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Hidalgo Bayal, el gran tapado de la literatura española

El reconocido escritor extremeño publica ‘Hervaciana’, un hermoso y memorable canto a la amistad germinada entre las paredes de un tenebroso internado en pleno franquismo

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análisis

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A sus 70 años, podría pensar perfectamente que los premios no son lo que parecen ni lo que más se ansían, pero sin duda ayudan a abrir la senda del reconocimiento. Tras una dilatada y halagada carrera literaria, tardía también, la proyección del cacereño Gonzalo Hidalgo Bayal (Higuera de Albalat, 1950) discurre como las aguas mansas de los arroyos: prácticamente en silencio, pero límpidas y claras, sin mácula externa. Probablemente piense también que no hay mejor galardón que recibir el cariño constante de una fiel tropa de lectores que se incrementa obra tras obra y aplaude su arte singular.

A día de hoy, se puede afirmar sin riesgo de error que el autor de títulos como Paradoja del interventor, Campo de amapolas blancas o Nemo tiene una de las carreras literarias más impecables, de altura y personales. Posiblemente sea también el gran tapado de la literatura española. Posee indudablemente su lugar de honor entre los grandes autores de la literatura española en la actualidad, pero apenas se hace notar. Está pero no está.

Ahora presenta otra obra de belleza singular, de impoluta factura, con un estilo plenamente identificable y una elegante emotividad para retratar un tiempo gris oscuro casi negro lleno de caspa, adversidad, privaciones y represiones variadas. Hervaciana (Tusquets) es un delicatessen apto también para cualquier paladar, sobre todo para aquellos fieles amantes de lo bien escrito y las historias que llegan directas al fondo de nuestra memoria.

Hervaciana es un delicatessen apto también para cualquier paladar, sobre todo para aquellos fieles amantes de lo bien escrito y las historias que llegan directas al fondo de nuestra memoria

Evocador, con un pleno uso del tempo narrativo y un estilo exquisito que da buena cuenta de su condición de licenciado en filología románica, el escritor cacereño reúne en estas trece “hervacianas” recuerdos concretos de compañeros de clase y profesores que se mantienen impolutos en la memoria del autor, internado en el Real Colegio de San Hervacio durante su infancia del franquismo de sotana y privaciones.

El poeta Adames, el apocado Pastor, el ladrón Buendía, los primos Romero y Pelayo, pobres de toda pobredad, el talentoso Viñas… Un manojo de nombres apenas magistralmente perfilados que sirven a Hidalgo Bayal para conformar un cuadro tenebroso de toda una época a través de las vivencias concretas de un grupo de muchachos recluidos en la oscura educación del franquismo de curas. El perfecto dominio de la lengua, de la recreación de un universo perfectamente reconocible en nuestro pasado más olvidable, hacen de esta Hervaciana una obra mayor en la trayectoria de nuestro tapado ejemplar.

Porque, en definitiva, de lo que trata el escritor extremeño es de hacernos partícipes de la forja de un carácter, el suyo propio, a través de lo vivido entre aquellas paredes junto a aquellos niños y aquellos religiosos que imponían un mundo cruel y ajeno a cualquier libertad, maniqueo, dogmático hasta la locura, pero entre cuyos corazones, el de los chavales, podían crecer valores supremos y admirables como el don de la amistad con mayúsculas, la solidaridad, la entrega, sin descontar algún que otro oprobioso caso digno también de mención.

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