Foto: Agustín Millán

Nada es casual en este mundo, y en la política mucho menos. Independientemente de lo ocurrido en las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos, la realidad es que el proyecto de los asesores sigue adelante y sólo la responsabilidad y el respeto hacia los valores de la democracia y al servicio al pueblo lo pueden frenar en el mes de septiembre.

Tras el resultado de las elecciones del 28 de abril han pasado tres meses en los que prácticamente no se ha negociado nada, a diferencia de lo que ocurre en otros países de nuestro entorno cuando se trata de conformar un gobierno de coalición.

La estrategia de dejarlo todo para después de las elecciones autonómicas y municipales y de la constitución de los ayuntamientos fue una pérdida de tiempo cuyas consecuencias sufre ahora el pueblo. Desde el minuto 0 después de la publicación de los resultados oficiales de las elecciones generales los equipos de los dos partidos de la izquierda debieron empezar a trabajar y olvidarse de lo que ocurriera en los comicios locales porque los aparatos de las formaciones progresistas tienen capacidad suficiente como para poder acometido una negociación en todos los ámbitos y sin las prisas de las 48 horas previas a la segunda votación. Sin embargo, no se hizo nada y se dejó todo para el último día, como quien dice. Algo que, por cierto, es muy español.

Históricamente, la izquierda ha escenificado en público sus diferencias y sus líneas rojas. Esta división irreconciliable —que contrasta con la facilidad con que la derecha llega a acuerdos— provocó, por ejemplo, que se perdiera una guerra para dar paso a una dictadura fascista que duró casi 40 años. Ese escenario es el que se va a repetir si hay una repetición electoral, algo que todo indica que así será… salvo que se vuelva a la cordura.

Las peticiones que hizo Unidas Podemos están fuera de toda lógica política. Evidentemente, estaban en su derecho de pedir, pero dentro de lo que le tocaría por la representación parlamentaria que tiene. La propuesta que hizo el partido de Pablo Iglesias estaba absolutamente fuera de lugar porque, en realidad, lo que proponía era tener un gobierno dentro del Gobierno, algo que, como decimos, está fuera de toda lógica.

A un partido que no tiene experiencia de gestión de gobierno no se le puede entregar la responsabilidad de Hacienda porque la responsabilidad de las cuentas públicas no se centra sólo en las políticas sociales, sino que debe dividirse en otros departamentos. ¿Qué ocurriría cuando hubiera que ampliar el presupuesto de defensa para renovar el material de los militares que van a las misiones de paz? ¿Denegarían ese presupuesto por una cuestión ideológica?

El PSOE hizo una propuesta para que las responsabilidades de igualdad pasaran a Podemos, a pesar del buen trabajo que están haciendo en esta cartera tanto Carmen Calvo como todo su equipo. Sin embargo, lo rechazaron. ¿Cómo es posible?

En la mañana del pasado jueves Podemos rebajó sus pretensiones. Sin embargo, la propuesta fue rechazada por los socialistas porque aún era más de lo que podían dar. El presidente del Gobierno lo dejó claro en su intervención al afirmar que la oferta del PSOE de una vicepresidencia y cuatro carteras ministeriales era muy importante porque en Podemos «tienen personas suficientemente cualificadas para haberlas llevado a efecto. Hemos mostrado una noble voluntad de acuerdo».

La tensión que se ha generado en estos últimos días entre socialistas y Podemos ha derivado en una oportunidad perdida para la ciudadanía de poder tener en la Moncloa a un equipo que gobierne por primera vez en la historia con una base programática basada en la justicia social porque, tal y como se ha confirmado desde el Gobierno, la vía de un Ejecutivo de coalición ya no es posible: «Esa vía ya no está abierta […] Toca explorar otras situaciones para evitar elecciones».

El problema de todo este tira y afloja de última hora, a pesar del espectáculo dado, es que se está abonando el fracaso de la democracia española, de las ideologías y la victoria del plan de los asesores, que pasaba inevitablemente por una repetición electoral que, supuestamente, beneficiaría al PSOE. El objetivo de los comicios en noviembre no era otro que la vuelta al bipartidismo nacido de la Transición porque no tendría más consecuencia que el debilitamiento de los nuevos partidos (Ciudadanos, Vox y Unidas Podemos) en favor de las dos grandes formaciones tradicionales. No obstante, el verdadero vencedor sería Pablo Casado, puesto que recuperaría votantes de Rivera y de Abascal.

Esta vuelta al bipartidismo es una de las exigencias de las élites económicas, financieras y empresariales de España que no entienden lo democrático que es la diversidad de formaciones políticas ni la necesidad de negociación de las políticas que afectan directamente a la ciudadanía, no sólo a ellos. Es evidente que dos partidos son mucho más controlables que varios, tal y como se ha visto después de la Transición. Un PSOE domesticado es mucho más favorable para ellos que un partido que defienda las esencias del socialismo real, no el de las buenas palabras.

En el mes de julio del año pasado, Iván Redondo, jefe de gabinete de Pedro Sánchez, se reunió en secreto con los representantes del IBEX35, un encuentro que habría pasado desapercibido a los españoles si Diario16 no lo hubiese hecho público. Por cierto, esta información no fue desmentida en ningún momento desde Moncloa.

Por tanto, Pedro Sánchez debe decidir si seguir los consejos de unos asesores que parecen buscar que no haya un gobierno plenamente progresista o mantenerse en las esencias del PSOE que tanto ha defendido Adriana Lastra en el debate de investidura. Por otro lado, una repetición de elecciones impediría que el propio Sánchez pasara a la historia como el primer presidente que gobernó con un programa basado en la igualdad, el feminismo, la justicia social, la ética y el servicio al pueblo que le dio su confianza para que liderara el restablecimiento del orden social que la crisis y el PP rompieron.

Hay que ser consecuente con los principios porque existen cosas que se pueden hacer con algunos socios de gobierno pero con otros no es imposible. El presidente en funciones dijo en el Congreso que «el feminismo es capital» para su Ejecutivo. Con el bipartidismo es imposible realizar una política basada en la igualdad real, en el feminismo y en la lucha contra la violencia machista porque, aunque desde la derecha se puede realizar cierta defensa de los valores de la igualdad, hay demasiados intereses para evitar que se mantengan los postulados de la sociedad patriarcal. ¿Acaso se puede hacer la política de la igualdad que se contraponen claramente con los postulados del IBEX35? ¿Acaso se puede gobernar con el feminismo por bandera con los López Madrid de turno?

Es imposible hacer políticas sociales efectivas con el dogmatismo y con las exigencias de Pablo Iglesias, pero también sería inverosímil hacerlo junto a la derecha porque, tal y como estamos viendo en comunidades autónomas y ayuntamientos, al final acaban cediendo a los postulados de Vox.

Antes de dar pasos en falso que terminen en el retorno del bipartidismo, hay que tener muy en cuenta el hecho de que el partido de Abascal ha llegado para quedarse. No es la efímera Fuerza Nueva de Blas Piñar del año 1979 porque el momento histórico era muy distinto al actual. Vox no va a desaparecer, sino que va a influir en las otras derechas, sobre todo en el PP de Pablo Casado. Si éste decidiera dejar de apoyar algunos de los postulados en contra de la igualdad y la diversidad de Vox, perdería una parte del electorado que aún le apoya, lo que le alejaría de ser una fuerza con capacidad de gobierno.

En consecuencia, la única fórmula válida, porque hay experiencia de ello, para mantener políticas basadas en la justicia social, en el feminismo y la igualdad real es la del Ejecutivo de Pedro Sánchez porque, al fin y al cabo, ese modo de gobernar fue el que le llevó a ganar las elecciones con el apoyo importante de una parte de su gobierno que aún mantiene las esencias y los principios del socialismo, mientras que la otra sigue al pie de la letra los postulados indicados por los asesores.

4 COMENTARIOS

  1. Sr. Domínguez Moreno, no soy politólogo, por lo que no entiendo muy bien su titular. Yo pensaba que los asesores de UP habían sido los podemitas que decidieron lo que su secretario general debía conseguir en la investidura de P. Sanchez. Como el PxxE no hizo ninguna otra consulta y lo único que me suena es «con Rivera no» pues creía que no iba a haber ninguna dificultad, sobre todo acordándome de eso de «somos izquierda». Ya sé que soy un iluso: Me olvidé de la CEOE, Bancos, Fondos Buitres, Felipex y Susana, dueños de Tvs, prensa, radios tvs, multinacionales de puertas giratorias…Olvidos imperdonables, qué le vamos a hacer.
    Creo que no va a hacer falta ningún Indra para traducir los resultados finales de los escrutinios. El rebaño está siendo encaminado hacia el aprisco con múltiples ayudas de perros pastores.

  2. Riana loas clavado . El PSE nunca a querido un gobierno de izquierdas ellos quieren un gobierno de derechas y asi ellos parecen de izquierdas . Y no quieren ni en pintura. A PODEMOS porque Pablo iglesias le hace sombra

  3. Totalmente de acuerdo con Riana y con Mayte, el PSOE nunca fue de izquierda, quiere. Podemos de muleta. Antes que aceptar las propuestas de Sánchez, prefiero elecciones.

  4. Vaya, parece que somos más de uno los que opinamos igual. Sánchez nunca ha querido un gobierno con Podemos.Solo quería su virginidad izquierdista.El marchamo de izquierda que el partido de Sánchez no tiene.
    Pero parece que habremos de pagar, como siempre las multas de la UE, por la intoxicación ambiental, Las multas por las torturas al sr.Otegui, y otros desgraciados, pagaremos también las multas por el encarcelamiento de los jóvenes de Altsasua y, pagaremos también, por unas políticas endeudadas con los bancos.Creo que ni con la extorsión que están haciendo a los catalanes y valencianos podamos pagarlo todo.
    Pero ellos si que cobraran, vaya si cobraran.Aunque los desahucios, con sus suicidios, no paren.

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