No estaba preparado cuando me enteré de la noticia. Llegó así. De repente y sin avisar, como ocurre siempre en estos casos. Marcos Ana está grave. Muy grave. Lo han ingresado en el hospital. Creemos que se está muriendo… ¡Quién se hubiera atrevido a decirte esto a ti que parecías inmortal! Tú, que sobreviviste a una guerra, a dos penas de muerte y a veintitrés años de cárceles franquistas. Tú, que has llegado a los 96 años con una salud de acero y el espíritu de lucha intacto. Tú, que nunca has perdido la esperanza de cambiar este mundo injusto para hacerlo más alegre, libre y hermoso. Tú, que aunque naciste para ser Fernando, has muerto como Marcos Ana; genio, comunista, poeta, combatiente, antifascista, humanista y luchador infatigable. Pues sí. Ahora resulta que además de todo eso eras de carne y hueso. Aunque nos duela.

Tantas veces que arriesgaste la vida sabiendo que sólo tenías una para ahora perderla así, como la gente normal, debe ser extraño. Porque tú desde luego podrías haber sido considerado de todo antes que normal. Provienes de esa casta de hombres y mujeres extraordinarios, que un día decidieron darlo todo por salvar a España del fascismo. Y por eso mismo eres especial. Porque te afiliaste siendo apenas un niño a las Juventudes Socialistas Unificadas, y porque aunque eras menor de edad, fuiste a combatir al enemigo despreciando tu todavía entonces corta vida. Eres especial, porque después de la guerra mantuviste  intacta la llama de la lucha en la cárcel, por mucho que la despreciable Pepa viniese cada noche a recordaros a los presos que la vida se acababa. Pero no fue así.

Resististe, y aunque al salir no pudieras recordar ni siquiera como era un árbol, nadie tuvo que decirte nunca cómo era la dignidad. Porque la dignidad eras tú. Y por eso mismo no olvidaste a los presos. Burgos, Ocaña, Alcalá de Henares, Porlier, salieron contigo también al mundo para gritar bien alto que España torturaba y mantenía en la cárcel a los mejores de sus hijos. Nunca te rendiste. Y siempre fuiste fiel a tu compromiso militante. A tu partido. A tu clase. A esos que hoy siguen tus pasos y que con su lucha harán que nunca mueras. Porque como dijo tu amigo Neruda, la realidad de un comunista no acaba en sí mismo gracias a su partido. Hasta siempre poeta Marcos Ana, hasta siempre camarada.

 

Artículo anteriorMarcos Ana, el poeta que nos enseñó que vale la pena luchar
Artículo siguienteMentira es la verdad
Docente en educación secundaria e historiador. Especialista en historia del movimiento obrero andaluz. Es autor de numerosos artículos de investigación y ha publicado las monografías históricas José Díaz, una vida en lucha (Almuzara, 2013); ¿De qué se nos acusa? (Utopía Libros, 2014); y La lucha por la unidad (Utopía Libros, 2015), además de la novela "En el panel derecho de El jardín de las delicias" (Leibros, 2017) El autor escribe habitualmente en prensa escrita y digital y ha colaborado en medios como Viva Sevilla, Cuarto Poder, El Correo de Andalucía, Infolibre, Tercera Información o eldiario.es. Actualmente es jefe de opinión de El Común.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre