Riyad Mansour, ministro y observador permanente del Estado de Palestina ante Naciones Unidas ha remitido una misiva, a la que Diario16 ha tenido acceso, al Secretario General, la Presidencia de la Asamblea General y la Presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU en la que denuncia la nueva escalada de tensiones y el deterioro continuos de la situación en Palestina como consecuencia de las políticas y prácticas ilegales de Israel que sigue causando un inmenso daño a la población civil palestina en su empeño por colonizar y anexionarse una tierra que no es suya, todo ello en grave y constante violación del derecho internacional.

«Las fuerzas de ocupación israelíes siguen matando, hiriendo y mutilando a los civiles palestinos. El viernes 19 de marzo, un palestino de 45 años, Atef Yousef Hanaysha, murió tras recibir en la cabeza un disparo procedente de soldados israelíes que atacaron a manifestantes contrarios a los asentamientos cerca de la aldea de Beit Dayan, al este de Nablus, en la Cisjordania ocupada. Atef deja una esposa y tres hijos, además de su familia extensa, cuyas vidas han quedado devastadas por esta pérdida», afirma Mansour.

Son muchos los palestinos que se manifiestan cada semana para defender sus tierras de la ocupación y la incesante ampliación de los asentamientos. Sin embargo, cualquier oposición legítima al robo de tierras palestinas por parte de Israel y a la expropiación de los bienes de las familias palestinas sigue recibiendo como respuesta el uso letal y criminal de la fuerza por parte de los soldados israelíes, a los que no preocupa la posibilidad de tener que rendir cuentas, ya que reina una cultura de impunidad.

El mismo día en que el Ejército de Israel perpetró el asesinato narrado por Mansour en su carta, también se produjeron incidentes similares en otras zonas de la Palestina, tal y como relata el observador permanente.

«En Ayn al-Bayda, cerca de Yatta, en el sur de Cisjordania, los soldados israelíes agredieron físicamente a los civiles que se habían reunido con ocasión de una manifestación semanal en solidaridad con los aldeanos cuyas tierras corrían el riesgo de ser confiscadas para ampliar los asentamientos. Hace tres semanas, las topadoras de los colonos israelíes allanaron grandes extensiones de tierras de cultivo pertenecientes a cuatro familias de Ayn al-Bayda. Varios palestinos fueron también golpeados y sufrieron lesiones a causa de los gases lacrimógenos disparados por las fuerzas de ocupación que acompañaban a los colonos israelíes que asaltaron el viernes Khan al-Laban, un yacimiento arqueológico de la época otomana situado en la aldea de Al-Luban al-Sharqiya, al sur de Nablus».

Por otro lado, Mansour denuncia que el 18 de marzo una familia entera fue agredida en una supuesta «operación de búsqueda y captura» llevada a cabo por el Ejército ocupación en la ciudad de Bayt Ummar, en el sur Cisjordania. Los soldados israelíes, según relata Mansour, asaltaron la casa de la familia Abu Mariah y agredieron al padre, a su esposa de 50 años y a sus dos hijas, de 27 y 21 años. Dos hijos de la misma familia están presos en cárceles israelíes. Uno de ellos, de 17 años, fue detenido en abril del año pasado y condenado a dos años de prisión y el otro, de 26 años, se encuentra en detención administrativa sin acusación ni juicio desde el pasado mes de mayo. «Tal como les ha sucedido a muchos otros palestinos, toda la vida de esta familia ha quedado marcada y devastada por la ocupación israelí. Debemos preguntarnos cómo serían sus vidas si no existiera esta ocupación ilegal y cruel», indica el observador permanente palestino en su carta.

Simultáneamente a estos actos de agresión, que están directamente relacionados con la campaña ilegal de anexión y asentamiento colonial de Israel y son consecuencia directa de dicha campaña, ha habido una constante demolición de viviendas palestinas y existe la amenaza de que se produzcan más demoliciones y desalojos de familias palestinas en Jerusalén Este y sus alrededores, una grave preocupación que hemos manifestado en sucesivas cartas.

Según informó la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, solo en el mes de febrero de 2021, Israel demolió, obligó a demoler o confiscó 153 propiedades palestinas, con lo cual desplazó a 305 personas, entre ellas 172 niños, lo que afectó a los medios de vida de otras 435 personas. Esta escalada abarca una serie de ataques deliberados de Israel contra la ayuda humanitaria donada por la Unión Europea, los cuales se han triplicado respecto a la media mensual documentada en 2020. En este sentido, Mansour recuerda las repetidas demoliciones y confiscaciones de ayuda en JIrbet Humsa, incluida la destrucción de refugios, instalaciones de agua y saneamiento y estructuras de subsistencia, que han dejado al menos a 60 desplazados, entre ellos 35 niños.

Esta escalada supone un aumento del 65% respecto a la media mensual de demoliciones de 2020. La pauta y la intención están claras: adquirir más territorio palestino; y, de nuevo, existe una relación muy directa entre las demoliciones y los desalojos y los planes de colonización de Israel.

La ampliación de los asentamientos impulsa las demoliciones y el desplazamiento de los palestinos, ya que la ocupación intenta confiscar y anexionarse por la vía de los hechos la mayor cantidad de tierra palestina posible con el menor número posible de palestinos. En todo el mundo, esto se llama depuración étnica.

Nada de esto es casual, sino que todo forma parte de un plan deliberado de Israel para obligar a los palestinos, tanto musulmanes como cristianos, a abandonar Jerusalén Este y sustituirlos por colonos israelíes, judíos ultraortodoxos en su mayoría.

Dicho plan también tiene como objetivo fragmentar la conexión natural entre los barrios palestinos de la ciudad y cortar la conexión natural de Jerusalén con el resto del territorio palestino, como parte de los intentos de reafirmar la soberanía israelí sobre Jerusalén, en flagrante violación del derecho internacional y las resoluciones de las Naciones Unidas.

Por desgracia, el apaciguamiento, el aborregamiento o los intereses de la comunidad internacional han permitido que estos planes ilegales se ejecuten de manera gradual y constante, ya que Israel sigue adelante sin miedo a ninguna consecuencia, ni represalia ni sanción, como sí ocurre con otros países que, casualmente, son enemigos de Israel.

Es hora de poner fin a esta impunidad flagrante que está causando tanto daño y desesperación al pueblo palestino, está destruyendo las perspectivas de lograr una solución justa y está alimentando el odio y el conflicto. Ha llegado el momento de trabajar unidos para reparar esta injusticia de manera que se respeten plenamente los derechos del pueblo palestino, incluidos los de libre determinación y retorno, se garanticen su igualdad y su dignidad humana y se alcancen la paz y la seguridad entre Palestina e Israel, de acuerdo con el consenso internacional sobre la solución biestatal basada en las fronteras anteriores a 1967, tal y como se consagra desde hace tiempo en las resoluciones de las Naciones Unidas.

1 COMENTARIO

  1. A estas alturas de la Historia, aceptar este genocidio es de absoluta vergüenza. De la misma manera que tildar de antisemitas a quienes lo denuncian es de una atroz desvergüenza. Terrible la condición humana. No mejoramos…
    Solamente las escasas personas generosas y valientes que de vez en cuando aparecen – como Rachel Corrie, Anarquistas contra el Muro (AATW), etc. – me hacen conservar todavía un fino hilo de esperanza.

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