Una nueva tormenta se atisba en el siempre inestable horizonte del Gobierno de coalición. El escándalo protagonizado por el rey emérito ha soliviantado a Unidas Podemos, que presiona fuertemente a su socio mayoritario, el PSOE, para que tome cartas en el asunto y controle de una vez el esperpéntico sainete que está ofreciendo la institución monárquica. Pablo Iglesias, al igual que los demás ministros morados, creen que el tour veraniego de Juan Carlos I por el mundo daña gravemente la imagen de España en el exterior y ha dicho eso de hasta aquí hemos llegado. Las bases podemitas enardecidas aprietan por abajo a su líder para que pise a fondo el acelerador y lleve al Consejo de Ministros un proyecto de ley de referéndum monarquía y república esta misma Legislatura. Por descontado, Pedro Sánchez no quiere ni oír hablar del tema. Entiende que, con la pandemia rebrotando con fuerza en todas las comunidades autónomas, el país no está para aventuras que en el pasado solo trajeron desgracias.

De esta manera, las tensiones aumentan en el seno de la coalición y las derechas han visto en esa fisura una gran debilidad que van a atacar sin piedad cuando comience el próximo curso político. Lógicamente, las diferencias y trapos sucios entre los dos socios de Gobierno se llevan en silencio, lo cual no significa que no existan. La pareja PSOE y Unidas Podemos es como un matrimonio recién casado que no se lleva pero que no puede divorciarse por falta de dinero (en este caso de escaños) o por no hacer daño a los hijos (los españoles, que en este momento necesitan de un Gobierno fuerte que saque al país de la ruina económica a causa de la pandemia). El eterno dilema de la izquierda española –continuismo monárquico socialista por razones pragmáticas o salto adelante hacia una Segunda Transición que conduzca a la Tercera República, tal como reclama Unidas Podemos– va camino de convertirse en la bomba de relojería que dinamite definitivamente el pacto de la coalición. Lo que no ha conseguido un virus letal (destruir un Gobierno débil dividido en dos almas irreconciliables) puede lograrlo el rey emérito con sus supuestas trapacerías, amigas, espantadas y viajes de lujo y placer. Sin querer o queriendo (quién sabe) Juan Carlos I ha podido asestar un golpe mortal al Ejecutivo de coalición.

Tras el estallido del escándalo en Zarzuela, PSOE y Unidas Podemos han decidido encarar el problema del modelo de Estado bajo dos perspectivas diferentes. Mientras Sánchez prefiere dejar la patata caliente en manos de la Justicia, con vistas a que se vaya aclarando el horizonte judicial del emérito, Iglesias va dando pasos políticos no exentos de cierto riesgo. El líder morado, que ve difícil abrir el debate sobre la República (PSOE y PP obstaculizarán con su mayoría parlamentaria cualquier avance en ese sentido) opta por ir lanzando dardos sin perder de vista la diana de la monarquía. En esa línea va su propuesta de ley que ha formulado en las últimas horas para “garantizar la libertad de expresión”, que incluye la despenalización de las injurias a la Corona. En cierta manera, se trata de una medida que Unidas Podemos ya lleva en su programa electoral, donde apuesta por poner fin “a delitos medievales de ofensa a los sentimientos religiosos” e insultos a la institución. Sin embargo, ese punto quedó convenientemente aparcado cuando se produjo el famoso abrazo Sánchez/Iglesias que cerró el acuerdo para cuatro años y cuando ambos acordaron impulsar una nueva ley de seguridad ciudadana que derogara la denostada “ley mordaza” de Mariano Rajoy. El asunto de las injurias al rey quedó ahí, enquistado, y ahora Iglesias ha decidido abrir de nuevo el melón para dar satisfacción a sus bases y para seguir manteniendo viva la mesa de negociación con Cataluña. Esta misma semana, el propio presidente del grupo confederal de Unidas Podemos y líder de los “comuns”, Jaume Asens, criticaba agriamente a la vicepresidenta Carmen Calvo por cómo ha gestionado el Gobierno la salida de España del rey emérito y aprovechaba para exigir la reforma del Código Penal.

Llama la atención que Pablo Iglesias ponga encima de la mesa esta vieja reivindicación izquierdista precisamente ahora, cuando más débil está el Gobierno por los ataques de la derecha y los ultras de Vox y en medio del torbellino que se vive estos días en el Parlament, donde el bloque independentista ha aprobado una serie de polémicas resoluciones en las que contempla la reprobación del rey Felipe VI y se califica a la Casa Real de “monarquía delincuente”. Según el Tribunal Constitucional, tales actos parlamentarios podrían incurrir en un delito de injurias a la Corona y los servicios jurídicos de la cámara autonómica ya han advertido de que su deber es “impedir o paralizar cualquier actuación jurídica o material que pueda suponer el incumplimiento” de la ley. En este contexto, Quim Torra ha exigido al presidente del Parlament, Roger Torrent, que cese de inmediato a los letrados por oponerse a las reprobaciones antimonárquicas.

Como no podía ser de otra manera, la propuesta de Iglesias para eliminar el delito de injurias a la Corona ha inquietado a Pedro Sánchez, que ve un nuevo foco de conflicto con su socio de Gobierno. Ahora cabe preguntarse cómo va a lidiar el presidente con este nuevo órdago morado. ¿Lo rechazará de pleno, desautorizándolo y votando en contra en el Parlamento español o se sumará el PSOE a la propuesta de reforma de un artículo del Código Penal que según algunos juristas va directamente en contra de la libertad de expresión consagrada en la Constitución del 78?  En 2018, el PSOE ya se mostró proclive a la eliminación del artículo sobre las injurias al rey, pero hoy las cosas han cambiado. España vive la peor crisis de su historia reciente y en Ferraz ha calado el mensaje de Sánchez de que no es el momento de hacer experimentos con gaseosa. Esa posición se constató hace solo un par de días, cuando destacados ministros socialistas del Ejecutivo optaron por aparcar una reforma fiscal y laboral que introduciría más inestabilidad política en el país. Hoy, más que nunca, aparece el Pedro Sánchez más conservador (“la clave de bóveda del pacto es la monarquía constitucional”, ha asegurado ante la prensa) mientras Unidas Podemos aprieta para dar un salto histórico de consecuencias imprevisibles.  

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