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El «plan 5×5» de Casado ofrece las mismas recetas liberales fracasadas que llevaron a España al crack de 2008

El líder del Partido Popular anuncia un plan alternativo económico formado por "5 bloques de competitividad"

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análisis

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El líder del Partido Popular, Pablo Casado, ha anunciado este martes un plan alternativo económico, también conocido como ‘Plan 5×5’, formado por «5 bloques de competitividad» a través de los cuales se permitirá «preparar incluso con leyes escritas, lo que serían los primeros 100 días del futuro gobierno del PP».

A esta hora, y a falta de conocerse el contenido completo del programa, solo cabe decir que el plan 5×5 es más de lo mismo: neoliberalismo trasnochado, ausencia total de medidas contra el cambio climático y la transformación ecológica, palo a los obreros, recortes de las pensiones a calzón quitado y alianzas con la extrema derecha nacionalista de Vox. Se mire por donde se mire, el plan casadista huele a nueva estafa a los españoles y además tiene mala rima (ya se sabe cómo acaba el famoso chiste escatológico aquel del «cinco por cinco»).

Entre fanfarrias, trompetería y boatos, Casado ha abierto junto al vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, el curso de verano que organiza la delegación española del Grupo Partido Popular Europeo en el marco de los cursos que la Universidad Complutense celebra en el municipio madrileño de San Lorenzo de El Escorial.

Bajo el lema España, Europa y Libertad, Casado ha desgranado los principales puntos de su plan económico, afirmando que el PP defiende en el apartado de fiscalidad que «no se suban las cotizaciones sociales y que en la medida de lo posible se bajen». La propuesta no deja de ser un señuelo, ya que por experiencia sabemos que el PP no cree en los impuestos porque tampoco cree en el Estado de bienestar que debe ser sostenido con los tributos de todos los españoles. Cada plan tributario de Casado termina siempre de la misma manera: privilegios para los más ricos, impunidad y paraísos fiscales para las grandes fortunas. En todo caso, unas migajas de apenas unos euros de bonificación para las clases medias y bajas.

El plan alternativo económico del PP consiste en diseñar cómo sería su Gobierno si estuviera ya en Moncloa, es decir, una perfecta operación de imagen y propaganda. Casado dice que pretende centrarse en el empleo, en la recaudación con menos impuestos y en la sostenibilidad del sistema. «Tenemos que tener ya leyes escritas para que en tres meses se pudiera desfibrilar España, inyectando adrenalina en un país que está en una situación muy mala», señala. Perfecto. Ahora bien, el problema es que a costa de inyectar adrenalina, como dice el jefe genovés, la economía puede reventar como en los años de la burbuja inmobiliaria y serán los españoles quienes terminen pagando los platos rotos y la factura de la fiesta, como en 2008. Es bien conocido que en el programa electoral del PP siempre hay un par de epígrafes para la liberalización del suelo y el negocio vacuo del ladrillo que favorece la especulación. Ahí está en realidad la adrenalina a la que se refiere, metafóricamente, Casado.

La alternativa a Sánchez, conocida como ‘Plan 5×5’, consta de varios bloques, además del mantra de la rebaja fiscal: alivio de la burocracia, aumento de la flexibilidad laboral, aumento de la formación y aumento de la seguridad jurídica. Además, Casado vuelve a recurrir al tocomocho de eliminar el impuesto de donaciones, sucesiones y patrimonios, una medida que ya se ha comprobado que solo favorece a los más ricos. Nada nuevo bajo el sol.

Casado ha criticado que dentro del Ejecutivo «se hable de derogar la reforma laboral» aprobada en el gobierno de Mariano Rajoy cuando «es fundamental hacerla más competitiva» y que haya llevado a cabo una reforma educativa que «permita pasar de curso con suspensos» cuando en otros países «se incrementa la competitividad educativa». Lo de la reforma laboral empieza a ser un insulto a los españoles. Desde que Rajoy puso en marcha aquel panfleto no ha hecho más que crecer la desigualdad, los sueldos raquíticos y el trabajo en precario, de modo que lo mejor que puede hacer Casado con ese bodrio es ponerlo de papel higiénico, como reliquia del pasado, en la sede Génova 13. Ni los sindicatos ni los españoles confían ya en esa estafa marianista que solo ha traído desgracias y recortes a las conquistas sociales, pero él insiste en la propuesta una y otra vez. Es lo que tiene un conservador duro como el líder popular, que jamás se da cuenta de que su inmovilismo a ultranza puede llevar a la ruina a todo un país.

Casado y sus promesas

Otro de los puntos es la rebaja de la burocracia, ya que según ha indicado el dirigente popular, «no puede haber trabas para emprender». Por otro lado se establecería un aumento de la flexibilidad laboral, denominada como «mochila austríaca», que consistiría en «mantener la reforma laboral del PP y que el trabajador tenga su mochila para generar empleabilidad», así como la regularización completa del teletrabajo. De estas propuestas simplemente cabe decir que ponen los pelos de punta a cualquier trabajador asalariado, en especial la mochila austríaca, que no es ni más ni menos que la liquidación de facto de las pensiones tal como las conocemos hoy en día.

Pasado el mitin del eterno aspirante a la Moncloa, llegó el turno de De Guindos, quien cree que la economía está creciendo y espera que el repunte sea «muy intenso» en la segunda mitad del año. Por un momento la vena del cuello se le hinchó a Casado y parecía que iba a propinarle un codazo discreto al bueno de Luis por la propaganda gratis que le estaba haciendo a Sánchez. Pero así son las cosas, le guste o no a Casado, las cifras dan la razón a las políticas económicas del Gobierno de coalición. El tejido productivo se está recuperando y el país va a salir de la crisis como un rayo. «Es evidente que la recuperación está en marcha. Estamos en el camino de la normalidad económica», aseguró el exministro de Mariano Rajoy. Tras estas palabras, a Casado se le quedó cara de póker y se agitaron sobre él todos los fantasmas de los poderes fácticos que últimamente le han salido rana en la patronal y la Iglesia. Ante eso, no pudo más que decir que Guindos es una persona «responsable» y «patriota», aunque para sus adentros estuviese pensando «menuda jugarreta, Luis, tronco, si lo sé no vengo».

En definitiva, que algunos en el PP no compran todo el discurso ultraderechista de Casado ni sus viejas recetillas liberales fracasadas. Por no convencer, su 5×5 no convence ni al Banco Central Europeo, que está en la línea Von der Leyen, o sea más gasto social y menos austericidio. Lo curioso de este hombre es que no se dé cuenta de que está haciendo el ridículo.

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