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Gástame los labios

Cruz Galdón
Cruz Galdón
Escritora
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análisis

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La boca cerrada ¿de qué sirve?

Quiero que pensemos para qué sirven los labios cerrados, sin sentir, sin hablar, sin decir, sin vivir.

Quiero que los labios se pongan en marcha, que suelten pasiones, que vibren con canciones canturreadas, que dibujen onomatopeyas de admiración y orgullo.

¿Para qué sirve la boca? Para comer o decir palabras equilibradas y justas… Hoy pensaba ¿si no tuviéremos boca con que expresar lo que las manos y la piel no puede, cómo diríamos lo que anhelamos? Somos boca para mucho más que eso.

Con ella besas a tu hijo cuando lo tienes por primera vez entre los brazos; con ella besas a tu padre en la frente en el último adiós; con ella sonreímos al decir «hasta pronto»; con ella sentimos el deseo y la pasión, la apretamos en momentos de ira o estrés, suspiramos en busca de aliento y asentimos cuando la respuesta no es otra que un sí.

Quiero bocas con sonrisas jugosas, de esas que se contagian por verdaderas y profundas, bocas que con muecas dicen que algo no es correcto o que los nervios se apoderan de la persona.

Quiero bocas con verbos. De esos que al conjugarlos son irregulares, por distintos, por deformes en la boca de un niño.

Quiero bocas de voces que susurran para dar ánimos, que gritan para hacer valer una verdad o cantan para arrullar.

Las bocas son el instrumento para dar personalidad a lo que se dice, alimentan y dan gusto a lo que ingerimos, hacen del saborear uno de los placeres más intensos.

Las bocas de mil formas, carnosas, finas, deliciosas y calatravas, da igual porque son majestuosas en el poder que contienen. Dicen lo que el corazón o la mente siente o piensa, hasta a veces acaban la función de relaciones humanas. Humillan y ensalzan, invitan y despiden. Son ilimitadas en su acto y restan o suman a quienes la miran y escuchan.

Dan respuestas inesperadas, a veces sin pensar, como si tuvieran vida propia. Pecan y aciertan sin más. Y hasta alivian la pena o contagian virus que nacen con el sol y que desconocemos hasta que limitan la vida de todo un mundo.

Cuántos versos la adulan, ensalzan y le dan trascendencia: Me gusta cuando callas, porque estás como ausente decía Pablo Neruda.

O Alfonsina Storni:

 Boca perdida en el vaivén del tiempo;
 detrás de los paisajes escondida;
 boca hacia atrás huyente en el espacio;
 boca muerta que fuiste vida. 

Me gustan de una forma muy especial los versos del Mario Benedetti:

Te quiero por tu mirada, 
 Que mira y siembra futuro,
 Tu boca que es tuya y mía
 Tu boca no se equivoca
 Te quiero porque tu boca
 Sabe gritar rebeldía” 

Y para terminar, como homenaje a bocas que, quiero hacer valer los versos escritos por Josefina Pla en su poema Tan Sólo:

Una boca tan sólo
 Para el beso y el grito
 Y para la oración y la blasfemia.
 Para el suspiro y la mentira,
 Para el perdón y la condena” 

Gastemos los labios en besos, en palabras de amor, en sonrisas y carcajadas. Gastemos los labios en ayudar, en aliviar y consolar. Gastemos los labios en decir la verdad y defender lo justo.

Gástame los labios…

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1 COMENTARIO

  1. La querida rutina de un domingo nuevo, la comienzo sentado a la mesa de un bar con limpios cristales por los que entran los rayos firme del sol que se eleva en el horizonte para permitirme leer con regodeo una nueva carta de Cruz Galdón que siempre lleva a destinos mejores que hacen estallar el día en inequívocos placeres, poblado de sonrisas y y satisfacción.
    Esto nuevamente me sucede hoy y me estoy acostumbrando a ello.
    Al hablar de la boca y sin ánimo alguno de gastarla porque además de tener mucho para decir en el futuro que siempre se acerca y en el que muchos graciosamente, no creen, cuando se atreven a ese…»el futuro es hoy» que hace dudar de su intelecto y raciocinio,, leo a Cruz Galdón.
    Lo cierto es que sin ánimos de gastarla y con la voluntad firme de cuidarla, la boca espera, a veces pacientemente, poder expresar, además de un saludo que se dice fácil, las palabras que fervientes y con fuerza lleguen a destino para que otras bocas las repitan convencidas que, exentas de mentiras y birliborleos (dixit Machado), son las que dictan la profundidad de las almas.
    Alfonsina y Mario (que coincidencia, dos sudamericanos), supieron decir y hablar con justeza una para repetirse lo que su alma le dictaba en silencio….» Es que abrí la ventana hace un momento / y en alas finísimas del viento / me ha traído su sol de primavera»… y así dibujar la pureza de una hoja en blanco y el otro, haciendo lo propio, al decir:…»…no dejes caer los párpados pesados como juicios / no te quedes sin labios / no te duermas sin sueño / no te pienses sin sangre / no te juzgues sin tiempo…», versos que fueron repetidos y en voz alta, incontables veces por sus lectores quiénes, al hacerlo, no pudieron, ni pueden dejar de exclamar audiblemente un suspiro acompañado por un «ah»….u «oh»….ante la belleza de ese corto tejido de palabras.
    Para no extender mi respuesta que tiene que ver con reflexiones varias y el arrobamiento que produce una boca que nunca, nunca, pretende gastar otras bocas, le expreso mi admiración y respeto profundo a una escritora que, como vos, hace hablar a otros labios, en este caso los míos, mientras ensayo mil sonrisas de placer. Como siempre, gracias, un gracias que se escuche fuerte pues, aunque escrito, lo pronuncia mi boca. Un abrazo grande.!!

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