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Los cacareadas reformas del Gobierno de coalición van camino de quedar edulcoradas

Miguel Ángel Cerdán
Miguel Ángel Cerdán
Licenciado en Historia. Profesor de Secundaria en la enseñanza pública. Articulista en diversos medios digitales e impresos de la Comunidad Valenciana.
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análisis

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En la prestigiosa serie norteamericana House of cards se suele escandalizar la gente por la amoralidad, cuando no directamente maldad, de Frank Underwood, el presidente de Estados Unidos interpretado por Kevin Spacey. Sin embargo, poco se menciona que el presidente interpretado por Spacey, que pertenece al Partido Demócrata y que por lo tanto se supone que es de centro-izquierda, intenta en la tercera temporada liquidar todo el sistema de protección del raquítico Estado de Bienestar norteamericano para construir “American Works”, algo que no hubiese firmado ni el partido libertario norteamericano ni el más feroz ultra-liberalismo americano o europeo. Se ha interiorizado tanto que Thatcher triunfó con aquello de que su mejor herencia fue cómo transformó en derechista al Partido Laborista, que ya damos por supuesto que los partidos sólo pueden ser de izquierdas o en la oposición o en campaña electoral, que una vez alcanzado el poder compiten entre sí a ver quién es más de derechas y aplica de manera más estricta la ortodoxia neoliberal.

Un buen ejemplo lo tenemos con la tan cacareada reforma laboral, impulsada por la no menos cacareada “ministra más de izquierdas”. Pues bien, esa reforma, que iba a revertir la pérdida de derechos que ocasionó la del PP hace unos años, ha sido apoyada por la CEOE, por Ciudadanos, y por una buena parte del PP, partido que si vota en contra es para que no se le caiga la cara de vergüenza y contribuir al paripé. Ahora lo importante no es recuperar derechos; es el “consenso”, es decir que la derecha esté contenta. Y seguro que lo está porque esta reforma la podría firmar el PP y deja intactas cosas como la reducción de las indemnizaciones por despido y muchas otras de la realizada por Rajoy en el 2012. De ahí el apoyo de la CEOE y de Garicano y el equipo económico liberal de Ciudadanos.

Podríamos seguir con más ejemplos, como los planes enviados a Bruselas y que certifican por parte de Sánchez y su gobierno de “izquierdas” la misma reducción en relación al PIB del gasto en Sanidad, Educación y protección social que proponía Rajoy. Podíamos seguir con un ingreso mínimo vital que no es más que una copia de los que empleaban personajes como Esperanza Aguirre y que por lo tanto ha fracasado de la misma manera. Podríamos seguir con una reforma educativa ridícula, que destrozará lo que queda de la enseñanza pública, y que está diseñada para no invertir un euro ni mejorar nada. Podríamos seguir  por una política contra el covid que es intercambiable en todas las autonomías, desde el Madrid de Ayuso a la Valencia de Puig, y que consiste fundamentalmente en no hacer nada, dejar al ciudadano a su suerte, y seguir el ejemplo de Bolsonaro. Todo por la plusvalía de los señoritos. Donde Gobierno y oposición tanto montan, montan tanto.

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