Impunitas, falta de castigo, desenfreno,… Sófocles fue el que sentenció aquello de que un Estado donde quede impune la insolencia terminará por hundirse en el abismo. Desgraciadamente España ha tenido una historia marcada por la impunidad manifiesta de algunos, una impunidad que suele caer siempre hacia el mismo sitio de la balanza. En estos días, que hemos celebrado los cuarenta años de la matanza de los abogados laboralistas de Atocha, surge la sensación de que en este país son siempre los mismos los que salen impunes de delitos, faltas e incluso asesinatos. A la gente corriente le cae la justicia como un hachazo invisible y homicida, que diría el poeta, por tan solo robar unos pañales en un supermercado, mientras que con guante blanco se han estado llevando el dinero a espuertas delante de todos nosotros.

Queda impune un partido con financiación irregular, y quedan impunes tantos y tantos gobernantes y políticos, ya sea por sus faltas o por su ineptitud en la gestión de los dineros de todos.

Ciertos personajes, sin pelos en la lengua, delante del circo mediático, impunemente acusan con improperios a los que no son proclives al sistema, se inventan lazos terroristas, subvenciones de dictadores, y nunca pasa nada. Mientras unos tirititeros por un juego de palabras o un cantante rapero por un mensaje en la red reciben la mano dura de la ley, en otros foros, a la vista de todos, el insulto y la amenaza de muerte es la norma aceptada y aclamada contra los catalanes o vascos que cuestionan la integridad territorial o contra los republicanos que hacen lo propio con una forma medieval de elegir la Jefatura del Estado, sin mencionar las continuas proclamas homófobas, racistas o xenófobas, que se tapan con el mismo velo, el de la impunidad. Impunemente se puede poner una pancarta en un estadio de fútbol animando a un presunto violador, o se aclama en otro a un jugador acusado de violencia de género, y tampoco pasa nada, eso si, no se puede llevar una bandera estelada a un campo, ¡por favor!

Hay mucha gente en este país que percibe el miedo de esa desigual forma de aplicar la justicia. Hay razones históricas para pensar en la impunidad en España de los que dinamitan la esperanza de un mundo mejor, de otra manera de repartir la riqueza, de una sociedad más igualitaria y arrasan, arrasan como si de una apisonadora se tratara, la voluntad de unas elecciones. Hay impunidad para cambiar el liderazgo de un partido socialista centenario contra la voluntad de sus militantes y votantes, y hay impunidad para mutilar la prensa adicta, y maquillar todos los gazapos y las culebras que nos hacen tragar.

Mientras en algunos países se enjuicia a la gente que hace apología del nazismo o del fascismo, aquí quedan impunes y sin embargo son enjuiciados los que hacen chistes con ellos.

No sé, si como decía el filósofo, el resultado de esta impunidad terminará por hundir al país en el abismo, pero peor aún, puede terminar por abocar al pesimismo de su gente y acallar a los que intentan salirse del plato y gritar a los cuatro vientos que otra España es posible.

1 COMENTARIO

  1. Yo creo que el país ya está en el abismo; que salga más o menos cambiado, más o menos libre, dependerá de sus gobernantes. Con los actuales, con el bipartito al frente, vamos directos a la tragedia.
    saludos.

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