El médico investigador Boris Pérez no soporta a la gente tóxica. Cree saber identificarla y quizás, porque con el tiempo se está volviendo un cascarrabias, alejarlas. Según Boris hay distintas categorías de gente tóxica. Piensa que la que es más evidente, es aquella gente que le saludan por la calle y durante la conversación le dicen cosas como: “estás más gordo”, o “estás más viejo” e incluso “estás más calvo”.
Comentarios que son innecesarios para Boris porque tiene espejos en su casa y los usa cada día. Sabe que es el tiempo el que le hace parecer más viejo y más calvo, y que es su vida sedentaria la que le hace estar más gordo. Conoce los hechos y los motivos. No necesita que la gente tóxica le informe por la calle como si fuera una novedad. Esta misma gente tóxica se molesta cuando Boris les responde: “sí, y tú también”.
Esta respuesta hace que la gente tóxica se esconda detrás de una falsa amistad. Suelen responder: “hombre, te lo digo por tu bien”, como si además le estuvieran haciendo un favor a Boris ante una confabulación mundial para que Boris ignorara su propia realidad. Boris contesta: “sí, y yo también te lo digo por tu bien”. Con esto la gente tóxica se va, muy ofendida porque ha sido puesta en evidencia, en busca de una próxima víctima que no les conteste.
Boris le contaba todo esto a un amigo que le recordó: “acuérdate de Denver”. Era verdad. Boris estuvo trabajando un tiempo en Estados Unidos donde conoció a un hispano con quien entabló amistad. Mientras Boris ejercía solo de médico, todo iba bien. Cuando Boris fue invitado a escribir en un periódico local, a su amigo todos los artículos de Boris le parecían mal y así se lo recriminaba.
La cosa fue a más cuando Boris comenzó a entrenar a un equipo de fútbol americano formado por niños y niñas de la zona. Esta persona cada vez que se lo cruzaba solo decía “¿vas o vienes de entrenar?”, y continuaban su camino. Una de las veces que Boris se lo encontró, esta persona iba con su esposa. Le preguntó lo mismo, pero Boris respondió: “llevas años con la misma broma. No me preguntas nunca por cómo me va, ni por mi familia, ni si continuaré en Denver. Nada de eso te importa”. Esta persona tóxica quedó así en evidencia y buscaba excusas. “Claro, claro”, respondió Boris continuando su camino.
Boris recordó algo que había leído: “si a uno de tus amigos se le ocurre exponer cuadros, ve a verlos; si otro canta, escúchale… si algún amigo lucha por sus sueños motívalo, apóyalo, de eso trata la amistad”. Y concluyó pensando que hacer justo lo contrario es de persona tóxica.