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Higiene mental por los suelos

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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“Aquí estamos, siempre con la misma incapacidad para franquear, para pasar del otro lado. Siempre la misma elección del lado del poder de lo que dice o hace decir” (Foucault, La vida de los hombres infames).

Los hechos constituyen un informe escaso, pero definitivo. En Barcelona se ha cometido un crimen horripilante, por el que un padre, Martín Ezequiel Álvarez Giaccio, de 44 años, ha matado a su hijo de dos años y nueve meses en un hotel para enviar un mensaje de violencia vicaria a su todavía mujer, de la que se encontraba separándose. Dos de los mensajes resultan ser definitivos. El primero dice: “En el hotel te dejo lo que te mereces”. Y el segundo: “Te arrepentirás”. Parece que le asfixió con la almohada. La misma madre avisó a la Guardia Urbana de Barcelona, que se lo encontró sin vida hacia las 22: 30 de la noche. Ahora le buscan para detenerlo, pero lo que ya está hecho no tiene vuelta atrás.

Se trata de un caso claro de violencia vicaria. Se ha quitado la vida al hijo para vengarse de la madre. Un inocente, que no puede defenderse por su fragilidad, y un hombre maduro que se venga de su mujer por este medio infame donde los haya. Yo acabaré en la cárcel, pero tú tendrás tiempo de arrepentirte durante toda tu vida. Asesinar exclusivamente para vengarse. Es tremendo.

Durkheim y Foucault, que han estudiado con profundidad el tema del crimen, coinciden en que hay un nexo oculto entre crimen, castigo y orden social. Castigar el crimen funciona en el mantenimiento del orden social. Hay otra línea de pensamiento que los relaciona teóricamente: dime cómo castigas y te diré cómo eres. En este caso el hijo se ha convertido en el instrumento para lanzarlo contra la madre con objeto de hacerla sufrir durante toda la vida por haber perdido el control sobre ella. Como si fuera un puñal o un cuchillo.

¿Dónde estamos llegando en el refinamiento de la violencia contra la mujer? Partimos de la idea de que, cuando una relación se deteriora gravemente, lo menos malo es terminarla definitivamente. Continuar viviendo juntos una relación como si no pasara nada puede acabar en un infierno entre la pareja. Existe la posibilidad de separarse civilizadamente. ¿Por qué encerrarnos entre cuatro paredes, que solo contribuyan en cultivar todavía más el odio? No podrás escapar nunca de mi control. Parece que uno se realizara controlando, es decir, sometiendo al otro o a la otra. El control obligará al sometido a hacer lo que uno quiere, sí, pero hay que preguntarse con que calidad. En todo caso será algo automático, rutinario y aburrido, sin pasión y entrega ninguna y con ganas de que todo acabe lo antes posible. Al final, la decepción será inevitable en el marco de la más baja animalidad.

Al mismo tiempo, esta clase de acciones evidencian el gran complejo de inferioridad de los machos, el reconocimiento de que el control ya no es posible, que las mujeres pueden decidir por ellas mismas, sin necesidad de que nadie les aconseje. Su madurez se ha completado. Ahora la víctima es solo el macho: todavía puedo golpear donde más duele, es decir, en el hijo que me has proporcionado, contando siempre con mi colaboración imprescindible, porque la mujer ha sido solo el receptor biológico

Piensa ahora el padre de modo muy rápido. Tiene que actuar sin que pase más tiempo. Ella se ha rebelado y le ha despreciado a él. El tiene que recomponer el tejido roto: merece pagar por ello mediante un castigo ejemplar, directo e inmediato. Le dio un hijo y se lo puede quitar, igualmente. Esta será su venganza. Ella sabrá lo que ha hecho. El actuará en legítima venganza. En el único que no piensa es en su hijo. Es una criatura inocente, que se está formando para tener una vida plena, necesitando de sus progenitores. Pareciera que ella le estaba obligando a convertirse en un padre asesino. ¿Podrá él vivir con esta carga? ¿Podrá ella hacerse cargo de lo que ha pasado alguna vez? Y actúa asfixiando a su hijo. Ha sucedido el horror, que ya no tiene remedio. Todo con tal de que ella pague por atentar contra él.

Desgraciado criminal de una higiene mental más que dudosa. Cuando sea detenido, pagará con años de cárcel el crimen horrendo que ha cometido. ¿Por qué? Sólo por venganza de alguien a quien no puede someter. El duro castigo restaurará otra vez el orden social quebrado por alguien que se creía único para juzgar.

¿Qué podrá ocurrir en el futuro de este asesino? Probablemente, que se afianzará en su conducta. Hizo lo que era preciso hacer, por lo que volvería a repetirlo. El ciclo estará siempre en marcha, dispuesto a actuar siempre que sea necesario. Acabará controlando, puesto que esta es su segunda naturaleza. Convivencia, pero sabiendo quién tiene que mandar y quien tiene que obedecer. ¿Acabará alguna vez esta espiral de repetición infernal?

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