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Huir hacia adelante

Hay que huir de nuestro propio drama en lugar de estar unidos a él toda la vida. Y mejor forma es huir hacia delante

Antonio Guerrero
Antonio Guerrero
Antonio Guerrero colecciona miradas, entre otras cosas. Prefiere las miradas zurdas antes que las diestras. Nació en Huelva en 1971 y reside en Almería. Estudió relaciones laborales y la licenciatura de Filosofía.
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análisis

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Nuestra relación con la realidad es muy compleja y extraña, casi matrimonial. No voy a entrar en profundidades de orden ontológico o en reflexiones sobre la realidad objetiva, solo me referiré a lo cotidiano. Pero lo cierto es que aquello a lo que llamamos realidad, o nuestra relación con ella, nos produce dolor – nos mata, como dice Javier Cercas-. Es tan grande el dolor que nos provoca que en pequeña o en gran medida todos necesitamos acudir a la ficción para tranquilizarnos. La insatisfacción que tenemos es tan grande que no somos capaces de soportarla.

Y a veces confundimos insatisfacción con inconformismo, con injusticia y con incoherencia, buscamos escusas para no aceptar nuestra vida tal como es y evitar así una reflexión sobre el drama de nuestra existencia. Madame Bovary llamó «Bovarismo» al proceso mediante el cual se daba un desnivel entre las ilusiones y la realidad, del que -añado- no deseamos salir por cuestiones emocionales. Ese desnivel se convierte en utopía o distopía, grandes emascaradores del drama de cada uno.

Por otro lado nuestro momento histórico no nos ayuda: las redes sociales (deformadoras), los fake news y la posverdad, representan un campo de cultivo de insatisfacciones en la modernidad liquida, que nos aleja aún más de la realidad. Hablaríamos de paranoia colectiva, en el sentido clínico del término. Pero tal vez todo esto se agrava aún más cuando se nos presenta la ocasión de tomar decisiones importantes.

Por lo general huimos de la realidad si la decisión nos enfrenta a ella. Entonces nos refugiamos en nuestra ficción de confort emocional. Sin embargo esta, que es la decisión más sencilla, nos puede agravar más el drama y convertirlo en tragedia. Por eso en algún momento tenemos que asumir la reflexión sobre nuestro drama y aceptar la realidad que hay dentro de él. Es la única manera de evitar la mencionada tragedia.

Es importante dejar de creer en las redenciones ficticias y aceptar nuestra existencia para continuar hacia delante. De lo que se trata es de huir de nuestro drama y no de estar unidos a él toda la vida. Por eso debemos tomar decisiones más realistas, objetivas, sinceras, y honestas con nosotros mismos. Es necesario dejar de engañar y engañarnos; y, si es posible, perdonar y perdonarnos. Ya va siendo hora de dejar el drama atrás y de huir hacia delante, hacia otro lugar menos difuso.

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