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Hasèl: la verdad oculta

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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Aquí, como en todo, hay que empezar por el principio. La Constitución española, en su artículo 20, reconoce y protege el derecho a expresar y difundir los pensamientos, ideas y opiniones, mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. Y concluye que el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa. Esto es fundamental: nada puede atentar contra él, porque sería anticonstitucional.

Por otra parte, en 2015, el gobierno de Rajoy aprobó en solitario la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (LOSC, conocida como ‘ley Mordaza’). Además, reformó el Código Penal. Con la excusa de proteger la seguridad se estableció de hecho un retroceso efectivo de la libertad de expresión. Puede que ya nos acordemos, pero las consecuencias no se hicieron esperar. Con ella la administración podía sancionar por cosas como resistirse a las autoridades, o por faltar al respeto a sus agentes, de manera muy discrecional.

A esto se acompañaba el Código Penal, que en su artículo 578 prohíbe el enaltecimiento del terrorismo y la humillación de las víctimas de los delitos terroristas. Desde entonces se sancionaron también expresiones ofensivas, o que escandalicen o molesten. No se aceptaba el enaltecimiento del terrorismo con mensajes, consignas, o a través de Internet. Especial importancia se dio a las injurias a la monarquía, a ofender los sentimientos religiosos y a herir los sentimientos de personas, instituciones y colectivos.

Hasta Estrasburgo se quejó a España, pidiendo la reforma de dicha ley, ya que no protegía la libertad de expresión. El Consejo de Europa habló de “limitaciones desproporcionadas y arbitrarias”. Sin embargo, la ley sigue fuerte y en vigor, por eso los jueces la aplican rigurosamente. Se pensaba que duraría poco, ya que fue objeto de rechazo por toda la oposición, pero todavía no la ha tocado el actual gobierno de coalición. Si la policía se sobrepasa en estas últimas manifestaciones, no olvidemos que cuenta con la protección de la ley.

En esta situación injuriar al rey, insultar a la policía o enaltecer de palabra el terrorismo, ¿es un delito o no? Pues depende de cómo se interprete. Si solo se considera la Constitución, no es conducta delictiva. Pero, si se atiende a la ley Mordaza o al Código Penal, lo es, aunque suponga violar la libertad de expresión. El Ministerio de Justicia quiere revisar todo esto, pero, mientras no se modifique la ley, se seguirán imponiendo penas.

Respecto a la situación producida por las manifestaciones de protesta con motivo del encarcelamiento de Hasèl, no vendría mal pensar en una juventud que ha perdido la esperanza, porque no tiene futuro. Externamente han destrozado los cristales y los escaparates, vemos esto, claro, sin atrevernos a profundizar en nuestro interior, que puede estar totalmente vacío y roto también, sin posibilidad de recomposición, cosa que sí puede hacerse con los escaparates y el mobiliario urbano por ser materiales, que estarán asegurados, además. Ellos y nosotros estamos hartos y con ello no podrá acabar la policía. La situación que vivimos es todo un fracaso democrático y eso que ahora sí disponemos de la capacidad económica necesaria para reorganizar nuevamente el país. ¿Por qué no empezamos a hacerlo ya? Hay que tomar decisiones públicas para ello, pero sin transparencia y libertades será muy difícil conseguirlo. Episodios aislados, por ingentes que sean, no pueden destrozar la agenda política.

Uno de estos episodios se ha convertido en detonante para prender la mecha. Hay que descubrir qué se encuentra detrás hasta percibir jóvenes frustrados y sin futuro, que nadie se lo resuelve, porque están solos y sin apoyos de las instituciones en las que no confían, ya sean los jueces, la política, los medios o la Jefatura del Estado. Sienten que nadie hace nada por ellos y que se han perdido dos décadas de este siglo. Entonces se irritan y estallan. No podemos ocultar la verdad.

Ni siquiera el amenazante adoquín de Ayuso puede desviarnos de la ruta marcada. La pandemia tampoco, ni los desacuerdos ideológicos por estridentes que fueren. La violencia no puede ser la protagonista de nada, tampoco la institucional.

Vayamos ahora a Hasèl, el rapero, que se encuentra en la cárcel por enaltecer el terrorismo, injuriar al rey y odiar a varios políticos. Tiene poemarios escritos, pero otra cosa es que sus letras insultantes sean poesía. Creo que no llegan a esto. Son tan ingeniosas como zafias y de mal gusto. Se mete con todos, desde peperos a socialistas: Bono, Patxi López, Losantos, jueces nazis, los Borbones, Jaime Peñafiel, el alcalde de su ciudad, periodistas de TV3, Albert Rivera, Inés Arrimadas, Irene Montero, las mujeres zorras y putas, la marca España, Froilán, Aznar, etc.

¿Queda alguien a quien no haya tocado todavía? Con él solo resta una alternativa: aplicarle la política o, más bien, la policía; libertad de expresión o cárcel. Hay que elegir. Particularmente, me importa poco su personaje y todavía menos su ideología. García Montero ha sentenciado que “no hay mejor aliado de la derecha que un tonto de izquierdas”. Él sabrá por qué lo dice.

En todo caso, creo que la cárcel no es el lugar que le corresponde, sino respetar la libertad de expresión, permitiéndole manifestar sus atípicas opiniones. Al que le guste que le siga y al que no, solo le queda ignorarlo. Que se monte su vida, que no tendrá demasiado recorrido con este enfoque, o igual sí, que nunca se sabe y la vida puede dar sorpresas.

Eso sí, la libertad de expresión hay que mantenerla por ser constitucional. Los recortes que pretenden yugularla tienen que desaparecer lo antes posible. Nuestra sociedad es plural y esto hay que considerarlo como riqueza. Mientras tanto, cada uno permanecerá en su sitio y cada palo debe aguantar su vela.

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5 COMENTARIOS

  1. El problema no es lo que diga un botarate como Hasél, @ Rivadulla, este es su apellido real. El problema del actual régimen es que es incapaz de crear estructuras económicas que proporcionen empleo a las jóvenes camadas trabajadoras. Aquí está el nudo gordiano, o se resuelve o desaparece sistema político; tiempo al tiempo.

  2. Estoy de acuerdo con usted, porque sin unas estructuras económicas que proporcionen trabajo, del que se pueda vivir, cualquier país puede irse a pique. En España estamos situados en estructuras meramente artificiales en casi todo y así no se puede resistir a poco que sople el menor viento desfavorable. Encima lo poco activo que tenemos se lo llevan unos y otros. Los botarates son lo de menos y lo que puedan hacer va de suyo. Saludos.

  3. En el título está la intención del artículo. Las verdades no están ocultas. Todo lo que está oculto tenemos la posibilidad de poner en duda. A no ser que estas verdades sean dogmas de fe. Que este rapero les de tantos dolores de cabeza a la «democracia plena» hace que ya no me crea ninguna verdad, sea oculta o no.

  4. Comprendo la intención del comentario, pero, a pesar de mi escepticismo, sí que creo que hay que creer algunas verdades para poder vivir, aunque todas las opiniones sean respetables. Saludos

  5. Estaba tardando en aparecer la tensión acumulada, está claro que las protestas no son por el cantante en sí, hay muchas personas que se están sintiendo reprimidas dirante la pandemía; y sobre todo, en los jovenes está más duro, y de alguna manera tenía que explotar

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