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IMOLA: nos quedamos con PÉREZ, RUSSELL y NORRIS

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análisis

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Mattia Binotto, jefe de la Ferrari en Fórmula 1, debe estar hoy al borde de la depresión.

Parecía que IMOLA iba a ser un festival Ferrari. Parecía también que iba a ser una carrera apasionante. Pero no, ni lo uno ni lo otro.

A Carlos Sainz ha debido de mirarle un tuerto, como dice la expresión popular. Lleva dos carreras saliéndose de la pista sin apenas haber rodado unos metros.

Y a Leclerc, a quien la mayoría de las apuestas daban por ganador, sin excesiva lucha contra Verstappen, le han ido creciendo los enanos.

Primero ha salido mal. Luego Checo, el gran Checo Pérez, le ha tomado la medida perfectamente y le HA forzado a tomar riesgos innecesarios que han devenido en errores lamentables.

SI CHECO simplemente SE HUBIESE DEDICADO A CORRER y no a proteger a su compañero de equipo pensamos que PODRÍA HABER ACABADO GANANDO LA CARRERA.

Después de él nos quedamos con Norris, casi siempre magnífico y casi siempre mojando la oreja a su muy popular compañero de equipo: Daniel Ricciardo.

También nos ha gustado mucho George Russell, con el coche mal reglado y aguantando en la nuca el aliento del piloto que más le odia de la

parrilla: el triste y vengativo Valtteri Bottas. Lo he intentado Bottas, con toda su alma, pero al final ha tenido que tragarse la rabia y el orgullo; una vez más.

Hemos estado a punto de quedarnos dormidos alrededor de la vuelta 50.

Luego la cosa se ha animado un poco con LA IMPACIENCIA DE LECLERC y LA INTELIGENCIA Y ASTUCIA DE PÉREZ, manejándolo como le daba la gana. Algo es algo.

Lo mejor: que Leclerc ya no está tan lejos liderando el mundial. Lo

peor: podría ser que tal vez Ferrari se desinfle y Red Bull acabe dominando en solitario.

Habría que hablar de Lewis Hamilton, pero hay demasiado que decir sobre el momento actual del británico. Así que mejor lo dejamos para mañana.

Hasta Miami no vamos a tener nueva carrera y hay que alargar lo que se pueda el eco de IMOLA, aunque la prueba no ha sido ni tan disputada ni tan divertida como esperábamos y soñábamos.

Pobres TIFOSI italianos. Se esperaban, y merecían, un Domingo de Gloria, y no tener que volver a sus casas con la mirada triste y el rabo entre las piernas.

Tigre Tigre

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