Intereses

El sol llegaba casi al mediodía, aunque en el interior de los aposentos, el terciopelo y la lana de los cortinones convertía la estancia real en noche cerrada. En la cama, el Rey, recostado entre cojines de plumas, deliraba por el intenso dolor. El dedo gordo del pie derecho le palpitaba como si allí se hubiese instalado su corazón. En el tobillo, un millón de agujas clavaban su acero entre sus huesos recreándose en cada uno de los pinchazos.

El aprendiz de galeno, venido del otro lado del Canal de la Mancha y educado por un verdadero médico, intentaba corregir una dieta que hacía estragos en los riñones de su Majestad, que le provocaba dolores tan intensos que producían delirios y desmayos, y que postraban al viejo rey entre la cama y su butaca. Por el contrario, el torpe sacamuelas convertido en doctor a base de ciegos pero suertudos tratamientos cuya curación se debían más al tiempo y la madre naturaleza que a su eficacia, insistía en las sangrías, los caldos de jóvenes y grasientas gallinas y los estofados de faisanes, pichones y jabalíes cazados por los criados.

El pobre rey no mejoraba. Cada día estaba peor. El joven doctor declamaba que esos tratamientos le llevarían a la tumba. El viejo barbero insistía en que eran las nuevas modas lo que postraba al rey en cama. “Un buen estofado de jabalí, con sustancia y consistencia, no puede hacer daño a nadie”, decía. Y añadía “son las verduras con las que usted obliga a cocinar las que provocan el daño”.

La reina era consciente de que, en los dos últimos años, el rey había empeorado mucho y que sus propias sangrías como alivio de sus dolores menstruales, no sólo no la ayudaban, sino que la dejaban exhausta días en cama. Aun así,  hacia ver su confianza en el viejo matasanos porque mientras viviera el rey, ella sería reina. Guillermo, el hermano menor y heredero, confiaba en el viejo barbero por la inquietud en heredar la corona. Arthur, el Duque Valido,  abogaba por el viejo barbero porque sabía que el nuevo Rey no confiaba en él,  y acabaría con su ministerio. Sólo la joven Amelia creía en el nuevo médico, más por descrédito del anterior que por méritos propios. El viejo barbero ascendido a médico personal de Su Majestad, sabía que el tiempo jugaba de su parte. Cuanto más tardara el rey en morir, más duraría su sinecura.


 

Involución. Democracia por aburrimiento

Decía José Antonio Gómez, en un artículo publicado en diario16 el pasado 13 de julio, que Sánchez y Rajoy quieren terceras elecciones. También Martu Garrote parece confirmar esta aseveración aunque desde posiciones algo distintas.

Desde el momento que han empezado las “negociaciones” para formar gobierno, vengo sosteniendo en Twitter  también esto, pero no por las razones que cada uno de los otros explican en sus artículos.

Rajoy, el practicante del dontancredismo más demencial cree (y por los resultados del 26J parece que todo apunta a ello) que no hacer nada, esperar a que los demás se pudran por sus propios errores, muchos de ellos debidos a su impaciencia, le beneficia. Por una parte, aunque en funciones (o precisamente por ello) sigue al frente del Gobierno. Con la “gracia” además de que no da cuentas a nadie de lo que hace. Se pasa al Parlamento por el foro y ni aunque se demostrara que el Obispo de lo Anterior (Fernández Díaz) fuese culpable de instigar la muerte de Manolete, él tendría que cesarlo porque no puede ser recusado en el Congreso. Para un tipo que espera pacientemente a que la economía se arregle sola, a que los parados se vayan de España o a la trampa de los contratos a media jornada, para reducir las listas, para quién lo único que le preocupa es lo que dicen en el Marca, para quién es indiferente a casi cualquier cosa y que es capaz de salir a decir sus perogrulleces con el traje lleno de manchas de la corrupción, no tener que dar cuentas a nadie, es el almíbar de una lata de melocotón.

Por otra parte, y gracias a los medios de incomunicación y adoctrinamiento que controla (públicos y privados), cuantas más elecciones, más desencanto en el electorado. Cuanto más desencanto, más abstención. Y cuanto más abstención, menos votos para la izquierda, porque los suyos son disciplinados y no fallan. Por tanto, unas terceras elecciones podría llevarle sino a una mayoría absoluta, si a un mayor número de diputados con los que poder seguir impasible, pero al mando,  en la puerta de esta tenada que es España.

Tanto José Antonio como Martu, abogan en los problemas internos del PSOE como la estrategia de Pedro Sánchez para querer unas terceras elecciones y por tanto no formar parte ni por activa, ni por pasiva, de un gobierno del Partido Popular. Tal vez haya algo de eso. Tal vez Sánchez Castejón sea tan egoísta como para jugarse el futuro de su partido en unas terceras elecciones. No lo sé, no conozco su estrategia,  ni estoy al tanto ya de los intríngulis de ese partido.

Lo que yo creo es que al PSOE (y no sólo a Pedro Sánchez) le interesa que Rajoy no sea capaz de formar gobierno o que lo forme sin la connivencia, por acción u omisión, del PSOE. Por una parte acallarían así todas las voces que hablan del gran pacto en la sombra sin tener que dar explicaciones. Por otra, mientras Rajoy siga en funciones (o en un gobierno real) quedarían a buen recaudo todos los tejemanejes, trapos sucios, y componendas del sistema pactado en el 78. Todo seguiría igual y la posibilidad de un cambio de modelo o de que todas las miserias y mierdas de la suciedad del estado salieran a la luz, se alejaría al menos un tiempo. Por mucho que quieran hacer creer, por mucho que haya quiénes picaron el anzuelo de los medios deformativos y adoctrinadores, fue el PSOE el que no quiso pactar con PODEMOS (incluso como me dijo alguien del Consejo Ciudadano de Podemos, hasta es muy posible que el pacto estuviera hecho y se volvieron atrás por culpa de Susana Díaz, González y toda la carcunda). Y no quiso pactar porque lo que hay en juego, no sólo es la luz de las alcantarillas del estado, sino el principio del fin de un sistema injusto, que crea mucha riqueza pero a un 1% de la población y somete y empobrece al 99% rebajando su vida a la supervivencia. Por otra parte, y a pesar de lo que se dice en las redes sociales, el electorado que le queda al PSOE es el cautivo. El hooligan y el parásito que teme perder sus salarios subvencionados. Y esos, haga lo que haga el PSOE, no le abandonarán.

Tanto PSOE, como PP (y Ciudadanos que lleva diez años apuntalando el sistema en Catalunya) están cuidando de lo suyo, de los bancos, de las grandes multinacionales, de los empresarios, de los gurús de la UE, de la OTAN, del club Bidelberg, de Goldman Sachs, del imperialismo, de la globalización de los mercados y del trabajo precario. Y esas no son cuestiones baladís como para ponerlas en el juego democrático.

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Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.

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