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Historia de los «grandes» olvidados

Andrea Vinyamata de Gibert
Andrea Vinyamata de Gibert
Project Manager & Social Media Manager. Articulista en Diario16. Líder Coach. RRHH y formación. Presentadora de conciertos y eventos. Experta Universitaria en Redes Sociales, Marketing y Contenidos. Estudios en psicología.
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análisis

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Hace tiempo que quiero escribir sobre la Asociación A.D.A.M. (Amigos de los Animales de Compañía de Marchena, Sevilla). Hace tiempo que quiero apoyarles en denunciar aquello que ellos constantemente denuncian, pero me resulta muy difícil. Me resulta difícil porque hay tantas, tantísimas cosas de las que hablar, que es complicado resumirlo en un solo artículo, ya que la crueldad hacia los animales forma parte de los anales de la historia del ser humano, y se ejerce de tantas formas, que enumerarlas y analizarlas requiere muchas, muchísimas líneas.

La zona en la que viven las personas que forman A.D.A.M, Marchena, es una zona especialmente perjudicada por la lacra del maltrato hacia los animales, y del abandono constante de los mismos. No exagero si digo que, prácticamente cada día, en ese pueblo de tan solo 19.500 habitantes, se encuentran perros y gatos abandonados, muchos de ellos con claros signos de maltrato. En las épocas de caza estos datos aumentan sustancialmente, ya que el abandono y maltrato de galgos y podencos por parte de los cazadores es algo pandémico en esas tierras.

Por otro lado, el mismo Ayuntamiento de Marchena prohíbe expresamente el poder alimentar y socorrer a los gatos callejeros, condenándolos a una muerte segura, repleta de soledad y sufrimiento. Pero por contra, no promueve ningún tipo de campaña de esterilización para erradicar el problema, y mucho menos de concienciación en contra del abandono de esos inocentes felinos, que lo único que necesitan en la vida es un rincón caliente en invierno, comida y algo de cariño. Pero qué podemos esperar de las autoridades de una zona donde, uno de los “deportes” nacionales, es la tauromaquia, tortura animal disfrazada de “arte”.

Es evidente que, para que este problema persistente de denigración hacia la vida animal remita, la única solución es la educación y, de momento, parece que no sólo no están por la labor, sino que, de alguna forma, se potencia lo contrario. En resumen, no se trata a los animales como a seres vivos sintientes, que merecen un respeto y unos cuidados, sino que se les considera simples objetos, de los que pueden disponer, o a los que pueden desechar a su antojo. Y cuando digo desechar, a veces es de forma literal, ya que no es extraño encontrar animales, incluso camadas enteras de perros y gatos, muertas o agonizantes en bolsas de basura.

Tal como Gandhi decía; “La grandeza de una nación y su progreso moral, pueden ser juzgados por la manera en que se trata a sus animales.” Queda mucho, demasiado trabajo por delante.

Concretando en el tema que quiero destacar en este escrito, me gustaría remarcar que los perros de tamaño grande, son parte de los más perjudicados por tal dejadez y crueldad. Los perros, sean grandes, medianos, pequeños, de pelo largo o corto, considerados “potencialmente peligrosos”, ladradores o silenciosos, y un largo etcétera son, ante todo, seres vivos llenos de sentimientos positivos, sin un resquicio de maldad (biológicamente hablando, el único animal que siente maldad es el ser humano). Son animales agradecidos, cuya gran felicidad es simplemente estar junto a sus dueños, y sentirse queridos y cuidados. Son animales que, cuando padecen abandono y maltrato, sufren muchísimo. Pueden llegar a tener una inteligencia media similar a la de un niño de tres años, y cuando se sienten encerrados en jaulas, cuevas de cazadores, o perdidos en las calles, su mundo cae al suelo, y su sufrimiento, en palabras, seguramente es indescriptible… Pero hace falta empatía para darse cuenta de esto, empatía y concienciación.

Thor.

Los perros grandes se ven perjudicados por su tamaño, en muchos sentidos. Hay muchas zonas en las que, todavía hoy, son utilizados como simples perros de guarda. Son perros que pasan su vida completa en soledad, muchas veces encadenados, sin los cuidados mínimos que requieren. Se les usa como si fuesen meras herramientas, utensilios que el hombre maneja a su antojo, sin pensar que esos animales sufren a lo largo de sus días una cadena perpetua inmerecida. Los podemos localizar en viviendas apartadas de los pueblos, caseríos, cortijos, etc. Zonas alejadas de los cascos urbanos, donde el control es mínimo, y donde muchas veces se les puede ver en condiciones infrahumanas, paupérrimas, denigrantes, tristísimas.

Además, en muchos casos, se les cruza de forma indiscriminada, para “fabricar” más herramientas, corriendo así sus crías, similar o peor destino.

Son perros que viven a la intemperie, expuestos al sol abrasador del verano, a las lluvias tempestivas o al frío hiriente del invierno. Y ahí, mientras el mundo vive su frenético ritmo incesante, están ellos, con su reloj parado, en eterno silencio, con sus necesidades básicas desatendidas, con hambre y con sed en demasiadas ocasiones… Insisto, hay quien los considera objetos.

La única esperanza de estos perros (y de muchos otros animales) es tener la “suerte” de que el destino les permita caer en manos de algún santuario animal, de alguna persona “humana”, o de alguna asociación como, en este caso, A.D.A.M. Ellos se esfuerzan enormemente en ayudar al máximo de animales posible. Y lo hacen con sus propias manos, con su propio sudor, y sufragando los gastos de su propio bolsillo. Reciben ciertas ayudas privadas, pero son escasas, debido a la cantidad de abandono que hay en Andalucía. Se trata de personas que anteponen el bienestar de estos seres vivos al suyo propio, dedicándose en cuerpo y alma, fuera de sus jornadas laborales, a recoger a aquellos que están abandonados, buscarles hogar de la mejor forma posible, atenderlos a nivel veterinario cuando ha habido maltrato o enfermedades sin tratar, etc.

Atenea.

Actualmente tienen tres casos muy urgentes. Por un lado, acogieron a dos mastines, Aura y Atenea, de 30 kg cada una, a las que salvaron de una muerte segura en la perrera. Hace dos años que las tienen en una residencia canina, donde gran parte del día lo pasan en jaulas, y donde ambas esperan, sin saberlo, el cariño de alguna familia que las quiera acoger, y darles todo el amor que nunca han recibido. Como todos los perros de los que se encarga A.D.A.M, están desparasitadas, vacunadas y esterilizadas. No sufren problemas de salud, solamente de soledad.

Aura.

Por otro lado, tienen a Thor. Se trata de un grandullón de 45kg. Con tan solo un año de edad, no sabe lo que es vivir bajo el calor del hogar. Lo encontraron abandonado en una carretera, sucio y mojado, donde persiguió a un runner hasta llegar a Marchena (instinto de supervivencia y socorro). Es un cachorro grande y buenazo, cuya única “culpa” es esta, la de ser de gran tamaño.

Ver a un perro tan lleno de energía y alegría, entre cuatro paredes, es doloroso…

Thor.

En la Asociación llevan mucho tiempo moviendo cielo y tierra para lograr darles un hogar, pero parece que la fortuna no juega a su favor. Ojalá alguien lea sobre ellos tres; Atenea, Aura y Thor. Ojalá alguien con espacio y ganas de tener un nuevo miembro en la familia, pueda cerrar por un momento sus ojos, e imaginarse dentro de esas jaulas, sufriendo el frío de la soledad, y los abra con la clara intención de cortar con esta dura situación. Ojalá…

 


Contactos A.D.A.M:

Email; [email protected]

Facebook; Asociación ADAM Amigos en Defensa Animal de Marchena.

https://www.facebook.com/AsociacionDeDefensaAnimalDeMarchenaadam/

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