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Hume, uno de los grandes pensadores de la historia

Los nombres significan las cosas (“El milagro de Ana Sullivan”)

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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David Hume es el mayor representante de la corriente empirista. Nació en Edimburgo, en 1711 y murió allí, en 1776, con 65 años. Su siglo y su tiempo fue el de la Ilustración. Apareció una nueva forma de hacer filosofía en las Islas Británicas. En su tumba quiso que apareciera sólo el año de su nacimiento y muerte, dejando a la posteridad que escribiera el resto.

Aún que en su Autobiografía, u oración fúnebre, como la califica con ironía, dice que era “poco susceptible a la enemistad”, los fanáticos fueron sus grandes enemigos. Gracias a ellos nunca consiguió la cátedra de la Universidad de Edimburgo, porque no le perdonaron que fuera escéptico y ateo, según propalaban. En cambio, no atendieron al racismo, porque entonces esto no tenía ninguna importancia ni allí ni en Europa, pero en estos momentos si se la tiene, como vamos a ver con detalle.

El legado de Hume a la historia de la filosofía es ingente. Lo consiguió porque siempre tuvo como referente a Newton, que basó la Física en la metodología experimental. Hume se propuso hacer algo parecido con relación a la naturaleza humana en un planteamiento global o de conjunto. Ideó una concepción nueva de la filosofía, que consistió en establecer un carácter distinto a la de la modernidad francesa o alemana, que se orientó a la especulación o la teoría, mientras que Hume fundamentó el conocimiento, la ciencia, la moral y la religión en la experiencia. Se le ha calificado con como el Newton de las ciencias morales, lo que exacerbó, sin duda, a los fanáticos de su tiempo.

A partir de entonces todo cambió, fijándose una nueva racionalidad, la de la Ilustración. La Ciencia del hombre de Hume analizó la naturaleza, el conocimiento, la metafísica, la fundamentación de la filosofía moral y la religión. Difícilmente se podía hacer más de lo que hizo este gigante. La posteridad filosófica reconoció su inmensa labor, por ser de justicia.

El actual revisionismo

Los medios de comunicación nos han sorprendido en el mes de septiembre con las protestas del movimiento Black Lives Matter, que ha pedido a la Universidad de Edimburgo retirar el nombre de Hume de un edificio por sus opiniones racistas y esclavistas. El edificio es una torre central de la Universidad (David Hume Tower), que el Rector ha cambiado de momento por 40 George Square, ya que las opiniones de Hume turban y angustian a los estudiantes universitarios, que parecen de cristal y pueden romperse.

Ahora se han revisado unas notas a pie de página en las que Hume defiende la superioridad de los blancos sobre los negros, así como la compra de esclavos. Para juzgar su literatura esclavista hay que precisar que fue escrita hace unos dos siglos y medio, aproximadamente, y que, además, son notas a pie de página. La nota 10 de su obra, Ensayos morales, políticos y literarios, en su parte primera, capítulo 21, titulado “De los caracteres nacionales”, dice así: “Me inclino por sospechar que los negros son por naturaleza inferiores a los blancos”. Aporta razones: no hay nadie eminente en la acción o la especulación, ni un fabricante ingenioso, ni cultivan artes y ciencias.

Afecta también la esclavitud. Se refiere al “ingenio de los desgraciados esclavos” en el capítulo XIV de la misma obra. Lamenta que los bárbaros redujeran “a sus mujeres a la más abyecta esclavitud, confinándolas, golpeándolas, vendiéndolas, matándolas” (página 145). Cree que esto es tan temible a las personas que aman la libertad “que hay que írsela imponiendo gradualmente, y disfrazarlo de mis formas, para que sea aceptada” (página 516).

Además, en el capítulo XI de la segunda parte (“De lo populoso de las naciones antiguas”) dice que la práctica de la esclavitud doméstica entre los bárbaros “convierte a cada hombre en un pequeño tirano, y le educaba en medio de la adulación, la sumisión y la degradación de sus esclavos” (página 345). Aquí la condena es clara en su oposición a la esclavitud doméstica. Defendió también la compra de esclavos, si, pero hay que matizar bastante sobre el tema.

La cuestión es si se puede juzgar a un pensador por lo que escribió en el pasado con criterios de la actualidad. En la época de Hume no existía el tema del racismo y la esclavitud era uno de los motores de la economía escocesa en productos como tabaco y azúcar. Invertir en esclavos era lo normal. Todo depende del contexto: somos hijos de nuestro tiempo, pero Hume critica también la esclavitud de los tiempos romanos y de las regiones bárbaras. No podemos olvidar que los seres humanos de entonces no pensaban como nos gustaría oír que lo hubieran hecho, porque no son de nuestro tiempo, sino del suyo. Es más, quizás sus errores nos han permitido reaccionar y cambiar en un progreso necesario.

Otro de los argumentos empleados es que debemos visualizar el racismo como problema social, como si esto no estuviera suficientemente visualizado diariamente con sucesos que se están presentando en cualquier ámbito. En todo caso, habría que apuntar a nuestras estructuras y bases sociales que permiten impunemente la discriminación, pero esto no se toca para solucionarlo. Quien lo señala da una buena imagen y responde a lo políticamente correcto. Así, la Universidad de Edimburgo atrae alumnado, matriculaciones y subvenciones económicas imprescindibles y su prestigio se mantiene intacto. Desgraciadamente, estamos muy acostumbrados a semejante proceder, incluso haciendo caer a los mejore entre los que se encuentra Hume, sin ninguna duda. Nosotros tenemos fama de despreciar lo nuestro, pero otros tampoco se quedan atrás. Es señal de que somos unos paletos irredentos.

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