Probablemente si alguien le viera pensaría que era una estupidez, que no tenía sentido la continua sonrisa de pequeña felicidad y placer. ¿Cómo podía gustarle tener que agacharse, doblarse sobre sí mismo una y otra vez, dar vueltas y más vueltas a la gran cama de un metro noventa por uno ochenta, estirar primero la … Sigue leyendo Hacer La Cama
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