No llegué a verlo -al poeta- en la caseta de Bala Perdida, su editorial, en la Feria del Libro; y se me quedó clavada la espinita.
Sí había estado en la presentación de INTRAMUROS en la Alberti (La Maravillosa Librería de la Maravillosa Lola Larumbe), y allí escuché a Jordi Doce haciendo de maestro de ceremonias en la puesta de largo literaria de Jaime Cedillo.
Jaime Cedillo es poeta, Intramuros en su primer libro, está prologado por Benjamín Prado y Joaquín Pérez Azaustre le ha hecho una crítica magnífica en El Cultural de Ansón y Blanca Berasátegui.
«De qué pasta estás hecho,
viejo tren,
que me subo sabiendo
que vamos a estrellarnos
y no me quiero bajar»
El poema, que aparece en la página 42 del libro, se titula Amor, y en mi opinión es muy representativo de la filosofía de vida de Cedillo, que en repetidas ocasiones canta en Intramuros a quienes «sabiendo que no pueden ganar, jamás renuncian a la pelea».
Y es en la estela de la anterior que convierte en material poético su propia muerte y entierro (Un Futuro de Cuerpo Presente) en el mismo tono que recupera la infancia, el desorden de su cuarto (Trastos) o las peleas de sus padres, porque la apuesta de Jaime Cedillo es la vida, y no sólo como poeta sino también como ser humano: siempre que le he visto estaba en sus ojos esa inquietud aventurera y generosa de quien busca en el mundo y en los demás los mejores brillos.
En suma, un libro agradable e interesante, delicioso como objeto (como todos los de ediciones Bala Perdida) y como alma. Lo he comprado y regalado tres veces durante este verano; y las tres ha sido un acierto y un éxito.
Intramuros, de Jaime Cedillo. Bala Perdida. Si no te conozco y no he podido regalártelo: regálatelo a ti mismo.
(Mecanografía: MDFM)