viernes, 19abril, 2024
25.9 C
Seville
Advertisement

Inteligencia artificial y control social

Silvano Baztán Guindo
Silvano Baztán Guindohttp://silvanobaztan.com
Además de estar licenciado y doctorado en Medicina, tras diversas formaciones que me dieron una visión multidisciplinar del ser humano, actualmente dedico mi atención a lo que llamo (de forma resumida) Medicina Psicosomática.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Hay ocasiones en las que un tema me viene por diversas vías en un corto espacio de tiempo. Y ahora ha sido el relacionado con la inteligencia artificial.

No es que antes no hubiera oído o leído sobre esta cuestión, pero es que, en estos momentos, asoma por cualquier parte allá por donde se mire.

Y uno de los protagonistas estrella es el «parlador inteligente», la posible futura alternativa a los buscadores de internet.

No es nueva la herramienta tipo «Siri» (en la esfera de Apple), «Alexa» (la protagonista virtual de la nube de Amazon) y otras similares, pero la cosa va a más. Un buen número de personas se las ven con estas herramientas a diario: que si ponme mi música preferida, que si apaga la luz…

Se ha convertido en muchos hogares en el entretenimiento de los niños. Lo que hace unos días era el móvil y anteayer una tablet, ahora es la Alexa de turno. ¿Y qué va a ser mañana o pasado mañana?

Pues a las puertas están ya los llamados «chatbots»: parladores inteligentes con los que comunicarse como en una conversación coloquial cotidiana con cualquier otra persona.

En estos momentos, ha salido a la luz una versión de chatbot llamada ChatGPT4. Para descifrar el significado de este nombre, no tenemos más que conocer el significado de las partes de las que se compone:

  • ·  Chat: hace ver que se trata de un «chatbot», un charlador inteligente. O sea, un charlador impulsado por eso que se llama inteligencia artificial.
  • ·  GPT: significa que es un «transformador preentrenado generativo». ¡Vamos, que no para de entrenarse!, generalmente con interacción humana.
  • ·  4: muy fácil. Viene tras la anterior versión, la 3.

Los chatbot o conversadores artificiales, yo los llamo «máquinas», no es que sea un fenómeno nuevo. Dicen que andan rulando desde los años 60 del siglo pasado. La prehistoria, en el ámbito tecnológico.

Así como yo, quién no ha tenido la ocasión de hablar por teléfono con una de esas máquinas cuando intentáis hablar con alguien realmente inteligente, o al menos humano, en una operadora telefónica, en una casa de seguros… y ya casi en cualquier tipo de empresa de servicios.

No sólo habréis tenido la oportunidad de vivir en vivo y en directo una de esas conversaciones imposibles, en las que la máquina se encabezona en querer escuchar sólo una de las posibles respuestas con las que le han programado para ofrecerte el siguiente abanico de respuestas.

Es muy fácil perder los nervios en estos intentos de comunicarse con una máquina que no entiende lo que le quieres explicar. Antes, por ejemplo, ante la necesidad de hablar con un humano al otro lado de la línea de la operadora telefónica de turno, a la máquina le decías «comercial» y, si había suerte, escuchabas ese anhelado «no se retire, a continuación le paso con un comercial». Actualmente, para conseguir escuchar esta frase, tienes que sudar tinta.

Pero en este texto no me estoy refiriendo a estos conversadores autómatas, programados para responder de forma muy limitada en un abanico escueto de posibilidades.

La que se nos viene encima es otra cosa muy diferente. No sólo se podrá entablar una conversación sobre cualquier tema que a uno se le antoje con una fluidez del carajo; se le quiere postular a esta herramienta para sustituir a los actuales motores de búsqueda de la web.

Si ya hemos notado la censura brutal en los motores de búsqueda cuando vamos a buscar información sobre «temas calientes», por la que si no sabes la dirección URL concreta de lo que quieres ver, olvídate de poder localizarla entre los miles y miles de

páginas que antes salían como respuesta en el buscador. Ahora, ya no la encontrarás.

Bueno, pues a lo que nos quieren dirigir es a un funcionamiento de una respuesta única. Eso sí, con un estilo perfecto, como si estuvieras hablando con un auténtico especialista sobre el tema, y con gran contundencia en sus respuestas, de forma categórica.

Pero te quedarás con una sola respuesta. Según los programadores de estos inventos, la mejor, basada en «tooooda» la información existente en la red. Eso, como lo comento más adelante, es falso.

Para que nos hagamos una idea, si la versión ChatGPT-2 utilizaba como base de datos 1.500 millones de parámetros, la arquitectura de ChatGPT-3 está compuesta por 175.000 millones de parámetros, más de 100 veces más, según leo en un artículo colgado en la web del gobierno español.

Según veo por la web, la versión actualizada, ChatGPT-4, puede haber sido entrenada con 100 billones de parámetros, casi 600 veces más que su predecesor.

Pero esa respuesta única, la mejor, la verdadera (según la máquina), es la que se le ha enseñado y entrenado a fabricar por alguien que debe saber mucho-muchísimo sobre qué nos conviene saber, qué sería excelente que supiéramos… y qué no.

Como en todo inicio de cualquier cosa, esta aplicación, en su versión ChatGPT-4, que ha sido presentada al público por la empresa OpenAI ayer mismo (14 de marzo de 2023), lleva a cuestas una serie de errores que se irán encargando de solucionar progresivamente.

La misma empresa reconoce que el sistema todavía no es completamente confiable pues, según su propia terminología, «alucina» hechos y comete errores de razonamiento, pero reduce significativamente (40%) las alucinaciones en relación con los modelos anteriores. Afirman también que han reducido la tendencia del modelo a responder a solicitudes de contenido no permitido en un 82%.

Lo que más «me chirría» de todo este asunto es la posible utilización práctica de esta inteligencia artificial. ¿Quién está

entrenando a la bicha y en base a qué datos? ¿Qué estará permitido responder y qué no?

Además, las respuestas no se basarán en todo el conocimiento disponible, sino en los datos a los que el «bot» pueda acceder. Pero parece que hay cola para instalar este tipo de aplicación. Tras ser lanzado ChatGPT a fines de noviembre de 2022, obtuvo más de 1 millón de usuarios en los primeros cinco días. Dos meses después de su lanzamiento, tenía más de 30 millones de usuarios.

¿Hacia dónde se nos está dirigiendo? Desde aquí, sólo quiero mostrar la necesidad de colocar un punto de atención sobre el tema.

De primeras, Microsoft ha prescindido en su última limpia de personal (10.000 en total) de toda la sección dedicada a la ética social en asuntos de inteligencia artificial… Este equipo ha estado trabajando para identificar los riesgos que plantea la adopción de la tecnología de OpenAI por parte de Microsoft en toda su gama de productos.

No es buena señal de hacia dónde va la cosa, con una presión desmesurada impeliendo hacia un desembarco rápido de nueva tecnología al usuario. ¿Va a valer todo?

No me considero una persona cerrada a los avances de la técnica. Para nada, pero no puedo dejar de observar y preocuparme de la grandísima capacidad de la inteligencia artificial para, posiblemente, manipular a las personas que, sin sospecharlo, hagan caso de las respuestas que la máquina de turno emita.

¿Que este tipo de inteligencia artificial pudiera ser usada con acierto de cara al desarrollo, mejora y descanso respetuoso del ser humano? No lo dudo. En absoluto. Pero sí mantengo dudas razonables tras la experiencia vivida en estos últimos años; no me fío un pelo de la deriva de este tipo de sistemas de control de la información.

Entre otras formas de aplicar estos bichos, de aquí al establecimiento de consultas profesionales, como las de un médico, abogado, etc., usando este tipo de inteligencia artificial,

prescindiendo de seres humanos, va un «chin». Y no lo digo por miedo a que me llegue a faltar trabajo. No voy por ahí.

¡¡Ojo avizor!! Que se preparen (y adapten) las escuelas técnicas, el«establishment» académico, a la avalancha de trabajos escritos por la inteligencia artificial. Ya hay casos en EEUU en los que se ha detectado fraude en la presentación de trabajos escritos.

Mientras van mejorando y actualizando los sistemas de inteligencia artificial, yo, en todo caso, prefiero reservar este tipo de avances técnicos a puros temas de ocio o esparcimiento, por ejemplo, para jugar al ajedrez con una máquina si no tengo opción de encontrar a un jugador de mi nivel (ínfimo).

Salud para ti y los tuyos.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído