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Hacia una sanidad empática y comprometida con sus mayores

La campaña solidaria ‘Ningún mayor sin regalos’ tuvo como padrinos al dúo musical Amistades Peligrosas / Su cantante, Cristina del Valle, reivindicó “el derecho a la salud de nuestros mayores y el derecho a una sanidad pública de calidad”

Carmen Marchena
Carmen Marchena
Periodista
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análisis

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Las caras de Josefina, Eusebia, Nicolasa y Rosa, de 99 años, dibujaron una hermosa sonrisa e iluminaron su mirada de agradecimiento al calor de la campaña ‘Ningún mayor sin regalos’, que daba comienzo hoy en el Hospital Virgen de la Torre de Vallecas.

Una iniciativa surgida hace tres años de la mano de ABG, una entidad sin ánimo de lucro que lleva dos décadas trabajando para las personas mayores con el objetivo de “transmitir cariño, alegría y mucho ánimo a los mayores que se encuentran en una situación difícil”. Su coordinadora, Silvia Sierra, lo cuenta meridiano: “nuestro objetivo es entregar más de 1.500 regalos a través de los 150 voluntarios que tenemos en 12 hospitales madrileños”.

El proyecto se prolongará hasta el próximo 2 de enero y en su primer día ha contado con la participación del dúo musical ‘Amistades Peligrosas’, que hizo las delicias de los allí presentes con su cercanía e implicación con las personas ingresadas y sus familiares. Desde la entidad se muestran muy satisfechos con la iniciativa, pues “cada año aumenta la implicación de las personas voluntarias y junto a la colaboración del equipo socio-sanitario, se está humanizando los hospitales”.

Los pasillos adornados con motivos navideños se llenaron de voluntarios portadores de pequeños presentes para los pacientes. Carmen Fuentes, una de las voluntarias, explica que es su primer voluntariado pero que “llevaba mucho tiempo queriendo ayudar de manera altruista”, y a su parecer “trabajar con personas mayores es una labor primordial porque muchos sufren de la soledad”. Acompañados por el personal de planta, el equipo de voluntarias y los integrantes de Amistades Peligrosas accedieron a las habitaciones para hacerles entrega del detalle y compartir una conversación e incluso una canción con las personas ingresadas.

Entre visitas a las habitaciones, Cristina del Valle, relata “momentos muy emocionantes con los pacientes que demuestran que la música funciona como elemento sanador”, como ejemplo, “un enfermo casi inconsciente que a través de las canciones abrió los ojos y sin poder hablar, expresó gran emoción con la mirada”. Por un momento, el espacio hospitalario se resignificó alejado del dolor, a través del encuentro con la música y del lenguaje no verbal. Y como sostiene la cantante, “la música saca la parte vital que nadie ni ninguna enfermedad nos puede robar”.

El traqueteo en las escaleras acompañaba la charanga de voluntarias de una planta a otra, y en ese ir y venir, Inés Moya -también voluntaria- asegura “estar viviendo una experiencia genial”. Es su segundo año como voluntaria y “tan solo ver la sonrisa con la que te reciben es suficiente para volverte a casa con una gran satisfacción”, afirma. Josefa y Nicolasa son compañeras de habitación y la llegada de las voluntarias la reciben como una fiesta. Desde sus sillas toman una mantita como regalo, mientras comparten sensaciones y alegrías con los visitantes a pesar de su delicado estado de salud. Es curioso como una conversación de unos minutos o un simple ¿cómo estás? puede acompañar a una persona a lo largo de un día.

“Los pacientes viven este día con mucha ilusión”, afirma Lidia Limia, supervisora de la Unidad funcional de Enfermería, “ya que nuestros son personas mayores y en muchos casos, pacientes crónicos que reingresan en el hospital y pasan largas temporadas con nosotros”. El trato del personal hospitalario con las personas ingresadas es muy cercano, casi familiar, y eso se palpa en el ambiente. Para Del Valle es “vital que esto ocurra, porque se está trabajando con seres humanos y debemos evolucionar para que la salud vaya ligada a los afectos”.

La mañana termina con la visita a Rosa, que a sus 99 años mantiene una mirada cándida y llena de alegría. Acompañada de su hija, anima a las recién llegadas y a su compañera de habitación Mariángeles para que canten villancicos. Ella es un ejemplo de paciente crónico que no tiene más opción que la del reingreso hospitalario lejos de su entorno, aunque con la suerte de tener a una hija que atiende los cuidados y el afecto, de los que muchas veces carecen los espacios clínicos.

Entre tanto, Cristina del Valle espetó que “como sociedad tenemos que seguir trabajando la relación con nuestros mayores alejada de un modelo capitalista asquerosamente depredador, donde solo vale lo que es intercambiable por moneda o es rentable y convierte a las personas mayores en los desechables” y se mostró firme en su reivindicación por “el derecho a la salud de nuestros mayores, el derecho a una sanidad pública de calidad y señalar como delincuentes a quienes quieren privatizarla”.

En el centro de la tercera planta se improvisa un concierto de Amistades Peligrosas con un auxiliar de enfermería que hace de las de guitarrista. El público disfruta desde sus sillas de ruedas, desde sus habitaciones, con sus goteros y sus dolencias… Por unos minutos, los pasillos del Virgen de la Torre se mueven a través de emociones y cadencias que superan cualquier adversidad. Son melodías de agradecimiento a sus mayores por su sabiduría y una vida de lucha, que claman en colectivo sus derechos a una sanidad digna, pública y comprometida con ellos.

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