoche se inauguró la Euro 2020, que se celebra en 2021 por la suspensión del año pasado a causa de la pandemia.
Fue en Roma, la que fue la capital de un imperio y en el estadio olímpico que vio coronarse a Abebe Bikila resonaron las notas de Il canto degli italiani. El fútbol retomó su grandeza porque Italia había vuelto a un gran torneo, el lugar que jamás debió abandonar. «Fratelli d’Italia / L’Italia s’è desta / Dell’elmo di Scipio / S’è cinta la testa / Dov’è la Vittoria? / Le porga la chioma / Ché schiava di Roma / Iddio la creò».
La selección de Italia retornó a las grandes competiciones internacionales con un contundente triunfo por 3-0 contra Turquía. Fue una presentación autoritaria decidida por un gol en propia meta del defensa turco Merih Demiral y los goles de Ciro Immobile y Lorenzo Insigne.
Terminó triunfando la técnica de la selección dirigida por Roberto Mancini frente al poderío defensivo de Turquía, aunque los hombres de Senol Gunes cerraron bien los espacios y dificultaron el juego de los azzurri, que llegaban a esta Eurocopa tras después de una fase de clasificación con diez victorias de diez.
Primera parte
Italia creó un buen número de oportunidades, con un juego de alta calidad, pero sin acierto de cara al gol. Esto se demostró en la triangulación que provocó un remate del napolitano Lorenzo Insigne. La azzurra no olvidaron aspectos que han dominado a lo largo de su historia, como el dominio de las jugadas a balón parado, como la que terminó con un cabezazo del defensa juventino Giorgio Chiellini parado por el arquero turco Ugurcan Çakir.
La igualdad permaneció en el marcador al descanso, pese a que se produjo una clara mano de Mehmet Çelik en el área que el árbitro neerlandés Danny Makkelie decidió no pitar.
Segunda parte: Italia activó la apisonadora
Tras reanudarse el partido tuvo que ser un desafortunado gol en propia meta de Merih Demiral, defensa del Juventus el que abriera el marcador.
Domenico Berardi regateó a Umut Meras en el área y colgó un centro que Demiral desvió a propia puerta con el pecho. Fue una inyección de confianza para Italia y un golpe psicológico para Turquía, en la que a Burak Yilmaz le costaba jugar balones ante el agresivo marcaje de la inmortal pareja de centrales Giorgio Chiellini y Leonardo Bonucci.
Italia, que desde que Mancini es seleccionador ha cambiado su filosofía y ha apostado por un juego más ofensivo y menos conservador, siguió apretando en busca del segundo gol y el premio le llegó en el minuto 66, por medio del ex sevillista Ciro Immobile, un goleador que no tuvo suerte en sus aventuras en Dortmund o Sevilla, pero que, tras su regreso a la Lazio, ha recuperado su olfato goleador.
El delantero aprovechó un rechace al centro del portero turco tras un remate de Spinazzola para enviar el esférico al fondo de las mallas y celebrar, en su estadio, el 2-0 que ponía tierra de por medio y tranquilizaba a la afición italiana.
A partir de entonces, Italia controló el ritmo de juego, movió el balón y esperó el momento correcto para finiquitar el partido. Lo hizo en el minuto 80, cuando Immobile entregó a Lorenzo Insigne un perfecto balón para que el delantero napolitano fusilara al arquero con la pierna derecha.
Fue el 3-0 que Italia defendió con autoridad hasta el final para arrancar con paso firme su camino en la Eurocopa.
Ya van nueve victorias consecutivas para el seleccionado azzurro, todas sin que Dounnarumma sepa lo que es recibir un gol.
