Cuando un equipo sale al campo a cerrarse y a esperar su oportunidad con algún contraataque o algún balón parado y se enfrenta a otro equipo que no sabe atacar ni tiene calidad para hacerlo suele ocurrir lo que pasó ayer en Marsella en el Islandia – Hungría: un espectáculo lamentable y un mal partido.

Entre la simplicidad del juego islandés y la ofuscación de los húngaros ante su impotencia para generar ocasiones nos encontramos con un partido que sólo podía resolverse por el aprovechamiento que pudieran tener de los errores de los otros. No hubo apenas ocasiones de gol. La primera la tuvo Gudmundsson al plantarse sólo ante el veterano Kiraly que hizo una intervención de mérito ante el inocente disparo del islandés. Minutos más tarde fue el propio portero húngaro quien erró y propició que Kadar derribara a Gunnarson dentro del área. Sigurdsson no desaprovechó la ocasión y marcó de penalti. Nada más en la primera parte.

En la segunda parte el panorama era el mismo. Mucha posesión de Hungría pero poca profundidad y sin generar ocasiones claras. Sólo el mejor jugador magiar, Dzsudzsak, lo intentó a balón parado, pero nada más. Hasta que consiguieron trenzar una jugada en la que se juntó la calidad de la combinación con la suerte de que Saevarsson introdujera el balón en su propia portería. Es una tónica en esta Eurocopa que los goles decisivos lleguen en los minutos finales.

Parecía que no había tiempo para la reacción islandesa pero los nórdicos tuvieron una última oportunidad con un disparo del exjugador del Barça Gudjohnssen que a punto estuvo de batir a Kiraly. No dio para más. Hungría sumando e Islandia se jugará su pase a la siguiente fase en el partido ante Austria.

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