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Humildad

Fernando Ayala
Fernando Ayala
Doctor en Historia y miembro de la CEP del PSOE de la provincia de Cáceres. Responsable del Área de Memoria Democrática de la Ejecutiva Regional del PSOE de Extremadura.
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análisis

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Tenemos que ser humildes ante cada palabra que decimos sobre el Covid-19. Ya lo expresó desde un primer momento en público, Manuel Valls, concejal de Barcelona y  que fue primer ministro de Francia. Es decir, un personaje, con una alta y larga trayectoria política.

Sabemos todavía muy poco sobre su comportamiento, evolución y me atrevería a manifestar, sobre su tratamiento. Se especula y se expanden rumores no suficientemente contrastados.

Recuerden ustedes como al principio de la pandemia se extendieron propuestas sobre sus causas, sobre los antídotos o posibles medicamentos que eran más eficaces, sobre cómo se combatía con mayor o menor seguridad e incluso hasta se habló de las temperaturas ambientales como uno de los condicionantes.

Como comprobarán, muchas de estas cuestiones están en entredicho. La única certeza, científicamente comprobada, es que el uso generalizado de la mascarilla, el mantenimiento de la denominada distancia social y  el aislamiento o confinamiento, en su caso, de los contagiados durante un tiempo limitado, son los verdaderos elementos que nos están permitiendo avanzar.

De ahí, que no podamos comprender, ni aceptar, sin elevar nuestras más profundas críticas, el incumplimiento deliberado de las normas establecidas de muchos ciudadanos.

Playas atestadas, incluso burlando la restricción establecida a través de barreras delimitadas. Discotecas y bares con personas bailando o “disfrutando” de momentos de ocio completamente pegados. Gente bebiendo, comiendo, celebrando fiestas multitudinarias en las calles…

Y el problema es que encima algunos se atreven todavía a criticar a las autoridades. Está suficientemente claro que la responsabilidad en todos estos casos es individual. Parece que pronto nos hemos olvidado del penar de nuestros hospitales. Parece que lo único efectivo, para evitar estas conductas, sería hacer pasar algunas jornadas como medida de reeducación, a todos aquellos que ponen en riesgo la salud de la totalidad de la sociedad.

En definitiva,  es cierto que tenemos que revitalizar la economía, que intentaremos retomar nuestras cotidianas actividades, pero no lo es menos, que sobre todo ello, debe primar la humildad y la prudencia. Por el bien de todos.

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