Me atrevo a decir que, al menos, el 99,9% de las personas han tenido alguna vez en su vida un episodio de insomnio y que la mayoría de esas personas, si lo han tenido de forma repetida y prolongada en el tiempo no han acudido al profesional sanitario al que deberían haber acudido.

Pero, antes de llegar a la parte en la que la persona con insomnio acude a la consulta del médico de cabecera, vamos a ver algunas nociones básicas sobre el insomnio.

La Real Academia de la Lengua Española define el insomnio como «vigilia, falta de sueño a la hora de dormir». Desde la Medicina y la Psicología ahondamos un poco más en el concepto y nos referimos al insomnio como la dificultad para iniciar o mantener el sueño que tiene como consecuencia un malestar vital y un deterioro de la atención, problemas de concentración, fallos en la activación diurna y deterioro generalizado de las funciones que debemos hacer cuando estamos despiertos.

Además, desde el punto de vista de la Psicología diferenciamos tres tipos de insomnio según el momento en el que se produzca:

  • Insomnio de conciliación.- Dificultad o incapacidad para conciliar el sueño. La persona suele pasar mucho rato despierto, dar vueltas en la cama, levantarse y acostarse varias veces,…
  • Insomnio de mantenimiento.- Despertares nocturnos. La persona se despierta en numerosas ocasiones durante la noche sin que tenga que ser para satisfacer una necesidad biológica (orinar, beber,…).
  • Insomnio terminal.- Despertar precoz. La persona se despierta con mucha antelación a lo que tenía previsto.

En todas estas situaciones debe existir un posterior malestar generalizado asociado a la falta de sueño, es decir, que se perciba como sueño no reparador.

Hago esta puntualización porque no todos tenemos las mismas necesidades de sueño para percibirlo como reparador. Hay personas que durmiendo 5 horas no muestran un deterioro en las funciones destinadas a un estado de vigilia (estar despierto); sin embargo, otras personas necesitan un mínimo de 8 horas para sentir que el sueño es reparador. Y hay ocasiones en las que nos dejamos llevar por lo culturalmente «normal» y es el no dormir esas 8 horas de media, que nos dicen que debemos dormir, lo que nos lleva a desarrollar un problema con el sueño.

¿Cómo se si mi sueño es reparador o no?

Es fácil identificar si el sueño es reparador, ya que la sintomatología asociada al insomnio es bastante, digamos, molesta. Así, podemos encontrar que la falta de sueño puede producir lo siguiente:

  • Depresión.
  • Ansiedad.
  • Falta de concentración, problemas de aprendizaje.
  • Fallos de memoria.
  • Fatiga o cansancio constante.
  • Irritabilidad.
  • Desorientación alopsíquica (espacio-temporal).
  • Pérdida o aumento del apetito.
  • Problemas laborales o en el ámbito educativo.
  • Conflictos con el entorno social.
  • Sentimientos de vacío.
  • Somnolencia diurna.

Y hay un largo etcétera de síntomas que pueden asociarse a la falta de un sueño reparador, ya que suele darse asociado a otras patologías médicas o psicológicas.

¿Qué hago si tengo insomnio?

Aquí es donde nos centramos en la parte en la que la mayoría de las personas cometen el error de ir al médico de cabecera. Y digo esto porque, en la mayoría de las ocasiones, el médico se limita a recetar medicamentos para ayudar a la persona a dormir y se olvida de todo lo que puede estar produciendo esa falta de sueño reparador.

Por supuesto, estamos de acuerdo en que el tratamiento con fármacos es efectivo, pero éste no debe mantenerse en el tiempo, ya que puede producir efectos contraproducentes para la persona, el organismo y el sueño en sí.

El tratamiento farmacológico prolongado puede producir dependencia y tolerancia, por lo que cada vez necesitarás una mayor cantidad del fármaco para poder dormir en condiciones. Además, está contraindicado, cuando se toman «pastillas para dormir» – normalmente, ansiolíticos -, que se realicen determinadas actividades, ya que tienen un efecto relajante del sistema nervioso y disminuyen la capacidad de atención, los reflejos y lentitud en los movimientos, entre otros.

Lo ideal, aunque ya se haya iniciado el tratamiento con fármacos del insomnio, es acudir a la consulta de un psicólogo, donde se realizará el tratamiento más adecuado y se irá retirando la medicación de forma progresiva.

El tratamiento que llevaremos a cabo en consulta se va a basar en la Terapia Cognitivo-Conductual, que se ha mostrado como una de las más eficaces para estos casos. Con ella se verán las variables que afectan al sueño y se realizará un proceso de aprendizaje para:

  • Mejorar las condiciones fisiológicas relacionadas con el sueño o Higiene del sueño.
  • Mejorar las condiciones ambientales relacionadas o Control de estímulos.
  • Mejorar la capacidad de desactivación física y cognitiva mediante técnicas de relajación.
  • Automatizar el momento de ir a la cama, condicionando estímulos que desencadenen el proceso del sueño.
  • Deshabituación de la medicación.
  • Control de variables que pudieran estar afectando al sueño.

Con todo este proceso mejoraremos la capacidad de la persona para tener un sueño reparador y saber hacer frente de forma efectiva a aquello que pudiera ser causante del trastorno del sueño.

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