La campaña electoral en Catalunya, ahora que ya todo va normalizándose tras confirmarse la fecha definitiva de las elecciones para el 14 de febrero y salir los presos del procés de prisión, al menos en el permiso penitenciario del tercer grado, tiene una diana clara para el resto de formaciones que concurren a los comicios, tanto da si son separatistas como españolistas, todos lanzan sus principales dardos contra el candidato del PSC, Salvador Illa.
El resultado electoral va a estar reñido. Mientras el CIS español da ganador a Illa, el CIS catalán daba ayer sus sondeos con previsiones mucho menos optimistas para los socialistas: Ganaría el indepentismo y el PSC quedaría como tercera fuerza política.
Así, el Centro de Estudios de Opinión de Catalunya prevé que ERC ganaría las elecciones catalanas del 14 de febrero con entre 34 y 35 diputados, seguido de cerca por JxCAT, que obtendría entre 32 y 34 escaños. Ya en tercer lugar quedaría el PSC.
Pese a estos datos más favorables a los partidos independentistas, lo cierto es que el «efecto Illa» convierte al ex ministro de Sanidad en un adversario político a batir.
Llamar «españolistas» a quienes estamos en contra de la segregación de los españoles por etnias, es un eufemismo que maquilla y esconde el verdadero significado de la cosa que nombra.
«etnicistas» y «constitucionalistas» serían términos más esclarecedores para referirse, a quienes fundamentan la nación en la etnia y quienes la fundamentan la nación en el pacto constitucional.
En las 200 naciones-estado del mundo convivimos juntos y revueltos más de 10.000 grupos étnicos o pueblos. Una nación y estado, para cada «pueblo» de España (es difícil precisar cuantos hay) y para cada uno de los 10.000 pueblos del mundo es el ideario político «progresista» de los etnicista catalanes.
El nacional-etnicismo, es una aberración moral y un disparate político al que conviene llamar por su nombre.