jueves, 25abril, 2024
21.3 C
Seville
Advertisement

Interinos: ¿La hora de convertirse en un partido político?

Ha nacido una nueva clase social para desbancarlos a todos, la del capital sin que detrás esté más que más capital. Esa clase social, con todas sus herramientas de autopreservación intactas, es global, y no atiende a las directivas ni valores de los estados. Es el mundo de los Buffet, Soros, Gates, Musk o Zuckerberg pero también de Abramovich, Usmanov, Sechin, Miller o Jianlin, Yinglin, Jack Ma y Ma Huateng. Todos y cada uno de ellos, a través de sus empresas y áreas de influencia, mueve más presupuesto que todo el estado español. No se hace pues una guerra o una revolución, sin que ellos den su aprobación

Josep Jover
Josep Jover
Abogado especializado en Derechos Humanos de Tercera Generación y gestor de conflictos. Es uno de los juristas más importantes en Derecho de la Unión europea donde ha llevado frente al TJUE novedosos casos
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Hablando en plata, los partidos políticos nunca han funcionado, al menos en España, como una herramienta de servicio a la comunidad desde sentimientos diferentes, sino como instrumento de preservación de los intereses de los diversos clanes dominantes.

Así, el Partido Popular es el partido de los hidalgos, de las élites que han venido controlando las estructuras del estado, al menos desde tiempos de Felipe V, los socialistas serían la evolución de los pequeños propietarios y de los gremios, Podemos acogería a los obreros y operarios y en VOX, heredera de la “Falange y de las Jons” y de los tercios encontraríamos a la soldadesca, a los meapilas y a los que en su tiempo se llamaban “desertores del arado”, y si lo queremos decir en neolenguaje, a los “Alastristes”.

Esos cuatro colectivos, han venido configurando a través de los siglos el estado de la piel de toro.

Pero estas fracciones, responden a un modelo de estado encapsulado que solo se relacionaba con los demás estados compitiendo con ellos. Y la forma más habitual de competencia era la guerra. Y para que haya guerra, se necesita carne de cañón nacional que sea pobre y fanática.

El problema ha venido cuando los estados han ido perdiendo progresivamente su estructura autárquica. Lo hemos visto recientísimamente. Putin reunido con altos ejecutivos europeos, Xi Jinping con capitalistas americanos y Biden con empresarios rusos.

Y es que ha nacido una nueva clase social para desbancarlos a todos, la del capital sin que detrás esté más que más capital. Esa clase social, con todas sus herramientas de autopreservación intactas, es global, y no atiende a las directivas ni valores de los estados. Es el mundo de los Buffet, Soros, Gates, Musk o Zuckerberg pero también de Abramovich, Usmanov, Sechin, Miller o Jianlin, Yinglin, Jack Ma y Ma Huateng. Todos y cada uno de ellos, a través de sus empresas y áreas de influencia, mueve más presupuesto que todo el estado español. No se hace pues una guerra o una revolución, sin que ellos den su aprobación.

Y lo que es más importante, frente a esa nueva aristocracia, las élites estatales han perdido la mayor parte de su poder, aunque lo disimulen frente a los ciudadanos, con la complicidad de los medios de comunicación locales.

Los partidos políticos, pues, han perdido parte de su esencia y de su razón de ser. Vienen obligados a establecer, cada vez más, estrategias globales hermanándose con sus correspondientes de los otros estados, y por tanto cada vez pueden atender menos a los intereses locales o sectoriales.

Por decirlo de una manera gráfica, por pura necesidad histórica, el partido que añora los tercios de flandes, se alía con los imperialistas ingleses, con los expansionistas (por no llamar nazis) alemanes y austríacos, los colonialistas franceses y los ultranacionalistas polacos. Partidos todos ellos que, curiosamente, promovían, sólo hace setenta años, la guerra de los unos contra los otros.

Y eso deja espacio más que suficiente para los partidos transversales, partidos de nuevo cuño pensados para atajar un problema determinado. El primer botón de muestra, aquí, ha sido “Teruel existe”.

Si analizamos el tema de los interinos, vemos que, después del lamentable papel que los partidos políticos, todos ellos, han hecho en este tema, hay espacio electoral suficiente para crear una alternativa política que sea efectiva, ya que estamos delante de un verdadero grupo social, con formación, conocedor de la estructura del estado, coordinado y con un respaldo directo que llegaría al millón de personas.

Posiblemente, la estructura más parecida a copiar sea la de los Partidos Pirata de Europa, que nacieron en Suecia a partir de los usuarios de la web “www.thepiratebay.com” y ahora une a frikis de todo el mundo.

Hay pues un nuevo campo de juego que puede y debe ser utilizado para defender y preservar los intereses de tan amplio colectivo.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

1 COMENTARIO

  1. Por esa misma regla de tres millones de funcionarios agraviados y opositores de turno libre (eslabón más débil de este conflicto jurídico y social que aqueja a la función pública) podríamos constituir otro partido político que además pediría lo contrario. A ver cuántos escaños sacarían unos y otros igual los pro interinos os lleváis una desagradable sorpresa

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído