Italia vuelve a su enésima crisis política, algo que era bastante predecible después de la formación de un gobierno entre la extrema derecha de Salvini y la extrema izquierda de Luigi di Maio. El primer ministro Giuseppe Conte ha presentado su dimisión y aboca a Italia a un futuro muy incierto. La crisis provocada por Matteo Salvini ha reventado definitivamente con la salida de Conte.

En una sesión en el Senado de Italia, el primer ministro dimisionario ha criticado duramente al actual ministro del Interior, a quien ha dado la exclusiva responsabilidad de la situación de crisis política en la que se encuentra Italia en la actualidad: «Querido Matteo, al promover esta crisis de gobierno asumiste una gran responsabilidad ante el país. Solicitaste plenos poderes y pediste los escaños para apoyarte. Las cuestiones institucionalidades no están reguladas en las plazas sino en el Parlamento. No necesitamos personas con plenos poderes, sino personas con plena responsabilidad», afirmó Conte. «Salvini ha perseguido intereses personales, no respeta las reglas», ha añadido.

Salvini, por su parte, se reivindicó: «Haría todo lo que hice porque soy un hombre libre y no temo al juicio de los ciudadanos». Además, ha incidido en la necesidad de elecciones. «No quiero un maestro justo, no quiero un maestro». Además, ha aprovechado para volver a lanzar un mensaje populista mas propio de Musolini que de un político del siglo XXI, un discurso vacío de contenido engalanado con palabras que pueden hacer crecer su electorado: «Me gustaría ofrecer a los italianos un futuro de bienestar, prosperidad y crecimiento». ¿Cómo alguien como Salvini puede ofrecer eso?

El movimiento de Conte vuelve a dejar la responsabilidad en el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien tendrá que decidir si convocar unas nuevas elecciones o si forma un nuevo gobierno formado por el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo y Luigi di Maio junto al Partido Demócrata de Matteo Renzi, algo que, en los últimos días, está sonando con más fuerza dado que una nueva convocatoria electoral sumiría a Italia en una crisis política y social, además de abrir la puerta a un gobierno de la ultraderecha de Salvini, Berlusconi y Giorgia Meloni.

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