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Hipocracia mundial

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Junto al arroyo de los Corcos, entre enjutas encinas añosas y ralas, hay un barbecho de cascajo fino y rojizo que aún conserva alguna cepa silvestre llegando al salegar dónde la hierba de la era cambia a jaras de monte bajo. Una tierra árida y estéril, que durante siglos criaba, en estoicas cepas, uvas canijas, bastante ácidas con las que se producía un vino de baja graduación alcohólica, picante y recio. La tierra en si, no vale nada. De hecho, lleva años sin labrarse. Se quitaron las viñas para sembrar cereal y resultó que sin una lluvia casi a medida, vale más la sementera que lo que se cosecha.

Nadie en el pueblo sabe la realidad de lo que sucedió, aunque todo el mundo opina que Suintila se metió dónde no debía y salió malparado.

Suintila es un antiguo pastor venido a más, llegado a La Rival, cuando apenas contaba con dieciséis años, y al que la mayor parte del pueblo no perdona ni su origen foráneo ni su ascenso social. Con veinte años casóse con la única hija del Ervigio, una muchacha, ya mayor (tenía veintinueve cuando la obligaron a esposarse con Suintila), poco agraciada, que siempre tuvo aspecto de lo que los del pueblo llaman “chicazo”. A la pobre no le sentó bien el matrimonio y acabó tirándose dentro del pozo del Tío Canel una noche de invierno, mientras su esposo roncaba a pierna suelta en la cama sin enterarse de nada. Poco después, la gente dice que de pena, murieron los suegros de Suintila. Y este heredó la manda prometida, que en diez años había triplicado en valor.

Hace un par de años, llegaron al pueblo unos funcionarios trajeados del Ministerio. Traían planos y cientos de legajos legislativos. Venían a informar sobre la construcción de una autopista de peaje que conllevaría la expropiación forzosa de las tierras que fueran necesarias. Resultó que, uno de los funcionarios era amigo íntimo del hijo de Nicéforo, un caradura oportunista que había hecho fortuna en el estraperlo y que estaba acostumbrado a los negocios arribistas, sobre todo conseguidos a base de información confidencial. Resultó que hace unos cuantos meses, el hijo de Nicéforo trajo a su padre noticias nuevas sobre la autopista. Las obras empezarían en breve y habían visto que a un centenar de metros de la futura autopista, se encontraba una tierra perdida, junto al salegar y el monte bajo de la que podrían sacar cascajo para el firme, y cuando estuviera acabada la calzada, colocar una vía de servicio con una gasolinera y una cafetería en la misma. La finca, propiedad del Eleuterio, un anciano que hacía años que ya no trabajaba las tierras, era utilizada por Suintila como solar para acumular un pequeño montón de basura orgánica, y aperos de labranza ya que tenía todas las tierras de Eleuterio en renta.

Nicéforo quiso comprar la finca a Eleuterio. Y este, asombrado por el precio ofertado, accedió, no sin antes advertir al comprador que si Suintila pagaba lo mismo, por ley, tendría que vendérsela al rentero. Aunque no creía que el antiguo pastor estuviera dispuesto a pagar más de tres veces los que valía la finca a precio de rústico. Pero Suintila, que había triplicado la herencia de sus suegros porque no era tonto, y tenía un sexto sentido para los negocios, se olió la tostada y le dijo a su rentista que si vendía la tierra, el se quedaría con ella. Eso disgustó mucho a Nicéforo.

Nicéforo, por esa época, comenzó a calentar la cabeza de Arconio. Un pobre hombre zafio, ignorante, muy manipulable que sentía envidia de Suintila porque él seguía siendo pastor. Comenzó a inventar que Suintila iba por el pueblo llamándolo imbécil y cabeza hueca. Luego se inventó que Suintila iba a denunciar a Arconio por dejar que las ovejas cruzaran la tierra perdida para acceder al salegar. Más tarde, comenzó a llevarse corderos, mientras Arconio dormitaba después de comer, y dejarlos en una majada abandonada dónde los suegros de Suintila llevaban las ovejas en verano. Luego se acercaba al pastor y le explicaba que, casualmente había pasado por allí, y extrañado al ver los corderos, venía a preguntar si eran de los suyos.   Así, día tras día, en Arconio fue creciendo un tremendo rencor hacia Suintila, que acabó el día que Nicéforo le dijo a su rival en la compra de la tierra, que Arconio le había envenenado al perro que había muerto unas horas antes, entre tremendos dolores. Suintila se presentó al día siguiente, de mañana temprano, en casa de Arconio y este, que estaba pesando unos sacos de cebada para el ganado, en cuanto le vio, le lanzó la pesa de la romana a la cabeza, con la mala suerte de que Suintila, cayó hacia atrás y se dio con la nuca en la trébede de la gloria partiéndose el cuello.

Muerto su único oponente y encarcelado Arconio por falso testimonio de Nicéforo, que aseguró que había envenenado al perro de Suintila para obligarle a ir a su casa y matarle de un golpe en la cabeza, Nicéforo pudo adquirir la tierra a Eleuterio. Dos años después había sacado más de un millón de pesetas por la venta del cascajo a la constructora y revendido la tierra, como solar edificable, a la concesionaria la autopista para que pusieran allí el Área de Servicio.

*****

Hipocracia mundial

Desde hace bastante tiempo, vengo advirtiendo de que la situación de dejación en la que lleva instalada la sociedad del primer mundo desde los años ochenta (los otros están aún peor, porque son explotados desde al menos hace dos siglos), llevaría al los que manejan los hilos del capitalismo, ocultos entre bambalinas, a la impunidad casi absoluta y al resto a vivir en condiciones propias de una nueva época medieval. Por supuesto que esta época medieval no consiste en volver al estilo de vida del siglo XIV, pero si a que los seres humanos no sean dueños ni de sus subsistencias, ni de sus destinos, ni siquiera de su estilo de vida porque, para ello, se necesita un capital que la mayoría no tenemos.

En la época en la que hasta las grandes compañías y emporios poseen satélites de comunicación, dónde en el primer mundo es más fácil tener un móvil de última generación que un diagnóstico temprano de una enfermedad, porque o no puedes pagar al médico o han degradado tanto la sanidad pública que las citas son con una cadencia de diez meses o más (España), la información es escasa, los bulos están a la orden del día y la manipulación informativa da vergüenza ajena. Veíamos el otro día como en esa cadena española líder en manipulación informativa (A3media) que, justamente tiene lo que llaman noticiario más visto del país, inventaban fuego ruso sobre Ucrania, con imágenes de un videojuego. En la misma cadena se mostraba una explosión sucedida en China en 2015 como demostración de que Rusia había comenzado a bombardear edificios civiles en Kiev. Telecirco, por su parte, ponía imágenes de los refugiados de Donbass, que los rusos habían sacado en autobús, diciendo que eran ucranianos de Kiev que huían del terror ruso. Si tenéis Twitter, os recomiendo una visita a este hilo en el que pueden observarse desde verdaderas obras de arte del Photoshop, hasta rodajes de películas que se hacen pasar por combates reales.

No voy a hacer desde esta tribuna ningún alegato en favor de Putin, pero esta guerra, como tantas otras en el mundo, quizá no se hubiera producido sin el incesante empeño del Imperio en meter las narices allí donde creen que puede haber negocio para las empresas que pagan las nominaciones y carreras políticas de los presidentes del país, o dónde, como en este caso, ven peligrar su hegemonía que va de culo y cuesta abajo. Aquí, además, hay ciertos condicionantes históricos como la época en la que un alcohólico regalaba el patrimonio ruso a los yanquis a precio de saldo o bombardeaba el parlamento para intentar deponerlo. Comentaba el viernes 25, la embajada China en Rusia que de los 248 conflictos armados ocurridos en el mundo entre 1945 y 2001, el 81 %, 201, fueron iniciados por USA. Esto es un retrato más que eficiente de lo que está sucediendo. Como lo es el crimen de guerra cometido el 26 de febrero de 1991 por USA, cuando ya había acabado la guerra de Irak y sus aviones asesinaron en una autopista con bombas de napalm a 15.000 civiles y soldados iraquíes que circulaban en retirada.

En esta guerra, como en todas, sólo son inocentes los ciudadanos que las sufren y aquellos, que después, tendrán que padecer en sus carnes, las consecuencias económicas de la misma.  Y estos últimos son relativamente culpables por consentir a todos los asquerosos que están a favor de crear conflictos pero que siempre los ven desde la seguridad de sus despachos en madera de caoba a miles de kilómetros de distancia. Todos estos gandules, vividores de la política que han arruinado todas las formaciones en las que han militado o que han vivido siempre de las mamandurrias proporcionadas por amigos corruptos, deberían estar ya en Kiev, con un fusil cada uno de ellos entre las manos, defendiendo Ucrania. La ministra de Defensa de España, debería estar en primer afila con las tropas que han decidido enviar a Ucrania.

Pero no olvidemos que ninguna de las partes es inocente. Los americanos porque han estado alimentando un conflicto que no es de ayer, sino que existe desde 2014, alimentando primero un golpe de estado que desalojó del poder a quién consideraban poco manejable para poner a un mediocre actor al frente del gobierno y después para que ese hombre de paja incumpliera constantemente los acuerdos de Minsk. Sus aliados, de la OTAN, menos aún porque Ucrania no es miembro de esa organización y han acudido a socorrer al imperio como los perros acuden a salvar a quién les da de comer. Y Putin, tampoco está exento de culpa. Por cierto, que por si alguno de mis lectores lo desconocen, les informo que ni es comunista, ni Rusia es la antigua URSS. Putin es un nacionalista de derechas (filofascista), admirador, según sus propias palabras del político Iván Llyín que entre otras cosas profetizó que “Rusia podrá juzgarse no por el peligro comunista que representaba en aquel momento [1949], sino por el futuro en el que se liberará a sí misma con la ayuda del fascismo cristiano”. El propio Putin llevó de vuelta los restos de este político a Rusia ya que pasó toda su vida exiliado de la Unión Soviética. La Duma o parlamento ruso, está compuesta por 450 diputados. El Partido Comunista ruso, líder de la oposición tiene 43 de esos 450. El partido de Putin, Rusia Unida, posee 334. Putin no es inocente porque para llegar a Crimea, necesita pasar por Ucrania. Además, si el gobierno ucraniano fuera, como la mayor parte de la población, prorrusa, tendría más fácil acceso al granero de Europa así como a las numerosas reservas de metales como el titanio, el manganeso o el hierro o a minerales como el Uranio. Reservas por supuesto que también quiere el imperio y sus mariachis de la OTAN.

Que este, como todos, es un conflicto de carácter económico, lo demuestra que entre las sanciones que se están proponiendo contra Rusia, el primer ministro italiano, Mario Draghi, ha conseguido que la UE deje fuera de las sanciones a los productos de lujo italiano, como Gucci, y el lobby belga a los diamantes. Todo es susceptible mientras no toque el bolsillo de los que dirigen los hilos entre bambalinas. El que fuera primer ministro ruso, Medvédev, ha propuesto que, si la UE dictamina sanciones económicas importantes contra Rusia, como despojar de los bienes y acciones que los ciudadanos rusos tengan en el extranjero, Rusia incaute el patrimonio que las empresas y extranjeros tienen en bancos rusos. Entonces sí que vamos a darnos cuenta de lo que es una guerra (si nos da tiempo).

A mi todo este sindiós mundial, me provoca pena y tristeza. Porque estamos tan desinformados y somos tan imbéciles que seguimos como corderos amaestrados las consignas dictaminadas por los grandes jerarcas mundiales que transmiten a lo largo y ancho del mundo a través de sus medios de manipulación e idiotización de masas. ¿Me dan pena los ciudadanos ucranianos? Claro. Pero no menos que los palestinos a los que Israel está sometiendo a un genocidio constante, saltándose toda la legalidad internacional existente sin que ninguno de los tusos que acompañan al imperio diga absolutamente nada. Ni tampoco menos que los pobres yemeníes a los que Arabia Saudí está masacrando desde el 2014, sin que Pedro Sánchez se ponga ·estupendo” ni de grande discursos sobre la legalidad internacional y que ni siquiera impide que esa masacre sea con armas que nuestro país vende a los sátrapas saudíes. Tampoco menos que los pobres libios, a los que, en nombre de la libertad y la democracia, liberaron del déspota de Gadafi, convirtiendo el territorio en un país sin gobierno, sin ley y dejando a la sociedad libia en manos de maleantes y traficantes de seres humanos. Tampoco menos que los iraníes a los que, en nombre de la libertad y la democracia, libraron de uno de los reyes más absolutistas de Asia, llevando a la sociedad moderna de la Persia de 1979 a la medieval del Irán del siglo XXI. Por supuesto menos que a los iraquíes a los que de nuevo, liberaron de un tirano en una sociedad moderna, dónde la mujer tenía derechos para convertirlo en un país oscuro, medieval, destrozado,.. dónde la mujer es menos valiosa que un fusil de asalto y tiene menos derechos que los perros que cuidan las casas de los talibanes. Tampoco menos que los pobres somalíes, a los que el imperio primero y después la ONU, llevó a una guerra sangrienta que no ha acabado y que ha convertido la zona, ya de por si pobre, en uno de los lugares más míseros de la tierra. Y no me olvido de los coreanos, vietnamitas o cubanos a los que el imperio destrozó la vida (en Cuba sigue haciéndolo con el bloqueo) sin que ninguno de sus aliados se pusiera “estupendo” con el presidente imperial de turno.

Por último, no quiero dejar de hacer notar el asco profundo que tengo a todos esos que han decidido que las líneas aéreas rusas no puedan sobrevolar su espacio aéreo, han dejado de cantar, de jugar al fútbol, al baloncesto o a las canicas en protesta por la invasión de Ucrania pero permiten que Qatar Airways, vuele sin problemas o que ya tienen billete para jugar, cantar o estar en el mundial de fútbol que va a organizar uno de los gobiernos más sátrapas del mundo, en un país dónde vale más un camello que una mujer y dónde tiene más derechos un todoterreno que los ciudadanos pakitanís que han construido las instalaciones.

El cinismo, la estupidez supina y la hipocresía acompañan a la docilidad e impasibilidad de nuestros coetáneos.

No a la guerra. Pero a ninguna. Si a los derechos humanos de palestinos, libios, iraquíes, iraníes, pakistaníes, indios, …

Salud, feminismo, ecología, república y más escuelas públicas y laicas.

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